Se vuelcan paseños para ayudar a tarahumaras
Fuente: El Diario de El Paso | 19 de Enero del 2012El Paso, Tx.- Miembros de la comunidad y medios de comunicación de El Paso se volcaron para enviar víveres a la etnia rarámuri –también conocida como tarahumara–, ya que sus integrantes atraviesan por una etapa complicada a consecuencia de la sequía.
Al enterarse que este grupo étnico emblemático de Chihuahua se encontraba en condiciones difíciles a consecuencia de la sequía, residentes de este condado se comunicaron a El Diario de El Paso desde antes de las 09:00 horas del día para preguntar si podían “llevar” víveres y vestimenta a las instalaciones del matutino.
Más de una docena de personas llegó a las oficinas de este medio en donde se reunieron cajas con comestibles, tales como granos de frijol y arroz, así como latas de elote, agua embotellada y hasta sopas Maruchan empaquetadas.
Los voluntarios también donaron ropa invernal para ambos sexos y de distintas tallas.
“En mi opinión, la gente latina de Juárez y El Paso tenemos sangre tarahumara”, mencionó Cristóbal Rodríguez, uno de los donadores de víveres.
“Es muy bonito ver que todos los medios se junten para una causa tan noble. Es algo muy difícil y muy histórico”.
Dijo estar muy orgulloso de “esta región” de la Sierra Madre en el estado de Chihuahua y reconocer que las comunidades de las ciudades a menudo se olvidan de que existen indígenas que la habitan.
“No hay que olvidarnos que esta gente es muy importante en nuestra región”, agregó. “Ellos tienen tanto orgullo que no van a pedir ayuda”.
Javier Ávila, integrante de la Comisión de Solidaridad y Defensa de los Derechos Humanos y quien tiene décadas trabajando en la región, informó a los medios de comunicación mexicanos que los indígenas comenzarán a padecer hambre como en un mes porque la sequía de este año ha sido atípica en la sierra. No obstante, contrario a lo que se difundió en un principio sobre los tarahumaras, no hay registros documentados de un solo caso de suicidio por hambre.
Los donativos también se recibieron en el Consulado General de México en El Paso y estaciones hispanas de radio y televisión.
La sede diplomática mexicana, ubicada en la Avenida San Antonio número 910 de la zona Centro, recibió víveres hasta las 3 de la tarde del miércoles y El Diario de El Paso, localizado en la Avenida Texas número 1801, hasta las 6 PM.
Univisión 26, ubicado en la calle N. Mesa número 5426 informó que recibirá donativos hasta las 5:30 de la tarde de hoy jueves.
'Apoyo a nuestros hermanos'
Tan sólo en el centro de acopio organizado por una diseñadora gráfica de 29 años de edad, se juntaron varios costales de grano durante el día de ayer para destinarlos a la Sierra Tarahumara.
“Estamos en proceso de juntar lo más que se pueda. Tenemos contactos en Juárez y Chihuahua, en donde también están reuniendo alimentos. Si se llena uno o dos camiones, pues muy bien. Lo que podamos”, dijo la activista de El Paso, Iris Morales.
Ante la hambruna que padecen indígenas de la Sierra Tarahumara, en el estado de Chihuahua, México, un grupo de paseños ha unido esfuerzos para aliviar “las necesidades de nuestros hermanos”.
Morales, quien al lado de su marido Joel Martínez, estableció un centro de acopio en ese sentido, aseguró que la intensión es juntar la mayor cantidad posible de alimentos no perecederos con el fin de repartirlos entre los rarámuris durante las primeras semanas de febrero.
“La Sierra está pasando por una situación muy difícil, la ayuda no les está llegando debido a la corrupción del Gobierno, debido a la violencia que hay en el estado y nosotros no podemos estar pasivos”, mencionó.
El día de ayer, afirmó, entre “40 y 50 personas” se comunicaron con ella para comprometerse en donar víveres durante la semana.
“Queremos recordarle a la gente que estamos recibiendo todo lo que sea grano, porque ropa y cobijas, aunque siempre es necesario, no es lo importante; queremos enfocarnos en cualquier tipo de grano”, agregó.
Hasta ayer había recibido varios costales de frijol, maíz y azúcar, así como algunas cajas de leche en polvo.
Según Morales, la iniciativa de los paseños surge en apoyo al esfuerzo humanista de muchas personas de Ciudad Juárez, quienes han nombrado estas acciones “Recolecta de alimentos no perecederos para indígenas tarahumaras”.
“Aquí la gente de El Paso puede colaborar con artículos que no caduquen. Pueden ser harina, arroz, frijoles, lentejas, sopas, café, leche en polvo, enlatados (puré de tomate, elote, chícharos, entre otros), excepto atún, pues ellos no lo consumen”, añadió la activista paseña –quien desde niña se ha sumado a proyectos vinculados con los rarámuris.
El centro de acopio, ubicado en la Avenida Mississippi número 511 de la zona Centro de El Paso, muy cerca de la Universidad de Texas en El Paso, se mantendrá abierto durante las siguientes dos semanas, hasta el 7 de febrero, informó. De igual forma sucederá en las sedes de Ciudad Juárez.
Los interesados en cooperar pueden obtener mayor información llamando al teléfono (915) 999-1555, o comunicarse vía email a moralesiris@gmail.com.
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Video: Morir en la pobreza (reportaje sobre los Tarahumaras por la Revista Contralinea en el 2007)
http://www.contralinea.com.mx/video/morir-pobreza/02-batopilas.htm
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Fuente: Periodico La Jornada / Enero 19, 2012
Seccion:México SA
Rarámuris: no sólo la sequía
Chihuahua: saqueo minero
Por Carlos Fernández-Vega
Como buena parte del territorio nacional, el estado de Chihuahua cuenta con enormes reservas minerales que lo convierten en un verdadero tesoro. Sólo para dar una idea, es el segundo productor nacional de oro (16 por ciento del total) y plata (18 por ciento), amén de contar con altísimas existencias de cobre, cadmio, fierro, manganeso y zinc, entre muchos otros. Tan extremadamente rica es la entidad, que sólo en el periodo 2006-2010 el volumen de su producción minera se incrementó cerca de 60 por ciento y el valor de la misma en alrededor de 75 por ciento, de acuerdo con la estadística de la Secretaría de Economía.
En dicho periodo, alrededor de 84 mil millones de pesos redituó la producción minera estatal, y de ese monto 66 por ciento correspondió a oro y plata. Enorme riqueza la de Chihuahua, aunque sin ningún beneficio social, ni para las finanzas estatales (como sucede en toda la República), pues ese río de dinero se quedó en manos de un pequeño grupo de empresas canadienses, estadunidenses y del inefable Grupo México, de Germán Larrea (el de Pasta de Conchos), que explotan los abundantes recursos minerales de, principalmente, los municipios tarahumaras. Otras empresas privadas hacen lo propio, pero con los enormes recursos forestales en igualdad de condiciones, es decir, sin beneficio social ni para las finanzas estatales (tampoco para las federales, porque no existe impuesto o "iguala" sobre mineral obtenido).
Tal riqueza de oro y plata ha sido extraída, principalmente, de los municipios tarahumaras, es decir, donde los rarámuris carecen de todo y mueren de hambre (no sólo como consecuencia de la actual sequía), por mucho que la versión oficial presuma que la presencia de consorcios mineros privados, nacionales y extranjeras, fomenten "un importante crecimiento económico con una amplia inversión de recursos para el desarrollo de los proyectos, generando una gran derrama económica y una valiosa generación de empleos, principalmente en zonas rurales donde en muchas ocasiones no hay otras alternativas viables". Lo cierto es que tales empresas de todo, se quedan con todo, y en el mejor de los casos pagan salarios miserables, obviando las prestaciones de ley.
Alrededor de 50 por ciento del territorio estatal (12.5 millones de hectáreas) ha sido concesionado por el gobierno federal a los consorcios mineros privados (en su mayoría canadienses) para que exploten la riqueza minera de Chihuahua, sin que los beneficios siquiera rocen a los habitantes de la entidad, especialmente los rarámuris. Todos ellos (como sucede en otras zonas del territorio nacional) han visto pasar de lejos la abundancia y la riqueza mineral, pero de muy cerca padecen las consecuencias ecológicas de la depredación.
La Secretaría de Economía del gobierno federal (encargada de concesionar el territorio nacional a los consorcios mineros privados) presume que en los últimos años "se ha tenido un incremento en las actividades de exploración en el estado de Chihuahua, motivado principalmente por el alza en el precio de las cotizaciones internacionales de los metales". Las cifras oficiales indican que en el periodo citado la producción de oro se incrementó casi mil 600 por ciento y la de plata 120 por ciento, sin dejar a un lado aumentos sustanciales en plomo, zinc y cobre, de cuyos beneficios los chihuahuenses no han visto un centavo.
El notorio incremento en la producción de oro y plata se debe a los "grandes proyectos" mineros en la zona tarahumara.
Por ejemplo, el Sauzal, en el municipio de Urique; Ocampo y Pinos Altos, en Ocampo; Palmarejo, en Chinipas; Dolores, en Madera; Santa María, en Moris; Concheño, en Ocampo, y Bahuerachi, en Urique. De allí han salido toneladas y toneladas de oro y plata, valuadas en miles de millones de pesos, no sólo por el volumen sino porque los precios de dichos metales registran alzas históricas.
Todos los distritos mineros de Chihuahua se localizan en los municipios tarahumaras. Ni un peso para ellos (tampoco para el erario federal), aunque la Secretaría de Economía promocione que "históricamente la minería ha sido pilar en la economía del estado de Chihuahua, como actividad fundadora de importantes centros de población; en la actualidad es un motor que apoya el desarrollo industrial del estado".
Chihuahua, pues, con una riqueza mineral y forestal igual de invaluable que de privatizada, que de nada sirve a sus pobladores, comenzando por los rarámuris. Miles y miles de millones de pesos anuales que ni de lejos benefician a los habitantes de la entidad ni generan mayores ingresos presupuestales (para el estado y la federación), porque los señores del gobierno federal (los actuales y los de antes) se han convertido en simples gestores de negocios privados con los bienes de la nación, y ejemplos sobran.
¿Dónde quedaron esos 84 mil millones de pesos de producción minera en Chihuahua? Simple: en las alforjas de empresas privadas nacionales y extranjeras (la mayoría canadienses), como en el caso de Grupo México de Germán Larrea (consentido de los gobiernos panistas), Mine Finders, Agnico Eagle Mines, Coeur d’Alene Mines, Gold Corp., Gammon Lake, Glamis Gold, Agnico Eagle Mines, Panamerican Goldfields, Gammon Gold y Jinchuan Group (de capital chino). Para dar una idea de qué se trata, a la estadunidense Coeur d’Alene Mines le cuesta 6.5 pesos, aproximadamente, producir una onza de plata, que en el mercado se vende a 130 pesos. Lo anterior, sin considerar el maravilloso paraíso fiscal que para estos consorcios representa México y su benevolente gobierno federal. Ellos se quedan con la riqueza, y los habitantes –con los rarámuris a la cabeza– con la miseria, la explotación y el daño ecológico.
Y lo que sucede en el estado territorialmente más grande de la República con los recursos naturales se reproduce fielmente a lo largo y ancho del país, o lo que es lo mismo, ganancias privadas, pérdidas sociales. Entonces, no sólo por la sequía mueren de hambre los rarámuris.
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Narco, no falta de comida, el mayor problema en la sierra de Chihuahua: párroco de Creel
- Desplaza a la gente de sus tierras, le quita sus casas y por miedo dejan de sembrar o huyen, alerta Héctor Fernando Martínez
- Ante el desempleo, jóvenes y adolescentes son enrolados en las filas del crimen; muchos de ellos, de pequeños iban al catecismo con él
Periódico La Jornada
Viernes 20 de enero de 2012
Creel, Chih., 19 de enero. Con todo lo grave que es, actualmente el mayor problema en esta parte de la sierra Tarahumara no es la emergencia alimentaria, sino la presencia del narcotráfico con su cuota de violencia: "las comunidades rarámuris están crucificadas por el crimen organizado".
Lo repite con vehemencia –en entrevista– el párroco de Creel y vicario general de la diócesis, Héctor Fernando Martínez, quien tiene 17 años trabajando en la región, donde atiende a 39 comunidades. Y se lo recordó el miércoles pasado al gobernador César Duarte, en el acto público organizado en la comunidad de San Ignacio para entregar las despensas con que el gobierno estatal responde a la emergencia alimentaria en la Tarahumara.
La presencia del narcotráfico –explica Martínez– resulta devastadora para la estructura social de las comunidades, "porque llega y desplaza a la gente de sus tierras, la despoja de sus casas, y por miedo deja de sembrar o abandona sus pueblos", y al mismo tiempo, ante el desempleo y la falta de opciones, "atrae a los jóvenes y adolescentes rarámuris porque les ofrece trabajo, los lleva a plantar, les reparte dólares".
Seducidos por esa vida, adolescentes y jóvenes, que van de 16 a 20, años terminan rechazando su identidad.
Este sacerdote cuarentón, de carácter jovial, traductor de La Biblia del hebreo al rarámuri, no habla de oídas; le consta, lo ha visto, lo ha vivido: varios de quienes hoy se pasean por Creel y sus alrededores en las trocas con vidrios polarizados, música a todo volumen y "armados hasta los dientes", asistían con él al catecismo cuando eran pequeños.
Reconoce que la situación le duele y lo frustra: “me duele por la vida, porque sé que tarde o temprano van a matarlos, y me frustra porque la situación en la sierra Tarahumara, las expectativas que les ofrece, son muy poco o nada. Para ellos es más importante traer el arma, la troca, el dinero, para sentirse poderosos”.
"Bendiga nuestras armas, padre"
Cuenta que el pasado 12 de diciembre, un grupo de ellos lo detuvo cuando transitaba de una comunidad a otra. Le pidieron que bendijera sus armas: "me negué rotundamente; les dije: los bendigo a ustedes, si quieren, para que Dios los cuide y para que no las usen, pero las armas no".
Insistieron:
–Ande padre, ya bájele, si en la película El infierno las bendicen. Además, nosotros no somos los que andamos extorsionando, nosotros nada más en el jale.
Lo dejaron continuar, pero más adelante volvieron a detenerlo: “me dijeron: ‘bájese, porque queremos que usted estrene nuestras armas’”.
No eran cuernos de chivo, eran lanzagranadas: "les dije, voy saliendo de la comunidad, la gente está reunida en la iglesia, si disparo se van a asustar, no se vale muchachos. Hasta que se me ocurrió decirles que era día de la Virgen de Guadalupe y que todavía iba a andar bautizando. Entonces me dejaron ir."
Experiencias como la anterior no hacen que Héctor Fernando Martínez se sienta amenazado o temeroso: "la verdad nunca he recibido una amenaza; les he dicho que no vamos a cerrarles la iglesia cuando tengan un difunto, pero no vamos a celebrarles misa, porque no queremos ser parte del corrido". Cuenta que “una vez mataron a un narco importante de aquí y lo llevaron a la iglesia; le hicieron un corrido de que el pueblo llora y las campanas repican; y uno pasa a ser parte del paisaje. No queremos prestarnos a eso”.
El problema de inseguridad en Creel no se reduce a la presencia de los grupos armados, lo más complicado es que se encuentra entre dos fuegos: de un lado está el cártel de La Línea, y del otro el de Sinaloa. Creel es, como ya ha sido, el campo de batalla.
Entre las pocas maneras que el sacerdote ha encontrado de responder a esta situación está el deporte, particularmente el futbol (le va al Guadalajara). Sin embargo, en todo Creel nada más existe una cancha, de futbol rápido: "hemos tocado puertas, le hemos dicho al gobierno que urgen espacios porque los chavos no tienen nada qué hacer y, claro, entran los sicarios a Creel con sus armas y los ven con admiración, y a pesar de todo lo que se dice, no hay un programa oficial, una estrategia para contrarrestar esto".
Los fuereños sólo pueden constatar lo evidente: las miradas furtivas en el camión de pasajeros que hace el viaje en cuatro horas y media de Chihuahua capital a Creel; los relatos del vendedor de burritos en un pueblo intermedio que cuenta –sin que medie pregunta– que antes se dedicaba a vender piratería pero que los integrantes del crimen organizado le empezaron a cobrar rentas muy altas; los conductores de las trocas con vidrios polarizados que disminuyen la velocidad y emparejan el paso de quienes les resultan extraños o desconocidos.
Ante este panorama, el párroco de Creel tiene una convicción que expresa con serenidad: no nos vamos a dejar amedrentar.
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