¿Y cómo se legaliza?
Fuente: Milenio / Luis Petersen Farah
Me da curiosidad lo que sigue para los estados de Colorado y Washington después de votar en favor de la legalización de la mariguana para usos recreativos.
Qué bueno que lo hicieron, es mi opinión, pero no voy a hablar de eso: lo más interesante es lo que viene. El paso de la persecución a la legalidad parece complicado y hasta tortuoso. Y, sin duda, Colorado y Washington van a estar en la mira no solo de Estados Unidos, sino de buena parte del mundo. Entre ellos, nosotros.
A estas alturas, es una especie de SimCity. Al gobernador de Colorado, John Hickenlooper, quien se oponía a la legalización, no le quedó más remedio que aceptar el resultado. Pero no rompan todavía las piñatas, sentenció, hay un largo camino por delante. Bueno, literalmente dijo que no “abrieran los Cheetos”, no sé si se refería a munchies. El caso es que todo es pregunta: ¿Quién va a producir la mariguana, dónde se venderá, cómo se va a regular, cuánto pagará de impuestos, generará turismo...?
Hasta la mota misma ha de estar confundida. Para empezar, según la ley federal, la mariguana sigue siendo ilegal en Estados Unidos y no se sabe cómo reaccionarán las autoridades nacionales ante los consumidores. Por lo pronto, la DEA reiteró que tener, usar o vender mariguana es un delito. Y es posible que venga una verdadera batalla legal en la Suprema Corte por parte del gobierno federal. Tiene todo un año para hacerlo, pues en Colorado las primeras moterías se podrán abrir hasta enero de 2014.
De momento, todo indica que el gobierno federal no cambiará su modo de acercarse al tema: duro, como lo hace con los comercios ya existentes de mariguana para uso médico; los obligan a cerrar por cualquier cosa y los inspeccionan a la menor sospecha de relación con el mercado negro.
Además, nadie sabe cómo reaccionarán los gobiernos locales, que, en principio, podrán impedir en sus territorios esos comercios u obligarlos a retirarse de ciertas zonas, por ejemplo, alrededor de las escuelas. Según la iniciativa votada, al menos en Colorado, serán por fuerza diferentes a los de mariguana medicinal.
Quienes apoyaron la campaña de legalización dicen que los gobiernos tendrán buenos ingresos. La iniciativa del estado de Washington propone un impuesto de 25 por ciento cuando el productor de mariguana la vende a quien la procesa, otro 25 cuando éste la cobra a la tienda y otro tanto cuando el consumidor la paga. Además, argumentan que terminará con el mercado negro y debilitará los peligrosos cárteles.
¿Cómo será todo esto? Hay que esperar para verlo. Y esperar para que se acaben los temores de los opositores más críticos: que la legalización aliente el uso de la droga entre menores, que aumenten los accidentes automovilísticos o que sus estados se conviertan en un destino del mota-turismo y ahuyenten a otros visitantes.
Esto no hay que perdérselo. Más vale aprender, porque después nos tocará a nosotros.
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