Todos somos migrantes
Rossana Fuentes-Berain
Leer articulo en El Universal / Sábado 23 de junio de 2007
M illones de personas en todo el mundo viven día a día lo que el mexicano Carlos Fuentes describe como la experiencia cotidiana del desarraigo: "todos somos migrantes", asegura el escritor, quien nació en Panamá, creció en EU y ha pasado su vida adulta entre Gran Bretaña y México. Fuentes, el "migrante", es distinto en innumerables maneras a "Juan Pérez", "María Ramos" o a cualquiera de los proverbiales mexicanos que decidieron dejar sus lugares de origen buscando oportunidades económicas ausentes en las localidades que los vieron nacer.
El Informe sobre Desarrollo Humano México 2006-2007, elaborado por la ONU y dado a conocer esta semana, tiene como principal conclusión que no es la pobreza el determinante central de la migración de mexicanos hacia EU, sino las desigualdades. La reflexión matiza la contundencia literaria del "todos". No, no todos migran, los más pobres de entre los mexicanos ni siquiera pueden planteárselo porque el costo de contratar los servicios de un coyote, una persona que facilite el cruce ilegal, oscila entre 600 y 5 mil dólares, dependiendo del alza de la cotización y del riesgo que esté uno dispuesto a correr.
Los estados que más "pierden" por la migración son Chiapas, Sinaloa, Veracruz, Oaxaca, Puebla y Sonora. Los que "ganan" son Querétaro, Aguascalientes, Tabasco, Quintana Roo y Guanajuato. "Perder" y "ganar" se refieren a muchos factores, como la entrada de remesas enviadas a regiones que se benefician con la salida de sus oriundos, o la pérdida de capital humano preparado para aquellas entidades para las cuales la migración no es positiva.
Mitos desechados por la investigación, como el de que la relación entre pobreza y migración es absoluta. No lo es; no migran los más pobres ni se benefician los estados más subdesarrollados de la República con el ingreso de las remesas, porque una investigación científica sólida, como la referida, que aporta al conocimiento como lo han hecho otros estudios producidos por la oficina del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, establece que quienes salen de México tienen empleo, incluso uno de ingresos intermedios entre 10 mil y 15 mil pesos trimestrales.
¿Por qué lo hacen entonces? Simple: allá del otro lado ganarán entre cuatro y cinco veces eso. Es un asunto de desigualdad, de asimetría entre dos economías, la de EU y México, pero también la del norte y sur de nuestro propio país, porque si bien el DF tiene índices de desarrollo humano equivalentes a los de la República Checa, de acuerdo con el informe del PNUD, Chiapas los tiene semejantes a Cabo Verde.
La migración, pues, empieza por casa. Y si el estudio establece como deseable crear "fondos de desarrollo y convergencia regional con aportaciones de ambos países y sujetos a resultados", hay que ver si no sería deseable empezar de inmediato también por casa. Independientemente de que para los estadounidenses debería ser un asunto de seguridad nacional ayudar a que sus vecinos del sur prosperaran, lo mismo aplica para los mexicanos.
Nuevo León y el DF pueden tener camarotes de lujo, con terraza y vista al mar, pero todos vamos en el mismo barco, y si en Guerreo o Iztapalapa las condiciones generales de vida son inaceptables, la presión por migrar internamente crecerá, al igual que la de cruzar la frontera y sumarse a los 11 millones de personas nacidas en México que viven de manera permanente o temporal, con documentos o sin ellos, en EU. Para seguir con la metáfora, resulta que tenemos, además de cubiertas en donde hay pasajeros de primera y de segunda, un número creciente de "polizontes", migrantes en tránsito que en principio pensaban trasladarse a un tercer país pero que de manera creciente se están asentando en territorio nacional.
La ONU es contundente respecto al valor supremo de la libertad de movimiento del individuo, pero también señala que debe darse en el contexto de que las decisiones personales que se acompañan de opciones amplias y equitativas. Si alguien decide salir de su región, debe hacerlo por voluntad, como Carlos Fuentes y su familia, en busca de nuevos horizontes, no por desesperación.
De ahí que sin demérito de asegurar la protección eficaz de los derechos de los migrantes, Naciones Unidas hace una recomendación de que la mejor política migratoria "es el desarrollo local sostenible". Así es, para la organización que congrega en su seno al mundo, lo local no sustituye a lo global, aunque "todos seamos migrantes".
Saturday, June 23, 2007
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