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Wednesday, October 20, 2010

AMLO y Marcelo; guerra de terciopelo
Fuente: El Universal, Ricardo Aleman


Se equivocan de “cabo a rabo” quienes apuestan al choque inevitable y a la guerra mortal entre Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard, en la lucha por la silla presidencial de 2012. ¿La razón?

Que como nunca en la historia político electoral mexicana, se vive una simbiosis entre las capacidades, lealtades, fortalezas, orígenes y objetivos de AMLO y Marcelo. Es decir, que uno —AMLO— sin el otro —Marcelo— no llegará muy lejos. Y el segundo —Marcelo— sin el primero —AMLO— no podrá derrotar a nadie en julio de 2012.

En pocas palabras, que la vida político electoral de AMLO y Marcelo vive un destino manifiesto: el de caminar juntos, sumar fuerzas, alimentar de manera mutua sus objetivos y, si lo logran, hacer el milagro de la vida político-electoral más allá de populismos, radicalismos, mesianismos e iluminados. Los dos, AMLO y Marcelo, ya entendieron que no hay futuro para uno sin el otro —sobre todo lo entendió Marcelo—, y ahora falta saber si entendieron que la apuesta es formidable, histórica, de verdaderos hombres de y para el poder, de estadistas. ¿Cuál es esa apuesta?

La de los políticos que hacen historia, uno de ellos reciente, Heberto Castillo, gracias a cuya grandeza hoy están donde están AMLO y Marcelo. La apuesta es dejar de lado las enfermas ambiciones de poder, sumar a favor del mejor, más capaz, mejor colocado, y por el que entienda que llegó el momento del fin de la mediocre clase política mexicana. ¿Serán capaces AMLO y Marcelo de un acto de grandeza como ese? La gran pregunta.

Por lo pronto, nadie puede ignorar que ese adefesio llamado “izquierda mexicana” —cualquier cosa que sea— tiene en 2012 una oportunidad histórica de cambio real —que no existió en 2006, porque sólo apareció un mesías—, y de construcción de una cultura de competencia leal, grandeza y compromiso, y que sólo existe un momento para tomar esa oportunidad. ¿Serán capaces?

AMLO es el más depurado animal político surgido en décadas; el de mayor talento para liderar las causas sociales. Y en efecto, ni es estadista ni demócrata. Pero Marcelo es uno de los políticos más inteligentes, con mayor preparación y empaque, el más cercano al estadista y el que mejor entiende y practica la democracia. La simbiosis se antoja ganadora. Y en el estado de México probarán sus fortalezas —en el territorio de su verdadero adversario—, pero no se tocarán ni con una hebra de terciopelo. Esa será la guerra de terciopelo, la simbiosis del cambio. Al tiempo.

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