“No es fácil dejarlo todo”
Viernes 18 de marzo de 2011 Julio César Rentería | Fuente: El Universal
TOKIO.— A casi una semana del sismo y el tsunami que azotaron este país, desde Tokio la situación se ve más preocupante.
Hoy platiqué con muchos amigos extranjeros y mexicanos y la mayoría ya piensa en regresar a sus países o viajar a otras zonas de Asia. Un amigo estaba alegre por haber conseguido un pasaje de avión a Sri Lanka. Al contrario de los extranjeros, yo no he visto que los japoneses estén planeando salir del país o dejar la capital y movilizarse hacia el sur.
La gente más bien está a la expectativa, se pregunta qué puede pasar, porque hasta ahora el gobierno no ha asegurado que sí vaya a poder controlar la emergencia nuclear. Las calles en esta ciudad, la más poblada del mundo, siguen semivacías.
Hoy pasé por una zona famosa por su vida nocturna, que normalmente se ve desbordante desde el jueves, y estaba completamente vacía. Las pantallas gigantes y el alumbrado público estaban apagados. Los cortes eléctricos continúan y afectan más en esta época del año, cuando a pesar de la llegada de la primavera las temperaturas siguen siendo bajas.
En casa no tenemos calefacción y mi hijo se ha tenido que quedar en casa de sus abuelos. Me han comentado que el arroz y el agua embotellada están escaseando. Hoy fui a comprar unas baterías y los anaqueles estaban vacíos, todas se habían acabado.
Tampoco había papel de baño. Las tiendas están vendiendo kits de emergencia que contienen un radio, una linterna y barras nutritivas.
Toda esta alarma por la crisis nuclear también nos ha hecho olvidar un poco la situación que aún padece la gente en Sendai y otras zonas más golpeadas por el sismo y el tsunami. La plática cotidiana ya no aborda tanto esos temas sino la emergencia nuclear.
Quizá por el ambiente en el que estuve hoy y la gente con quien platiqué regresé un poco cabizbajo a casa. Cuando esto inició no había contemplado la posibilidad de salir de Japón y regresar a México, pero en este momento la situación te lleva a pensar un poco más en eso.
Mi esposa Atzuko, que es japonesa, y yo teníamos el plan a largo plazo de regresar en unos años para que mi hijo estudiara allá, pero tomar la decisión en un mes es muy precipitado. Aquí está mi casa y no es fácil dejar trabajo, negocio, todo. Mi familia en México me pide que no le busque, que me regrese mientras pasa la emergencia, pero planearlo es difícil porque nadie sabe lo que vaya a pasar. Nunca habíamos vivido algo así. A la gente que tiene familia o amigos en Tokio me gustaría decirle que hasta ahora estamos bien. Sin embargo, si la situación se pone peor sí habría que pensar seriamente en regresar.
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Clan Yumuguita: el regreso a la patria
César Yumuguita Gutiérrez tiene 72 años, es el jefe de una familia que se llegó a establecer hace 18 años a Narita, Japón; tuvo que regresar ante el temor a la radiación
El temor a la radiación, a que la emergencia en Japón empeore, obligó a los 20 integrantes de la familia Yumuguita a salir del país. Cerraron sus casas y tuvieron que dejar sus pertenencias, los recuerdos de casi dos décadas en una nación que convirtieron en su hogar, al que aseguran, algún día volverán.
César Yumuguita Gutiérrez tiene 72 años, es el jefe de una familia que se llegó a establecer hace 18 años a Narita, Japón, unos 40 kilómetros de Tokio. Decidió asentarse en el país de su padre, donde encontró sus raíces, y al que se mudó con toda la familia.
"Yo estaba dispuesto a quedarme, pero mi mujer y mis hijas, decidieron que era momento de salir de Japón, sobre todo por lo más pequeños, pues el riesgo de la radiación es inminente. Al final juntos resolvimos que si era posible que la familia entera saliera, lo haríamos, de lo contrario, nos hubiéramos quedado para enfrentar todos el mismo destino", relató.
El señor Yumuguita arribó a México con su mujer, diez de sus nietos nacidos en Japón, con sus cuatro hijas y sus yernos, uno de ellos peruano.
Aunque contento por regresar a su patria, también reconoció el pesar de dejar una parte de su vida en el país que le ha dado todo a su familia, además también tres de sus nietos decidieron al final quedarse, pues "su arraigo a Japón pudo más" y por ser mayores tuvieron que respetar su decisión.
Jorge Espinoza, chiapaneco de nacimiento, es parte del clan Yumuguita, al que pertenece desde hace 16 años, al casarse con una de las hijas de Don César, por lo que decidió también instalarse en Narita, donde es administrador de restaurantes-bares.
"No pensamos dos veces en regresarnos, desde que comenzó la emergencia en las plantas nucleares, teníamos que poner a salvo a nuestros dos hijos, mi mujer y yo estaremos más tranquilos de estar acá", indicó.
Sobre todo porque "en la zona donde estábamos falta el alimento, tienes que hacer fila para encontrar alimentos, además de que está restringido un litro de leche o una botella de agua por persona", así que la opción fue regresar a México, aunque él espera que sea temporal, pues toda la familia está decidida a regresar a Japón, a sus hogares, con los amigos que tuvieron que quedarse, a retomar la vida que han construido en ese país.
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Senado, ni rápido ni furioso: ¡ciego!
Jorge CamilFuente: La Jornada / Mazo 18, 2011
Un Presidente que no habla cuando y como se debe, y que pacta con Obama en lo oscurito. Un vecino poderoso que nos ha perdido el respeto, y un embajador entrometido, "experto" en "estados fallidos".
Una secretaria de Seguridad Interior imprudente, que no pierde oportunidad de denigrar a los políticos mexicanos. Y al final, por supuesto, la zanahoria de los cientos de millones de la Iniciativa Mérida, detenidos por congresistas estadunidenses preocupados por los derechos humanos. ¿A eso se reduce la relación con Estados Unidos?
Ahora sabemos a qué fue Felipe Calderón a Washington. Según The New York Times (15/03/11), a autorizar a la Defensa estadunidense para que "continúe" sobre el territorio nacional los vuelos con aviones no tripulados que inició en febrero pasado (¿tiene facultades?). Además, a aprobar con Obama la apertura de un "segundo centro de fusión" para que los dos países trabajen en medidas contra el narco. Así sí se entiende lo inesperado del viaje. Los funcionarios que hablaron con el Times aseguraron que esta "ayuda" se ha mantenido en secreto "por las restricciones legales de México y los acalorados argumentos que surgirían en torno a las sensibilidades políticas sobre soberanía".
Se acabaron los días de la dignidad, aquellos en que la voz de México sonaba fuerte en Estados Unidos. Los días en que nos respetaban, porque teníamos una inquebrantable política exterior basada en valores nacionales; una política clara y fácil de entender para propios y extraños. Marcábamos nuestras diferencias y nos representaban cancilleres prestigiosos, conocedores del derecho internacional; diplomáticos que promovían los valores nacionales y enarbolaban las banderas de la soberanía y la autodeterminación (hoy palabras vacías). Se acabó la jurisprudencia, y llegó el pragmatismo “a la americana” de los licenciados en "relaciones internacionales".
Hoy la frontera con Estados Unidos y la relación misma se han vuelto permeables: áreas grises donde oscilan indistintamente ideas, costumbres, políticas, culturas, armas, drogas y dinero, y donde México, por su falta de instituciones sólidas y la ausencia de un estado de derecho, recibe la peor parte. Tras escuchar la labia de Obama, y su falta de sensibilidad en las relaciones con México, casi extraño a George W. Bush, el ignorante que habiendo crecido en la frontera respetaba al menos la comida tex-mex y era afecto a soltar dichos en español.
La pena es que estando en Washington Calderón pactó en lo oscurito y calló. No expresó como se debe su pérdida de confianza en el embajador Carlos Pascual. Nadie sabe si tocó el tema en privado, pero fuera de la Casa Blanca lo trató entre bromas con The Washington Post. El tema no se prestaba para eso, porque sus comentarios dejaron claro que le pesaba el agravio del diplomático que denigró al Ejército y al propio Calderón en los cables de Wikileaks. Convertido en estratega militar, Pascual envió cables informando que el Ejército Mexicano “tiene una nula preparación, es lento, sufre aversión al riesgo… y no es una garantía en la lucha contra el crimen organizado”. Dijo que él se coordina mejor con la Marina. "Aversión al riesgo", como se vea, es una forma no muy velada de acusar al Ejército de cobardía: ¡en medio de sus bajas en la guerra contra el narco! Y en momentos en que el mandatario lo necesita más que nunca para terminar lo mejor posible su guerra inopinada y su mandato.
Calderón recurrió a dichos folclóricos ("no me defiendas, compadre"), pero no planteó la remoción de Pascual ni el retiro del beneplácito. Al ser interrogado sobre su falta de confianza en Pascual, Calderón contestó con una evasiva: "la confianza es difícil de conseguir y fácil de perder". Pedir el retiro de Pascual era obligado para conservar la confianza del Ejército. ¿Cómo continuar luchando (y muriendo) por un comandante en jefe que no defiende a sus tropas?
Al regreso de Washington lo esperaba el operativo Fast and Furious, un "experimento" intervencionista, y a todas luces criminal, de la Dirección de Alcoholes, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF), que permitió y fomentó la exportación ilegal de armas a México para que "las armas caminen" ("caminen y asesinen mexicanos", debieron añadir). ¡"Tráfico vigilado", le llaman!
Más de 2 mil 500 armas, incluyendo las que perforan vehículos blindados, se pusieron en manos de contrabandistas que las vendieron al crimen organizado. La idea era "seguirles el rastro" y "asociarlas" a delitos. Aunque en un documento obtenido por CBS aparece que el Departamento de Justicia suspendió el operativo (La Jornada, 15/03/11), John Dodson, agente de ATF, asegura que Rápido y furioso sigue funcionando. Mientras tanto, la embajada del señor Pascual afirma que “el gobierno mexicano sabía del operativo”. Alguien miente.
¿Quién exigirá cuentas y defenderá el territorio, al Ejército y la soberanía, si no lo hace el Presidente, ni la buena de la señora canciller, ni nuestro embajador con su inglés impecable; ni el Senado, que tiene el deber constitucional de analizar la política exterior del Ejecutivo?
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Is Lower Mainland monitoring for nuclear fallout from Japan?
As a physician specializing in preventive medicine, I am concerned that there does not seem to be an audibly-announced U.S. or Canadian government policy on monitoring for fallout from the reactors in Japan.
First, are we sure we have good intelligence on this -- should we trust with our lives the veracity and forthcomingness of the Japanese government?
According to the CBC, it's already admitted by the Japanese government that there are radioactive vapor leaks, and that a sixth nuclear plant was added today (March 13) to the list of reactors in a state of emergency.
Yukio Edano, Japan's chief cabinet secretary, said Unit 3 of the Daiichi plant remained at risk for a hydrogen explosion, and went on to say: "If there is an explosion, however, there would be no significant impact on human health." I have considerable concerns about the reliability of this claim.
And according to the NYTimes, Japan’s public broadcast system instructed evacuees to close doors and windows, place a wet towel over their noses and mouths, and cover up as much as possible, and the government is also planning to distribute iodine.
It is clear that the greatest concern for now is for the people of Japan -- but this is an opportunity to reflect on the potentially catastrophic, permanent, and unjustifiable dangers we societally accept by allowing nuclear power -- we're all downwind from somewhere.
And as an elected official for UBC's University Neighbourhoods Association, I will push to get some answers, and to finalize our emergency preparedness planning. As with all real and potential disasters, we must plan to both reduce risk and adapt.
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Greenpeace International offers view of nuclear free future
The leader of Greenpeace International's Nuclear Campaign briefly analyzes Fukushima Daiichi's nuclear emergency and looks ahead to a future free of nuclear power plants.
Jan Beranek, head of Greenpeace International's nuclear campaign, said the Fukushima nuclear disaster damages the nuclear industry's claim that technology can prevent disaster.
"The industry was telling us things like what has happened at Fukushima could not happen because there was so much advanced technology involved. They said that we learned the lesson at Chernobyl and it will never happen again."
"We must ask ourselves if we could have avoided the disaster by choosing renewable energies," he said. He cited alternatives to nuclear energy including wind, solar, geothermal, and ocean wave energies.
“The advantages of not putting the whole bet on one single technology, but on a wide range of ten or eleven technologies available are huge. Renewable energy offers a sustainable path to quit dirty, dangerous fuels by transitioning to renewable energy and energy efficiency," he said.
"I think this (the Japanese nuclear emergency) will inform us for a long time to come," Beranake said. "And this is the time to switch our investments to sustainable affordable renewable energies."
Beranek said he couldn't give any additional insights into the situation at Fukushima Daiichi nuclear power plant. "There is almost no transparency at all and the question remains if the Japanese officials know what’s going on and hide it from the public or if they are as lost as we are. And the question is which of these is worse."
"Of the models we’ve been discussing with experts, even in a worse case scenario of release of radiation from the reactors or spent fuel rods, the radiation will stay lower in the atmosphere. It won’t be a fire going on for weeks, like at Chernobyl. So the cloud would not travel thousands and thousand of miles away but would deposit radiation fallout within several hundred kilometers of the site. This is a hypothetical worse case scenario.
"The best case scenario is that the people who are now putting their lives and health at stake to restore the cooling of the reactors and the radioactive spent fuel will be able to get control of the situation and the deepening crisis will be stabilized. We know that there is severe damage to the structures of the reactor, but we can hope that the radiation leakages are still relatively limited. Even though the radiation around the reactors is alarmingly high, we can hope that the radiation in the surrounding areas is not life-threatening.
Of course, that would still require the engineers and the firefighters involved to spend lots of efforts in the week and months and coming years before the radiation levels are decreased to manageable levels. Then we can proceed with some dismantling with the whole mess."
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