Translate to another language

Tuesday, March 29, 2011

Las alianzas de Andres Manuel en el pasado, creen que los ciudadanos no tenemos memoria historica!

 Alianza y farsa

Lo cierto es que en el fondo asistimos a uno de los espectáculos más grotescos y escandalosos de la vulgar lucha del poder por el poder.


Hoy el tema es la alianza que pactaron el PAN y el PRD y que aprobaron sus militancias en el Estado de México. También es tema que esa alianza es impugnada por Andrés Manuel López Obrador y por Alejandro Encinas, el mejor posicionado de los aspirantes de los partidos de la llamada izquierda.

Pero más allá de posturas antagónicas de impulsores de la alianza e impugnadores de la misma, lo cierto es que en el fondo asistimos a uno de los espectáculos más grotescos y escandalosos de la vulgar lucha del poder por el poder. ¿Por qué? Porque, en los hechos, somos testigos de una gran farsa en donde los actores centrales, los farsantes, creen que los ciudadanos padecen retraso mental.

Por eso, y para documentar la primera parte de la farsa, recurriremos a una estampa memoriosa poco conocida, que no tiene desperdicio, que cerrará la boca a los farsantes y —por si hiciera falta— que los retrata de cuerpo completo.

Resulta que la primera gran alianza opositora de todos contra el PRI —y eran todos contra el PRI— se produjo en la segunda mitad de 1999 en el estado de Coahuila, en donde se aliaron para “derrotar al PRI” los partidos PAN, PRD, PT, PVEM, Convergencia y el Partido de Centro Democrático. El PRI iba solo en esa elección que fue, en la historia del país, la primera alianza de todos contra el tricolor.

¿Y adivinen quiénes eran los presidentes del PRD y del PAN? En efecto, a los amarillos los presidía Andrés Manuel López Obrador y a los azules Luis Felipe Bravo Mena. ¿Y qué creen que pactaron? Caminar juntos, de la mano, a pesar de sus antagonismos, para derrotar al PRI. Pero además, por el PT, avaló la alianza Alberto Anaya; por el Partido Verde, el papá del Niño Verde; por Convergencia, Dante Delgado y, por el Partido de Centro Democrático, nada menos que Manuel Camacho. ¿Qué tal?

Y claro, en esa fecha a ninguno de los jefes partidistas les dio “asquito” juntarse con sus desiguales. Más aún, en las negociaciones entre azules y amarillos —entre Luis Felipe Bravo Mena y Rosendo Villareal, con Andrés Manuel López Obrador— nadie se escandalizó por el batidillo ideológico de la alianza, y menos se rasgaron las vestiduras por los diferendos ideológicos. Y, para ratificar la congruencia, basta decir que López Obrador fue el más entusiasta promotor de esa alianza con el PAN.

La elección en Coahuila se llevó a cabo el 26 de septiembre de 1999 y el candidato de la “alianza contra natura” fue el panista Juan Antonio García Villa, quien se enfrentó al priista Enrique Martínez y Martínez. ¿Pero, qué creen? Por increíble que resulte, el jefe de la campaña de Martínez y Martínez fue nada menos que Humberto Moreira, eficaz operador político que, seis años después, se convirtió en gobernador y, seis más, presidente nacional del PRI.

Ese 26 de septiembre de 1999, el PRI aplastó a la alianza PRD, PAN, PT, PVEM, Convergencia y PCD, al llevarse 61.2% de los votos, contra 34.7% de los aliancistas. Lo curioso del caso es que 12 años después todos se vuelven a encontrar, pero en el Estado de México, donde gobierna Enrique Peña Nieto, al que todos quieren derrotar, tumbar del caballo de la sucesión y vencer en julio de 2011 y julio de 2012.

Pero resulta que el jefe de campaña de Peña Nieto —y de la campaña para renovar el gobierno estatal— es nada menos que Enrique Martínez y Martínez, ex gobernador de Coahuila, delegado del PRI al Estado de México, impulsor de Humberto Moreira y, por si existen dudas de su eficacia como operador político, principal impulsor de la candidatura de Eruviel Ávila.

Así, en julio de 2011, se enfrentarán en el Estado de México los mismos políticos de PRI, PAN, PRD, PT, Convergencia y PVEM que ya se vieron las caras en Coahuila, en septiembre de 1999. La diferencia es que los otrora aliados azules y amarillos, hoy se escandalizan por sus incestuosos amoríos políticos, cuando hace 12 años retozaron sin pudor en la misma cama. ¿Asistimos o no a una gran farsa?

Y la segunda parte de la farsa es aun más vergonzosa. Se sabe que PAN, PRD, PT y Convergencia negocian una alianza de facto en el Estado de México, en donde el PAN colocaría un candidato títere, pero llamaría a votar por el del PRD, PT y Convergencia, que se llama Alejandro Encinas. ¿Así, o más escandalosa la farsa? Al tiempo.

EN EL CAMINO

Por cierto, para revivir al PRI en el Distrito Federal, en cualquier momento aparecerá como jefe del partido nada menos que Isidro Pastor, otro eficaz operador, enviado del Estado de México.

Twitter: @RicardoAlemanMx

-------------

Construir desde la adversidad o dividir desde la posibilidad
Marco Rascón
 
No se puede luchar contra el neoliberalismo desde el estatismo.  
No se puede ajustar un proyecto de nación, ajustándolo a la personalización de quienes detentan los monopolios. Tampoco se puede ganar una elección desde el organizativismo aritmético.

Bajo el actual sistema político, sin reforma radical del Estado y las formas de gobierno, habrá siempre un gobierno minoritario en el Poder Ejecutivo enfrentando a una oposición mayoritaria en el Congreso.
Esto sólo sirve para justificaciones futuras de que no se pueden tomar decisiones porque la oposición se une en contra. Éste ha sido el resultado de una transición sin cambios estructurales y donde sólo cambiaron las siglas en el Poder Ejecutivo, pero se mantuvieron los mismos intereses, las mismas estructuras, el mismo sistema corporativo de monopolios, proteccionismo y discrecionalidad.

No hay a la vista entre las precandidaturas expuestas intención de reforma al respecto. El silencio programático en unos y el reparto de cantos de sirenas para auditorios cautivos llenan la mayoría del contenido del discurso político, sobre la necesidad de una reforma al papel de la figura presidencial, que hoy está rodeada de limitaciones frente a poderes locales que demandan y exigen recursos, presupuestos, seguridad, obra pública, pero no están dispuestos a compartir responsabilidades frente al federalismo. La falta de un proyecto federal, construido desde las actuales condiciones de desmembramiento nacional, impide reformar para reconstruir.

El país está lleno de diagnósticos que se han convertido en lugar común. Todos tienen muy clara la descripción de los malos, pero la ciudadanía, salvo las conexiones clientelares, puede determinar quiénes son en verdad los buenos. En este panorama de negros y blancos, se ofrece la solución a los problemas endémicos del país, desde la fe y el poder presidencial, sin reformas. A futuro, sólo se construye el camino de las justificaciones, pues en la forma de proponer candidatos, partidos y gobiernos nada permite garantizar que desde los gobiernos enfrentados a sus oposiciones mayoritarias, puedan cumplir y desarrollar. Felipe Calderón, ya sea como justificación o como estrategia, gobierna con derrotas legislativas, pues ninguna de sus propuestas de reformas sobre derechos ciudadanos, medios de comunicación (apagón analógico), fiscal, etcétera, ha logrado imponer. Por eso, el papel para él y los que vengan es la vía del decreto que se gasta rápido y cada vez se limita más, pues no construye consensos.

Sin embargo, esto no es un esquema sólo dirigido al PAN, sino a todos los partidos, gane quien gane, pues el pantano sirve a la discrecionalidad, la corrupción y eludir las leyes caducas con hechos consumados que sirven a los poderes económicos locales y trasnacionales.

Sin reformas, no hay leyes actualizadas; sin éstas se imponen los intereses, el poder mayor frente al poder menor, lo económico sobre lo político, lo inmediato sobre la visión de largo plazo. Lo que debió ser un periodo de reformas a partir de la correlación de fuerzas políticas y legislativas en 2006 terminó dividiendo esa posibilidad y anulando la capacidad de reforma.

Lo que tenemos a la vista son los mismos actores que no supieron cumplir su papel de reformadores; ahora regresan como salvadores, frente a una realidad creada por ellos mismos.

Veamos y revisemos lo que ha sido construir desde la adversidad y el papel que han jugado las fuerzas para dividir desde la posibilidad. Es un juego donde las fuerzas se obstaculizan ellas mismas, inventando enemigos externos o internos, para justificar una y otra vez las derrotas. Mientras, el país real se convulsiona entre la violencia, la violación sistemática del estado de derecho y la promulgación de censuras mediante códigos, como los presentados la semana pasada por las televisoras mediante Iniciativa México.

Frente a esta suma de divisiones, alternativas aritméticas, que son como castillos de arena cuando se pretende construirlos con base en el aislamiento, en la ausencia de debate, sin la sustitución del razonamiento y la elaboración estratégica por actos de fe y personalizando las causas, sin cuestionar las estructuras.

Hoy está fácil coincidir en los diagnósticos, pero eso no resuelve nada ni construye por sí solo. El momento es para abrir el compás, los razonamientos, las opciones no propagandísticas ni clientelares, sino de la crítica y las propuestas de cambios profundos y estructurales.

Es regresarles a los conservadores y los intereses oligárquicos el mundo de la resistencia, del pasado, el patrimonio del retroceso y la restauración. No cabe hoy votar de nuevo por el menos malo y aceptar el secuestro de opciones. Los creadores de la polarización maniquea y viciada contribuyen a preservar la existencia de las estructuras e intereses, y para ello, cada vez que hay una posibilidad real, la anulan.

Hay que dudar de quienes, teniendo posibilidades, dividen. Hay que apreciar a los que desde las dificultades de hoy construyen.

No comments: