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Wednesday, March 02, 2011

Libia en el gran juego
Manlio Dinucci


No sólo familias que temen por sus vidas e inmigrantes pobres de otros países norafricanos huyen de Libia.

Hay decenas de miles de "refugiados" que son repatriados por sus gobiernos en barcos y aviones: sobre todo son ingenieros y ejecutivos de grandes compañías petroleras. No sólo de ENI, que realiza cerca de 15 por ciento de sus ventas desde Libia, sino otras multinacionales europeas, en particular BP, Royal Dutch Shell, Total, BASF, Statoil, Repsol. Cientos de empleados de Gazprom también se vieron obligados a abandonar Libia y más de 30 mil trabajadores chinos de la compañía petrolera y de la construcción. Una imagen simbólica de cómo la economía libia está interconectada con la economía global, dominada por las multinacionales.

Gracias a sus ricas reservas de petróleo y gas natural, Libia tiene una balanza comercial positiva de 27 mil millones de dólares al año y un ingreso per cápita medianamente elevado de 12 mil dólares, seis veces mayor que el de Egipto. A pesar de fuertes diferencias en los ingresos bajos y altos, el nivel de vida promedio de la población de Libia (sólo 6.5 millones de habitantes en comparación con los casi 85 millones de Egipto) es por lo tanto mayor que el de Egipto y otros países norafricanos. Lo muestra el hecho de que casi un millón y medio de inmigrantes, sobre todo del norte de África, trabajan en Libia. Cerca de 85 por ciento de las exportaciones libias de energía van a Europa: Italia tiene el primer lugar con 37 por ciento, seguida por Alemania, Francia y China. Italia también ocupa el primer lugar en importaciones de Libia, seguida por China, Turquía y Alemania.

Este marco ahora revienta como resultado de lo que se puede caracterizar no como una revuelta de masas empobrecidas, como las rebeliones en Egipto y Túnez, sino como una verdadera guerra civil, debido a una división del grupo gobernante. Quienquiera que diese el primer paso ha explotado el descontento contra el clan de Kadafi, que prevalece sobre todo entre las poblaciones de Cirenaica y los jóvenes en las ciudades, en un momento en el cual todo el norte de África ha tomado el camino de la rebelión. A diferencia de Egipto y Túnez, sin embargo, el levantamiento libio se planificó y se organizó con anterioridad.

Las reacciones en la arena internacional también son simbólicas. Pekín ha dicho que está extremadamente preocupado por los sucesos de Libia y llamó a "un rápido retorno a la estabilidad y la normalidad". El motivo es obvio: el comercio chino-libio ha crecido considerablemente (cerca de 30 por ciento solamente en 2010), pero ahora China puede ver que toda la estructura de las relaciones económicas con Libia, de donde importa cantidades crecientes de petróleo, se ha puesto en juego. Moscú se encuentra en una posición semejante.

Diametralmente opuesta es la señal de Washington: el presidente Barack Obama, que cuando se vio enfrentado a la crisis egipcia minimizó la represión desencadenada por Mubarak y llamó a una "transición ordenada y pacífica", ha condenado rotundamente al gobierno libio y anunció que Estados Unidos prepara “toda la gama de opciones que tenemos a nuestra disposición para responder a esta crisis, incluidas ‘acciones que ponemos emprender solos y otras que podemos coordinar con nuestros aliados a través de instituciones multilaterales’.” El mensaje es evidente: existe la posibilidad de una intervención militar de Estados Unidos y la OTAN en Libia, oficialmente para detener el derramamiento de sangre. Las verdaderas razones son obvias: si se derroca a Kadafi Estados Unidos podría derribar todo el marco de las relaciones económicas con Libia y abrir el camino a las multinacionales basadas en Estados Unidos, que hasta ahora están casi totalmente excluidas de la explotación de reservas de energía en Libia. Por lo tanto, Estados Unidos podría controlar el grifo de las fuentes de energía de las que depende en gran parte Europa y que también provee a China.

Estos son las apuestas en el gran juego de la división de los recursos africanos, por los que tiene lugar una creciente confrontación, en especial entre China y Estados Unidos. La creciente potencia asiática, con la presencia en África de cerca de 5 millones de gerentes, técnicos y trabajadores, construye industrias e infraestructuras a cambio de petróleo y otras materias primas. Estados Unidos, que no puede competir en ese terreno, puede utilizar su influencia sobre las fuerzas armadas de los países africanos importantes, que entrena mediante el Comando África (Africom), su principal instrumento para la penetración en el continente. La OTAN también entra ahora en el juego, ya que está a punto de concluir un tratado de cooperación militar con la Unión Africana, que incluye a 53 países.

La central de la cooperación de la Unión Africana con la OTAN ya se está construyendo en Addis Abeba una estructura moderna, financiada con 27 millones de euros de Alemania, bautizada "Construyendo paz y seguridad".

Il Manifesto,

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

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Revuelta en Magreb y Medio Oriente
La narrativa histórica que yace bajo la rebelión a Kadafi
Robert Fisk


Pobres de los viejos libios. Después de 42 años de Kadafi, el espíritu de la resistencia no arde con fuerza. 

El corazón intelectual de Libia se ha ido al extranjero. Los libios siempre se opusieron a los ocupantes de otros países, al igual que los argelinos, egipcios y yemeníes, pero su Amado Líder siempre se presentó como un seguidor de la resistencia, más que como un dictador. Por tanto, en su autoparodia de discurso pronunciado este miércoles en Trípolí evocó a Omar Mukhtar, ahorcado por el ejército colonial de Mussolini, en lugar de aprovechar el tono condescendiente utilizado por Mubarak o Ben Alí.

¿Y de quién es que va a defender a Libia? De Al Qaeda, desde luego. Ciertamente, en un momento durante su discurso ante la plaza verde, Kadafi hizo una observación muy interesante. Su servicio de inteligencia libio, aseguró, ha ayudado a liberar a miembros de Al Qaeda de la prisión de Guantánamo a cambio de la promesa de que Al Qaeda no hará operaciones en Libia o atacará a su gobierno. Pero Al Qaeda traicionó a los libios, insistió, y articuló "células durmientes" en el país.

Independientemente de si Kadafi cree todo esto o no, ha habido muchos rumores en el mundo árabe de contactos entre la policía secreta de Kadafi y miembros operativos de Al Qaeda; reuniones cuyo fin eran prevenir que se repitiera la insurrección islamita en miniatura que Kadafi enfrentó hace unos años en Bengasi.

En efecto, muchos miembros de la red Al Qaeda visitaron Libia, de ahí que muchos de ellos hayan añadido el patronímico "al Libi" (de Libia) a sus nombres de guerra. En ese sentido, era natural que Kadafi, quien alguna vez apoyó a los grupos de asesinos de palestinos Abu Nidal (que nunca lo traicionaron), sospechara que detrás de la insurrección en el este de Libia se encuentra Al Qaeda.

Huelga decir que es sólo cuestión de tiempo antes de que Kadafi le recuerde a los libios que Al Qaeda fue un satélite de todo árabe mujaidín utilizado por Estados Unidos para combatir a la Unión Soviética en Afganistán. Sin embargo, la feroz resistencia con que Libia repelió a la colonización italiana prueba que este pueblo sabe luchar y morir. En "Tripolitania", se esperaba que los libios se bajaran de la banqueta si un italiano la estaba usando. La Italia fascista usó a su fuerza aérea y a sus tropas de ocupación para humillar a Libia.

Paradójicamente, fueron las fuerzas británicas y estadunidenses, y no las italianas, las que liberaron Libia. Fueron dichas fuerzas las que dejaron tras de sí un legado de millones de minas terrestres en Tobruk y Bengasi que el extraño régimen de Kadafi no ha dejado de explotar a medida de que pastores libios morían continuamente en los viejos campos de batalla de la Segunda Guerra Mundial.

Los libios no están deslindados de la historia. Sus abuelos, o en muchos casos, sus padres, combatieron contra los italianos, lo que demuestra que existe un fundamento real a la resistencia, una verdadera narrativa histórica que yace como sostén de la oposición a Kadafi. De ahí que ahora el gobernante haga suya a la resistencia y la relacione con la mítica amenaza de la brutalidad de Al Qaeda hacia los extranjeros. Se supone que con eso conservará su régimen.

A diferencia de Túnez y Egipto, sin embargo, "las masas" provienen de una sociedad tribal más que de una sociedad nacional. De ahí que dos miembros de la propia familia de Kadafi –el jefe de seguridad de Trípoli y el más influyente funcionario de inteligencia en Bengasi– fueran respectivamente su sobrino Abdel Salem Alhadi y su primo Mabrouk Warfali. La tribu de Kadafi, los guedaffis, son originarios del desierto entre Sirte y Sebha, y por ello el oeste del país permanece bajo control del régimen.

Hablar de una guerra civil en Libia, que es el tipo de tontería que emerge en estos momentos del Departamento de Estado de Hillary Clinton, es absurdo. Todas las revoluciones, sangrientas o no, son normalmente guerras civiles a menos que potencias del exterior intervengan. Naciones occidentales ya dijeron que no tienen intención de hacerlo y los habitantes del este de Libia dejaron claro que no desean una intervención extranjera. (Por favor, tome nota David Cameron).

Kadafi fue a la guerra con Chad y perdió. El régimen de Kadafi no cuenta con un gran poderío militar y el coronel Kadafi no es el general Kadafi. Pese a ello, seguirá con su cantaleta anticolonialista durante todo el tiempo que sea necesario para que sus equipos de seguridad se consoliden en el oeste del país y él pueda pavonearse por Trípoli.

Una advertencia: según las sanciones de la ONU, se suponía que los iraquíes se sublevarían contra Saddam Hussein. No lo hicieron porque estaban demasiado ocupados tratando de mantener con vida a sus familias sin acceso a pan, agua potable o dinero. Saddam perdió únicamente cuatro provincias durante la rebelión de 1991, pero las recuperó más tarde.

Ahora, los pobladores de Libia occidental vivirán sin pan, agua potable y dinero. Kadafi habló este miércoles con la misma resolución de "rescatar" Bengasi de los "terroristas". Los dictadores no se hacen amigos ni se tienen confianza, pero desafortunadamente aprenden mucho unos de otros.

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