Ciudad de México • Derivado de los incidentes de violencia que se han registrado los últimos años en México, el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación de España sugería desde diciembre del año pasado a sus ciudadanos evitar viajar a varias entidades del país, por considerarlas zonas de riesgo.
El gobierno iberoamericano considera como lugares de riesgo las zonas montañosas de Guerrero, Michoacán, Veracruz, zonas rurales de Tamaulipas, Nuevo León y las zonas limítrofes y de montaña de Chihuahua, Durango, Sinaloa y Sonora, debido a los enfrentamientos entre organizaciones criminales o de éstas contra el Ejército y las fuerzas de orden público, en el marco del combate contra el narcotráfico emprendido por el gobierno de México.
“La situación coyuntural de inseguridad que atraviesa México, especialmente, pero no únicamente en los estados del norte del país, debe ser tenida en cuenta por quienes tengan previsto viajar a este país y por los ciudadanos españoles residentes en el mismo”, dice el ministerio.
“Al amparo de la delincuencia organizada, florecen también otros tipos de violencia que adopta la forma de asaltos, robo de vehículos, secuestros, extorsiones, etc.”.
En específico de Acapulco, el Ministerio de Asuntos Exteriores señaló que “la delincuencia organizada ha protagonizado incidentes violentos” por lo cual se “recomienda extremar prudencia”.
La madrugada del lunes, seis turistas españolas fueron atacadas sexualmente por hombres encapuchados en el poblado de San Andrés, Barra Vieja, en la zona Diamante de Acapulco
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“Los accidentes no nacen… se hacen”. ¿Recuerdan?
Por Marco Rascon
Fuente: Milenio
Que reviente una instalación de Pemex es costumbre.
Constantemente explota una refinería, un depósito o hay incendio de un ducto que mata trabajadores y pobladores sin que ahí se pare algún funcionario importante para mitigar la tragedia. Tragedias anteriores han sido consideradas irrelevantes, salvo las que se le atribuyeron al EPR en julio de 2007, debido a la carga ideológica que ello implicaba ante las impugnaciones sobre la legitimidad del gobierno calderonista y en el contexto del “fin de las instituciones”.
En el caso de la Torre de Pemex se repiten escenarios, reacciones y declaraciones que nos hablan del regreso (o no hemos salido de ella) de la vida bipolar donde cada hecho relevante nos fractura.
Todo sería comedia, salvo por el hecho trágico de la existencia de muertes y dolor verdadero.
Historia. La frase del título de esta colaboración podríamos asociarla a los tiempos del auge petrolero de finales de los 70, que advertía a los trabajadores mexicanos que la causa de los accidentes estaba en su propia pericia. Era un spot previo a la propuesta de que todos los mexicanos nos contratáramos a nosotros mismos.
En medio del auge petrolero y la administración de la abundancia, vino entonces el derrame e incendio del pozo Ixtoc 1, en la Sonda de Campeche en 1979, provocando uno de los mayores desastres ecológicos en el mundo y en particular en el golfo de México, y lo que era un mensaje al pueblo, desapareció de un día al otro, cuando Pemex justificó que la causa del estallido y el derrame del Ixtoc había sido “un accidente”.
El gobierno se tragó su spot para subordinar la regla inventada a su versión, y de ahí en adelante se hizo una costumbre, una manía, que hoy cosecha la duda y la especulación.
Ya previamente, versiones oficiales como el 2 de octubre de 1968 y el 10 de junio de 1971, hicieron historia como falsedades oficiales.
Las frases de oro. A raíz de lo sucedido en la Torre de Pemex existe la propuesta para que en el Congreso de la Unión se cambie la frase en letras de oro “La patria es primero” por otra que diga: “Todas las líneas de investigación están abiertas” o “No se descartara ninguna pista”, las cuales tienen ya el carácter de lemas nacionales ante su repetición para cualquier evento, sea crimen, estallido, fraude o robo.
El método para olvidar. La mejor manera en México para olvidar un escándalo es sustituyéndolo por otro y no establecer conexión entre ellos. El que intente hilar o crear antecedentes es un conspirador creador de teorías. Un escándalo mata a otro escándalo. Por ejemplo: Pemex mata Cassez, y así, anterior y sucesivamente.
Nuestro concepto de estabilidad es el escándalo. De la decadencia de las telenovelas mexicanas pasamos a los realitys donde todos somos detectives, investigadores, fiscales y jueces.
El dato inútil. La política informativa nueva está en su esplendor: miles de datos irrelevantes para no decirte nada. La misma escena pasada miles de veces a manera de mantenerte excitado, pero ignorante; tenso, pero entretenido; escéptico, pero especulador.
Los mensajes. ¿Por qué en México existe una contradicción esencial entre las versiones oficiales y las de la sociedad? Si matan al candidato sucesor, el gobierno asegura que la causa es un “asesinos solitario”, caso Colosio; si se descubre una conspiración, desaparece el eslabón, Muñoz Rocha en el caso Ruiz Massieu; si se declara una guerra por parte del gobierno, el enemigo se hace abstracto, “el crimen organizado” nacido de una fuga; si se necesita para la versión oficial la existencia de un cadáver, éste aparece, caso Amado Carrillo; si la presencia de un cuerpo estorba, entonces el cuerpo desaparece, caso El Lazca; si se caen helicópteros y aviones con ministros, de tajo son accidentes causados por pilotos irresponsables, casos Juan Camilo Mouriño y Francisco Blake Mora.
¿Por qué la sociedad y ahora las redes sociales tienen la obsesión de dudar, politizar o despolitizar los crímenes, guerras, desastres o eventos? ¿Qué hay en el fondo cuando unos buscan el complot y otros demostrar causas accidentales o desarticuladas?
Existe una obsesión en buscar mensajes ocultos, guerras secretas, fuerzas poderosas, que el oficialismo combate con frases de cliché, investigaciones oficiosas, respaldadas por una política de medios que tienden a pasar del escándalo a la frivolidad y la irrelevancia, según las necesidades.
En la opinión popular, todo acontecimiento es un desvío de atención y ya no importa la causa, sino la especulación sobre los efectos.
Aunque nos piden reiteradamente no especular, toda tragedia en México, sea provocada, accidental o por razones naturales, tiene un significado más allá de ella misma.
La versión más certera. ¿Qué fue? ¿Colapso, explosión o implosión? Quién sabe y no sabremos. En México ha nacido una nueva duda, que solo desaparecerá hasta que llegue la próxima.