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Friday, December 03, 2010

Soberanía empeñada y guerra perdida
Editorial de La Jornada / Diciembre 3, 2010

Entre las notas confidenciales del gobierno estadunidense difundidas por el sitio Wikileaks, se han dado a conocer varios informes alarmantes, indignantes y desoladores que atañen a la actuación del gobierno calderonista en su "guerra" contra la delincuencia organizada y a su mal desempeño general.

Destaca, en primer lugar, la inaceptable cesión de soberanía protagonizada por la actual administración, la cual ha caído en una dependencia casi total con respecto a Washington en materia de seguridad y de política exterior: el Ejecutivo federal comparte con la Casa Blanca circunstancias catastróficas que no da a conocer a la población mexicana; implora información de inteligencia, tecnología y capacitación, y reconoce la impotencia oficial ante las organizaciones delictivas. La autoridad ha venido propiciando, de esta forma, la injerencia de Estados Unidos y la supeditación a ese país en la seguridad y el manejo de la fuerza pública, y lo ha hecho –a contrapelo de los alegatos en favor de la transparencia– a espaldas a la sociedad.

En uno de los documentos divulgados por Wikileaks se consigna la percepción de Washington de que los cuerpos de seguridad mexicanos se encuentran divididos y confrontados, y que el Ejército actúa en forma lenta, torpe y con aversión al riesgo; en otro cable se afirma que en Ciudad Juárez se evidenció que la institución militar carecía del entrenamiento para patrullar las calles o emprender operaciones de aplicación de las leyes; en uno más se reproducen apreciaciones del ex subsecretario de Gobernación Jerónimo Gutiérrez de que las fuerzas gubernamentales han perdido el control de diversas regiones, que el despliegue de recursos militares y policiales en Ciudad Juárez no ha producido resultados y que al aparato institucional ya no le queda tiempo para retomar el control en lo que le resta al régimen calderonista.

En lo diplomático, los documentos difundidos por Wikileaks presentan a Calderón casi como un subordinado de Washington en el hemisferio: en un reporte sobre un encuentro con Dennis Blair, director de Inteligencia Nacional del país vecino, se ponen en boca del político michoacano expresiones como que su gobierno "está tratando de aislar a Venezuela por medio del Grupo de Río"; que está "particularmente preocupado" por las relaciones de Caracas con Teherán, y que el presidente Hugo Chávez "financió al Partido de la Revolución Democrática durante la campaña presidencial" de 2006.

Es de resaltar también el juicio sumarísimo que hace Calderón ligando a Venezuela e Irán con el narcotráfico. Y lo hace sin aportar prueba alguna.

En suma, los cables secretos divulgados por Wikileaks confirman lo que numerosas voces independientes han venido señalando: la estrategia de seguridad del actual gobierno conlleva una abdicación a la soberanía, el equipo gubernamental carece de la capacidad requerida para ganar la "guerra" que declaró y el empleo de las fuerzas armadas en el combate a la delincuencia tiene, necesariamente, consecuencias catastróficas para la propia institución castrense. Se confirma, también, que la administración actual ha ocultado información veraz relativa a la sangrienta confrontación a la que se ha llevado al país, y que en la ocultación han tenido un papel destacado los opinadores quienes, aun contando con los elementos de juicio para conocer los extravíos del poder público, le han aplaudido y le han facilitado argumentos para sus empeños errados.

Ante las revelaciones comentadas, la estrategia de seguridad y la política exterior del gobierno federal han quedado en una posición insostenible. La administración calderonista debe explicar, rectificar y ofrecer una disculpa amplia, profunda y honesta a la sociedad.


Proceso: embestida empresarial y gubernamental

Desde la noche del miércoles, Televisa ha puesto en juego buena parte de sus espacios de información y opinión y a varios de sus comentaristas para difundir y validar un testimonio del presunto narcotraficante Sergio Villarreal Barragán, El Grande, ahora "testigo colaborador" de la Procuraduría General de la República (PGR), según el cual su organización delictiva entregó 50 mil dólares al reportero de la revista Proceso Ricardo Ravelo para que dejara de mencionarlo en su trabajo periodístico. Significativamente, el propio Ravelo había publicado, unos días antes, un reportaje en el que refiere contactos de Villarreal Barragán con el titular del Ejecutivo federal, Felipe Calderón Hinojosa, y con el senador panista Guillermo Anaya. El semanario difundió, una semana antes, un adelanto del libro de Anabel Hernández Los señores del narco, en el que se sostiene que el gobierno federal ha intentado abrir canales de comunicación con los capos de la droga, y que en ese empeño estuvo involucrado el difunto Juan Camilo Mouriño, ex secretario de Gobernación y colaborador cercanísimo de Calderón.

La embestida del consorcio televisivo contra Proceso y su reportero va mucho más allá de la difusión de noticias; la desmesura, la insistencia y los epítetos empleados contra la revista denotan una hostilidad inocultable. Vista en forma aislada, esa embestida podría tomarse como un ejercicio indebido de músculo mediático y empresarial contra una publicación que, independientemente de lo que se piense sobre su línea editorial, ha sido, y es, independiente y crítica.

Pero debe recordarse que Televisa no es únicamente un medio, o un conjunto de medios sino, antes que eso, uno de los conglomerados empresariales más grandes del país, y que ha puesto su poder económico, su cobertura y su penetración al servicio de sus intereses políticos y corporativos. Ha de tenerse en mente, también, la tradicional relación de connivencia entre la compañía de la dinastía Azcárraga y el régimen: promotora número uno del discurso oficial, beneficiaria de primer orden de los favores del poder público y componente central del grupo político-empresarial que ocupa las instituciones del país, Televisa ha operado y sigue operando, al margen de cualquier disposición legal, como una suerte de ministerio de propaganda gubernamental, y su principal instrumento es el conjunto de concesiones, puntualmente refrendadas y ampliadas por gracia del gobierno, para la utilización de frecuencias que pertenecen a la nación.

Con esos elementos de contexto, resulta difícil no ver en la andanada televisiva contra Proceso una respuesta del gobierno federal, tan hostil como indebida, a las versiones publicadas en el semanario –ciertas o no– acerca de vínculos entre la administración pública y las organizaciones delictivas. No puede pensarse otra cosa, por lo demás, si se tiene presente que el actual gobierno ha abusado en forma sistemática de los organismos de procuración de justicia para ponerlos al servicio de sus designios facciosos, como lo ejemplifica el llamado michoacanazo. Ello hace pensar que los dichos de Villarreal Barragán sobre el informador de Proceso son declaraciones a modo, obtenidas con posterioridad a las publicaciones referidas. Esta sospecha se robustece por el absurdo manejo de fechas inicialmente presentado por Televisa, en el que el presunto delincuente hizo mención de un reportaje 17 días antes de que éste apareciera publicado.

Desde esta perspectiva, la embestida contra Proceso reviste la condición de una campaña gubernamental mal disimulada contra un medio informativo independiente.

Ello desmiente los propósitos recientemente formulados sobre un supuesto respeto a la libertad de expresión, confirma las relaciones inconfesables entre Televisa y el poder político y ratifica los señalamientos en torno a la ausencia de democracia real y efectiva en el país.

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Cambio Climático
2010, el año más caluroso del que se tenga registro: OMM



Cancún, Q Roo 2 de diciembre. Este 2010 ha sido el año más caluroso de que se tiene registro y la década reciente reportó las temperaturas más altas, con un incremento de 0.46 grados centígrados de 1961 a 1990, informó la Organización Meteorológica Mundial (OMM). En zonas de África, la península Arábiga y el suroeste de Asia, el Ártico canadiense y la costa de Groenlandia "se dio el año más cálido jamás registrado".

En un análisis correspondiente al periodo entre enero y octubre se encontró que la temperatura fue superior a la media de ese periodo; "por el momento 2010 se considera como el año más cálido registrado hasta el presente, justo por delante de 1998". En ese año en México se tuvo un número récord de incendios forestales.

Detalló que de 2001 a 2010, las temperaturas mundiales aumentaron en promedio 0.46 grados centígrados.

En el reporte dado a conocer este día aquí, el OMM informó que sólo en un número reducido de zonas terrestres se dieron temperaturas inferiores a las normales; los casos más destacados fueron los de zonas del oeste y centro de Siberia, del este de América del Sur, el interior de Australia y el sureste de Estados Unidos.

Agregó que las temperaturas de la superficie del mar fueron inferiores a lo normal en casi toda la mitad oriental del océano Pacífico, debido a un episodio de La Niña que se formó durante el año, pero fueron muy superiores a lo normal en casi la totalidad de los océanos Índico y Atlántico.

Recordó las inundaciones de Pakistán y China; las olas de calor en el oeste de Rusia, en Eurasia y el norte de África, la sequía en el Amazonas y la presencia de El Niño y La Niña durante este año.

Thursday, December 02, 2010

Comienxzan a circular los correos con informacion de Wiki sobre Mexico en el tema de lso narcos.

México: un Ejército dividido incapaz de vencer a los narcos
Los cables expresan la frustración de EE UU por las rivalidades internas en las Fuerzas Armadas y la corrupción "generalizada"

Editorial: Diario El Pais / PABLO ORDAZ | México 02/12/2010

Estados Unidos desconfía de la capacidad de México para luchar eficazmente contra el narcotráfico debido a la rivalidad entre los cuerpos de seguridad, la "generalizada" corrupción oficial y la incapacidad manifiesta del Ejército para reunir pruebas que incriminen a sus detenidos. Según se desprende de varios documentos elaborados por la Embajada estadounidense en México a los que ha tenido acceso EL PAÍS, "el éxito de un organismo se ve como el fracaso de otro" y "solo el 2% de los detenidos en Ciudad Juárez ha sido responsabilizado de un crimen".

La embajada, que reconoce el compromiso "sin precedentes" del Gobierno de Felipe Calderón en la lucha contra el narcotráfico, pone sin embargo de manifiesto en varios de sus informes la nula preparación del Ejército: "Es lento y tiene aversión al riesgo".

Las reiteradas críticas al Ejército contrastan, no obstante, con los elogios que la embajada dedica a la Marina, especialmente tras la operación que condujo a la captura y muerte del capo Arturo Beltrán Leyva (ABL).

El informe 240473, escrito por el propio embajador Carlos Pascual el 17 de diciembre de 2009, solo un día después de la caída del narcotraficante, asegura que la operación fue posible gracias a la información proporcionada por la legación de Estados Unidos sobre la ubicación del capo: "Los servicios jurídicos de la embajada dicen que la operación de arresto cuyo objetivo era ABL comenzó alrededor de una semana antes de su muerte.

El lunes, los servicios de inteligencia de la embajada situaron a Arturo Beltrán Leyva en un edificio de apartamentos localizado en Cuernavaca, alrededor de una hora al sur de la ciudad de México, donde Arturo Beltrán Leyva estaba escondido. SEMAR [la Marina mexicana] inició una operación de arresto el miércoles por la tarde, rodeando el complejo de apartamentos y estableciendo un perímetro de seguridad.

Las fuerzas de ABL abrieron fuego contra los operativos del SEMAR y se produjo un intenso tiroteo que hirió a tres marines y posiblemente mató a uno". El "posiblemente" se debe a que el embajador Pascual redactó el informe dirigido a Washington apenas unas horas después de la operación.

El resultado final de la operación fue el siguiente: los marines mexicanos abatieron a cinco de los sicarios que lo acompañaban; uno más, según la versión oficial, se suicidó al verse acorralado. Y, efectivamente, un infante de Marina murió en la operación (varios días después, tras publicarse su nombre en la prensa, la madre, la tía y dos hermanos del militar fueron asesinados en señal de venganza).

Ya en el informe redactado unas horas después de los hechos, el embajador Pascual reúne tres de los argumentos que constituyen una constante en sus despachos hacia Washington: la fiabilidad de la Marina, la torpeza del Ejército y la omnipresencia de EE UU en las cuestiones de seguridad de su vecino del sur. Este último asunto tiene gran importancia en México, un país históricamente muy celoso de su soberanía.

Sobre la diferencia de actitud entre la Marina (SEMAR) y el Ejército (SEDENA) merece la pena destacar el siguiente párrafo del despacho 240473: "La unidad del SEMAR [que mató al capo Beltrán Leyva] fue entrenada intensamente por el Comando Norte hace varios años. La exitosa operación (...) pone de relieve su emergente papel en la lucha contra el narcotráfico. SEMAR está bien entrenado, bien equipado y ha mostrado su capacidad para responder con rapidez a las acciones de inteligencia.

Su éxito pone a la SEDENA en la difícil posición de explicar por qué han sido reacios a actuar de manera inteligente y dirigir la operación contra objetivos de alto nivel. Nuestros servicios transmitieron la información originalmente al SEDENA, que se negó a actuar con rapidez y reflejó una aversión al riesgo que ha costado a la institución una victoria principal contra el narcotráfico".

El informe, que el embajador Pascual remite a todos los consulados de México y a instituciones tan relevantes como los comandos Norte y Sur o los departamentos de Justicia y del Tesoro, también alude al titular de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) de México, Genaro García Luna: "También puede ser considerado un perdedor (...). García Luna ya ha dicho en privado que la operación debería haber sido suya".

La descoordinación entre cuerpos también está presente en otro documento, elaborado el 29 de enero de 2010: "Terminamos 2009 con un compromiso sin precedentes del Gobierno mexicano para trabajar estrechamente con nosotros (...)".

Y más adelante: "Calderón ha atacado agresivamente a las organizaciones de tráfico de drogas, pero ha luchado con la descoordinación de los servicios de seguridad, con ratios de violencia en espiral que le han hecho vulnerable a las críticas de que su estrategia anticrimen ha fracasado (...).

Las instituciones de seguridad de México están a menudo presas de una competición de suma cero en la que un éxito de un organismo se ve como el fracaso del otro. La información se guarda celosamente y las operaciones conjuntas son casi desconocidas. La corrupción oficial es generalizada (...). Las ratios de acusación de delitos son tristes: el 2% de los detenidos son llevados a juicio, solo el 2% de los detenidos en Ciudad Juárez han sido responsabilizados de un crimen".

La peor parte de las críticas de Estados Unidos se la lleva de nuevo la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) o lo que es lo mismo, el Ejército. El despacho 246329 deja constancia: "El fracaso en la reducción de la violencia ha centrado la atención en lo que se entiende un fracaso de los militares y ha llevado un cambio importante para traspasar totalmente el mando en Ciudad Juárez en enero del Ejército a la Policía Federal. Los militares no estaban preparados para patrullar las calles o imponer la ley.

No tienen la autoridad para recoger pruebas y presentarlas ante la judicatura.

Resultado: las detenciones se disparan pero las acusaciones se mantienen invariables y tanto los militares como ciudadanos están cada vez más frustrados.

El cambio de mando en Ciudad Juárez ha sido visto por la clase política y el público como un repudio presidencial al Ejército".

Tuesday, November 30, 2010

Cambio climatico

Pastorela: entre el limbo y el infierno
Marco Rascón


Aunque en 1999 el Vaticano y el papa Ratzinger decidieron que el "infierno no es un lugar, sino una situación en la que se encuentran las almas", en 2006 determinó que el limbo no existe (casi casi lo definieron como una "situación de calle") para que lo niños no bautizados fueran al cielo, es decir, los corporativizaron; tanto el limbo como el infierno, hoy, hoy, están en México.

Diez años de alternancia en manos de Vicente Fox y Felipe Calderón no llevaron al cielo, la democracia efectiva o algo parecido, sino al limbo cercano al infierno para que regrese la restauración priísta.

Hoy el PRI demuestra cuán priísta es la política y el país, al punto que ni los ángeles ni los demonios lograron sustituirlo. Lo más que se logró con la alternancia fue demostrar que el vacío gestó el país que actualmente tenemos y que el infierno sí existe como lugar.

Para no sentirnos mal, hacemos el comparativo con el priísmo, cuando el único protagonista de la política nacional y las decisiones era el presidente de la República, que tenía mayoría absoluta en el Congreso y no sólo decidía quién gobernaba en cada uno de los tres estados y el Distrito Federal, sino en cada uno de los 2 mil 480 municipios del país. Frente a ellos, tanto los ángeles como los demonios en oposición a la diestra y la siniestra de la unidad nacional reclamaban democracia.

Democracia para unos era aspirar al lugar que ocupaba el PRI para hacer lo mismo. Para otros eran cambios y transformaciones; legalidad, elecciones limpias sin fraudes, gobiernos cercanos a los intereses mayoritarios. Otros más querían el gobierno para desarrollar sus fantasías, algunas muy cercanas al autoritarismo, el control, el odio a la crítica y la disidencia. En sus formas de lucha, en los métodos, se podía vislumbrar lo que cada fuerza sería cuando fuera gobierno.

Luego de muchos procesos, nacionales y regionales; luego de grandes eventos que fueron empujados por la movilización social y el voto, llegamos puntuales al nuevo siglo, inaugurando nuestra democracia, basada en la alternancia. Se hizo el primer gobierno de minorías y descentralizado, pero no por una visión de nuevo federalismo, sino porque los gobiernos estatales se convirtieron en el refugio de los expulsados del paraíso nacional. Surgieron así los sindicatos y coaliciones de gobernadores, la rapiña por los excedentes petroleros, la reproducción del viejo régimen en cada identidad, y surgieron también partidos franquicias. Ángeles y demonios se pasaban del cielo al limbo, y de ahí al infierno. Hasta el Vaticano se escandalizó… La separación de poderes se convirtió en un conflicto entre poderes y quienes debían legislar ejecutaban; los que tenían que juzgar legislaban, y los que tenían que ejecutar, hablando todo el día, creían que gobernaban.

Vino 2006, momento estelar para ángeles y demonios. Muerta la unidad nacional en 2000, sustituida por la alternancia, estaban dadas todas las condiciones para que, por fin, se abriera el cielo. Sin embargo, el diablo asomó la cola –¡tenía viejo tufo priista!– y empezó a condenar a todos al infierno si no lo seguían, respondiendo a la difamación con insultos, discursos vacíos, purezas, y poniéndose los despojos del vetusto presidencialismo para ganar. Hasta la fecha, en cuatro años, no hemos podido salir de lo electoral y seguimos viviendo las consecuencias de todos los errores y contrasentidos de aquella campaña.

Fueron tan malas las respuestas (como el plantón en Reforma y el Zócalo), que abrieron la duda en miles que habían votado por un cambio de izquierda y prefirieron el limbo. Los ángeles se quedaron con la presidencia, pero desde el inicio estaban caídos. Tanto los que se quedaron con la presidencia como los demonios impugnadores fueron observados por el padre que los veía consumirse en la ingenuidad, la inmadurez y botar a la basura el arma que pudo aniquilarlo: 70 por ciento de la votación en favor de los ángeles y los demonios.

Hoy, el PRI se levanta entre inconsecuencias y un país fracasado, que quiso resurgir, pero que no encontró caminos y se convirtió en un lugar que ni siquiera ha imaginado el Papa o el Vaticano; un lugar entre el limbo y el infierno, donde el espíritu patriota se alimenta de festejos, confeti, chiflidos de resentimiento y ganas de destruir todo.

Acabada la unidad nacional priísta, devino el limbo y el infierno. La exaltación de la violencia como triunfo y respuesta a la complicidad y el inmovilismo. La fuerza sobre la razón; la posesión personalista de los destinos nacionales, donde el ángel y el demonio terminaron pareciéndose e identificándose como autores del mismo fracaso.

¡Gracias, señor Presidente!, dirán ahora los priístas como en los viejos tiempos, pero por haberles regresado el país que habían perdido.

México es hoy resultado de una pasión entre ángel y demonio, sentados a la diestra y siniestra del gran régimen priísta; ellos unieron el limbo y el infierno que el padre todopoderoso acepta como un regalo en el cuarto año de gobierno.

http://www.marcorascon.org/

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Bolivia defenderá la postura de los pueblos favorable a la naturaleza

Periódico La Jornada
Martes 30 de noviembre de 2010

La Paz, 29 de noviembre. Bolivia defenderá la postura de los pueblos favorable a la naturaleza en la 16 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, que se inició este lunes en Cancún, México.

La delegación de este país sudamericano enarbolará los acuerdos de la primera Conferencia Mundial de los Pueblos sobre Cambio Climático, celebrada en abril en la localidad cochabambina de Tiquipaya, aprobados por delegados de organizaciones sociales de más de 140 países.

Junto al presidente Evo Morales defenderán esta propuesta la ministra de Medio Ambiente, María Esther Udaeta; así como parlamentarios, representantes de organizaciones sociales, dirigentes campesinos, universitarios y científicos de esta nación sudamericana.

Bolivia aspira a que los participantes en la reunión de Cancún lleguen a un consenso acerca de la necesidad de enfriar el planeta en al menos un grado centígrado para estabilizar la temperatura ambiente, informó la víspera el canciller David Choquehuanca.

Esta y otras exigencias están dirigidas contra los adalides de la llamada "economía verde", quienes tratan de convertir en mercancía a la naturaleza y emitir bonos para el control de ciertas zonas por parte de algunas empresas, so pretexto de que agua, bosques y otros se destruyen por falta de dueños.

Ello comprometerá a los gobiernos a que acepten la oferta de las trasnacionales y les impedirá interferir en la explotación de esos recursos en beneficio de unos pocos y no para las mayorías, como denunciaron antes ecologistas y el propio Morales.

El mandatario boliviano definió con antelación que Cancún podía convertirse en una verdadera fiesta entre gobiernos y movimientos sociales populares, de lograrse una concertación de intereses alrededor de la defensa del medio ambiente y de la subsistencia de la especie humana.

Pero, si los países industrializados mantienen la postura de la Cumbre de Copenhague 2009, probablemente el encuentro derive en una confrontación con las organizaciones populares del mundo y no sólo de América Latina, pronosticó.

Tuesday, November 23, 2010

Immigrant built cultural bridges in B.C.

David Lam, the Hong-Kong born philanthropist who put a generous face on the strong wave of ethnic Chinese immigration to Canada and became one of the province's most memorable lieutenant-governors has died at the age of 87 from prostate cancer.

Often referring to himself as a "bridge builder" and "healer" between cultures, Mr. Lam succeeded more than any other person in easing some of the tension that developed when hundreds of thousands of Chinese immigrants began flocking to B.C. in the late 1980s, many of them well-off entrepreneurs from Hong Kong and Taiwan.

One of B.C.'s wealthiest men, Mr. Lam was a real-estate magnate and Baptist with a penchant for Confucian philosophy and an undying gratitude to Canada.

When Vancouver Sun columnist Denny Boyd wrote the first media piece ever published about Lam in 1985, the gifted developer and investor was already retired and starting to give away $1-million a year to favourite causes.

"I have seen a lot of wealth -- like gold, silver, diamonds and cash in the bank. But these are dead wealth. These are useless to me," he once said. "True riches are of the mind."

Today, Mr. Lam's name graces dozens of buildings, parks, gardens, musical groups and awards in B.C.

Mr. Lam was born into a well-to-do family in Hong Kong on July 25, 1923. He worked there as a banker but made his fortune after moving in 1967 to Canada with his family -- wife Dorothy and three daughters, Deborah, Daphne and Doreen. He ended up investing in real estate in B.C., California and Arizona, often partnering with new immigrants.

Although Mr. Lam was unceasingly gracious and jovial, he could be tough minded.

At the same time he was asking Canadians to openheartedly accept new immigrants, he was constantly chastising Chinese newcomers to be more polite, think about something other than money and fully embrace Canadian life.

He also showed his no-nonsense backbone in 1991, when he revealed he was ready to use the extraordinary, but rarely used powers of a lieutenant-governor to ask for the resignation of scandal-plagued premier Bill Vander Zalm.

The Social Credit premier had been accused of using his office for personal gain in a deal involving his Fantasy

Gardens theme park. Mr. Lam never had to wield his royal hammer, however, because Mr. Vander Zalm resigned on his own.

Mr. Lam had taken on his high office with reluctance. When he was appointed by former prime minister Brian Mulroney, he was anxious about becoming the first ethnic Chinese lieutenant-governor in Canadian history.

"I turned the job down two times," he said. "I was not born here. English is not my first language. Try to imagine being appointed lieutenant-governor of Quebec and see what intimidation you will face. Then I thought: The real shortcoming is my imagined shortcomings."

His appointment made headlines around the world.

No slouch when it came to fulfilling his regal duties, Mr. Lam and his wife, who died in 1997 at age 67, once admitted they had to receive medical treatment for muscle problems that developed in their arms from shaking thousands of hands.

Mr. Lam said being lieutenant-governor was a hectic, 14-hour-a-day challenge. Each year he gave 350 speeches, wrote 1,000 letters and entertained 2,000 visitors at Government House mansion on Rockland Avenue in Victoria. The rate of invitations tripled after he came into office.

He seemed to love all Canadians, and they returned the favour -- even if he couldn't smile to show his appreciation.

Around the time he accepted the lieutenant-governor's role, he developed a minor facial paralysis called Bell's Palsy, which made his left eye droop. He hoped people would be tolerant. He said: "People ask, 'Why don't you smile any more? Aren't you happy?' Well, dammit, I can't smile."

When Mr. Lam stepped down as lieutenant-governor in 1995, a Victoria Times Colonist editorial said that not one word of the fulsome praise that had been showered upon Mr. Lam for his time in office could be called "empty flattery."

Calling Mr. Lam an "admirable" man who couldn't conceal his pride in being Canadian, the editorial noted: "Whenever an opportunity arose to speak to new immigrants, he tried to encourage them to make great efforts to integrate into Canadian society. From someone with his ancestry and his self-made success, the message carried particular potency."

Although he called money "dead wealth," Lam made much of his estimated $100-million fortune through loyalty and genial shrewdness.

When disoriented Hong Kong immigrants arrived at Vancouver International Airport, he would go to Richmond to welcome them. In many cases, he would soon be giving them advice on how to invest their millions of dollars on the West Coast, often entering into partnerships.

Although Mr. Lam had links with the Progressive Conservative Party and was a diehard supporter of free enterprise, it didn't stop him worrying about how the marketplace was creating a growing gap between rich and poor, especially in ruthless Hong Kong. "To me," he said, "pure capitalism is a very horrible thing."

With his strong commitment to fairness, social cohesion and peaceful change, he urged Canadians to embrace immigrants from all corners of the world, saying "the old B.C. has passed" and "we must expect growing pains."


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Que celebran los mexicanos este centenario de la Revolucion Mexicana?

¿Qué celebramos? Balaceras, otro político asesinado y peor pobreza
Editorial: El Universal / Nov 23

El recuerdo del millón de muertos de la Revolución Mexicana fue de escepticismo, indiferencia y tristeza. Mientras era realizado otro desfile militar resonaban las balaceras en varios lugares del país y luego fue muerto a tiros el ex gobernador de Colima, Silverio Cavazos Cevallos.

A cien años del levantamiento contra la dictadura de Porfirio Díaz y el manifiesto de Madero de Sufragio Efectivo no Reelección, la república está a la deriva. Nadie, ni el gobierno ni el pueblo, tienen idea de cómo y cuándo vamos a salir de este infierno.

Quienes nacieron en los años veinte y treinta dicen que estos tiempos son peores porque hoy se conjugan pobreza, hambre, inseguridad, falta de oportunidades y pérdida de rumbo.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) indican que se ha duplicado la pobreza extrema. Señalan: mientras en el 2008 había un niño con hambre en 8% de los hogares mexicanos, hoy existe en 17%. Pregunta: ¿Esto importa a funcionarios que mencionan cifras alegres como las del empleo?

Ante este cuadro de miserias ¿tienen sentido los festejos? Sin embargo, el gobierno federal quiso realizarlos, pese a los fracasados del 15 de septiembre, con aquel desfile de figuras grotescas y el “coloso” que terminó, hecho pedazos, en jardines del CAPSE.

Todo a costos millonarios fijados por el dispendioso secretario de Educación Pública, Alonso Lujambio, quien en esta ocasión fue hecho a un lado y la fiesta del centenario estuvo a cargo de la SEDENA.

Los militares hicieron lo que saben, un desfile de poco más de 800 elementos y personificaciones de revolucionarios con indumentarias al estilo villista, zapatista y carrancista.

Sin embargo, las nuevas generaciones ven de lejos al Movimiento de 1910 y no los emocionó ni la vieja locomotora colocada frente a Palacio Nacional. Si acaso impactó la escuadrilla de F-5 que varias veces sobrevoló el área metropolitana.

Hubo alegría, en cambio, en las fuerzas armadas por el ascenso a generales, expertos en inteligencia, 80 jefes y 1 mil 222 oficiales. Bien le fue a los marinos con el ascenso de 5 mil 654 de sus miembros, entre ellos Wilfredo Robledo, quien alcanzó el grado de almirante, calidad que le permite ser secretario de Marina.

Mejores resultaron los eventos del jefe de Gobierno del DF, Marcelo Ebrard, quien a un costo de 634 millones de pesos remodeló el Monumento a la Revolución.

También alcanzó éxito Ebrard con la Cumbre Climática Mundial de Alcaldes, a la cual asistieron representantes de 120 ciudades del orbe y firmaron compromisos para reducir emisiones de gases, hacer un manejo adecuado de los residuos y motivar a la población civil a participar en ese drama global.

En tanto, la Ciudad de México es acosada por el hampa. Se calculan 40 secuestros por mes y los cárteles multiplican a sus “narcomenudistas”. O sea, la tercera metrópoli más populosa del mundo está en peligros similares a los de Monterrey, Reynosa, Tampico, Cuernavaca y otras ciudades.

En pleno Centenario de la Revolución, Nuevo León padeció intensas balaceras, similares a las recientes de Tamaulipas y alrededor de 40 bloqueos vehiculares, hechos por jóvenes al servicio de la delincuencia.

En Europa y Estados Unidos es contemplado México como nación atrapada por el narcotráfico y con negro futuro. Ni los indocumentados que emigraron de nuestro país quieren venir a visitar a sus familias a fin de año.

Para no variar, el asesinato a tiros del ex gobernador Silverio Cavazos es relacionado con la delincuencia de las drogas. O sea, quedará impune.

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A Mariachi Festival Uses Music to Take a Stand Against Racism

MESILLA, N.M.— The cold temperatures did not stop the audience or the players. Gathered in the central plaza of this historic town, several hundred people got together this past weekend to listen to the new talents of Mariachi music, made in the USA.

They came from all over the Southwest and Mexico, fans and musicians ranging from a few months of age to well in their retirement years. Many couldn’t speak or understand Spanish; some couldn’t speak English, either. But then, the only language that mattered was the music.

The Las Cruces International Mariachi Conference has been going strong for 17 years, but the mood this year was different. At a time when immigrants are under attack throughout the Southwest, with states and the GOP-controlled House of Representatives threatening to pass harsh new anti-immigrant measures inspired by Arizona’s SB 1070, many saw the festival as a symbol of defiance and ethnic pride.

“We are all proud to be Americans, but we can’t deny that the influence of the Mexican culture is all over this land, and we are proud of it, too,’’ said Orlando Antonio Jimenez, a Mariachi singer who was serving as the master of ceremonies, as he stayed warm beneath a striped zarape, or blanket, in the red, green and white of the Mexican flag.

The same spirit flowed from all the performers—mainly students— and their parents, many of whom traveled from the neighboring states of Texas and Arizona.

“I love Mariachi music,’’ said 13-year-old Ali Pizarro, a student at Pistor Middle School in Tucson, who plays vihuela, guitar and guitarron—a bass instrument that looks like a guitar but is much larger and is strapped over the shoulders, allowing the musician to follow the band. “I would like to play Mariachi when I grow old, but I also want to study mechanical engineering, just in case,” he added.

Ali’s parents watched happily as their son and 12 other Pistor students performed. But later, when asked about the Arizona’s anti-immigration climate, they expressed concern about what might happen if federal courts decide to fully implement SB 1070, which makes it a state crime to be an undocumented person, and HB 2281, which would ban all “ethnic studies” from Arizona schools. Both laws, which were enacted earlier this year, are the subjects of lawsuits.

If HB 2281 takes effect, Mariachi classes, which are very popular in Arizona, could be among the casualties. “This is an excellent program,” said Ali’s mother, Xochitl Pizarro. “It helps the kids to develop not just academically and artistically, but also to learn about their roots.”

“It seems that, not only would they like to deport all the Mexicans, they also don’t want that our children, who are U.S. citizens, learn about who we really are,” she added. Almost half of Arizona high school students are of Mexican descent.

“From Michigan to Michoacán [Mexico], this is our country,” said Raul Aguirre, a Mexican who has lived in the U.S. all but three of his 55 years. Noting that for centuries Mexicans—and now Latinos from other countries—have contributed to the well-being of the United States, Aguirre, owner of his own company, Rea Media Group, warned that the Arizona laws are “short-sighted” and likely to backfire if they are eventually implemented.

“We are on a collision course,” Aguirre said. “We [Latinos] are the largest and youngest minority group in the country, and they [Anglo-Saxons] are the oldest. We are the largest and fastest-growing market in the country, and they are in decline. If they threw us out, who is going to take care of them?” he added with a big laugh, pointing out that the future of Social Security, among other things, depends on the financial support of younger generations.

“We would like to see our politicians recognize [that] we are filling the gaps,” said Maek Ruiz, a music teacher from Arizona, noting that Mexicans in the Southwest—and Latinos as a whole—are an essential element in just about every aspect of the development of the U.S. society. “They can’t just pat us on the back when they need us and then kick us out when it is politically convenient.”

“We are defenders and promoters of [cultural] diversity,” said the festival’s executive director, Phyllis Franzoy. “I don’t know where all this is going to take us, but [I] know that every one that is involved gets a better understanding of cultural diversity and humanity,” she added, already thinking of the 18th annual Mariachi festival—which, of course, will be held in Mesilla.

Sunday, November 21, 2010

Ciudad Juárez: los jóvenes, en riesgo
Editorial de La Jornada/ Nov 21, 2010

En los meses recientes ha quedado de manifiesto el amplio rechazo que suscita en la porción joven de Ciudad Juárez, Chihuahua, la estrategia de seguridad pública que lleva a cabo el gobierno federal –con apoyo del estatal y el municipal– en esa localidad. 

Muestra de ello son las movilizaciones desarrolladas por organizaciones estudiantiles y sociales, integradas mayoritariamente por jóvenes, en contra de la "militarización" y la "muerte" en esa urbe fronteriza, una de las cuales tuvo lugar ayer, con réplicas en otras ciudades del país.

El rechazo de la juventud juarense a la estrategia calderonista tiene como telón de fondo la desorbitada violencia en esa ciudad, que ha supuesto para el conjunto de sus habitantes una alteración mayúscula en las perspectivas de una vida íntegra y, para los jóvenes de la localidad, una amenaza constante. De acuerdo con cifras del Frente Nacional Contra la Represión, de los más de 7 mil homicidios contabilizados en esa urbe de 2008 a la fecha, más de la mitad fueron cometidos en contra de muchachos y muchachas. En la mayor parte de los casos, los gobiernos federal, estatal y municipal han abdicado de su responsabilidad básica de esclarecer y procurar justicia, han relacionado en no pocas ocasiones a las víctimas con los grupos de delincuentes –como si con ese argumento se justificaran los asesinatos– y han otorgado así una patente de impunidad para los responsables, de manera similar a como ha ocurrido desde hace dos décadas con los llamados feminicidios en esa misma ciudad.

El evidente riesgo que corren los jóvenes como resultado de los enfrentamientos entre grupos delictivos, o entre éstos y los efectivos de las fuerzas públicas, debería ser motivo suficiente para que el gobierno atendiera las demandas de la sociedad juarense y emprendiera un viraje en la fallida estrategia de seguridad que desarrolla en ése y otros puntos del país. Pero en el momento presente hay que sumar a esos elementos la criminalización y la represión ejercida por las fuerzas federales a las expresiones de protesta social. Cabe recordar el episodio de hace tres semanas, cuando elementos de la Policía Federal (PF) agredieron una marcha pacífica e hirieron de gravedad al estudiante universitario Darío Álvarez Orrantía.

Ahora, como si hicieran falta elementos para complicar el panorama, las autoridades estatales han afirmado que el Ejército volverá a patrullar Ciudad Juárez, y ello no sólo representaría un retroceso en una decisión tomada por el gobierno federal desde enero pasado –sacar a los militares de las calles de esa ciudad y entregar el control a la PF–, sino que constituiría una provocación a la población de esa urbe, que ha expresado en distintas formas su repudio a la presencia de efectivos federales. La eventual concreción de esa posibilidad difícilmente pondrá fin a la violencia que se desarrolla en la martirizada localidad fronteriza; en cambio, hará manifiesta la insensibilidad y la sordera de las autoridades a los reclamos de la población; minará, con ello, un elemento esencial para el éxito de cualquier estrategia de seguridad –el consenso de la ciudadanía–, e introducirá una amenaza adicional para las garantías de los juarenses, empezando por los jóvenes.

Nadie puede negar que se debe combatir la ilegalidad, y es meridianamente claro que en Ciudad Juárez tiene lugar un quebranto mayúsculo al estado de derecho. Pero la preservación de la actual estrategia es un multiplicador de la vulnerabilidad y el riesgo para la porción joven de la población –otro es la falta de oportunidades de empleo, desarrollo, educación y salud–, y ello hace urgente un viraje y un replanteamiento en las estrategias que privilegie, en ése y en otros puntos del territorio, la preservación de la seguridad y la vida.


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En DF, firman alcaldes del mundo pacto contra cambio climático

* Exige a líderes que las ciudades participen en los organismos de financiamiento y decisión.

21/11/2010

México, DF. Convocados por el gobierno del Distrito Federal y con la finalidad de enviar un claro mensaje a la comunidad y a las autoridades de primer nivel internacional sobre la importancia que las ciudades tienen en la estrategia contra el calentamiento global, más de 136 alcaldes de todas regiones del mundo suscriben el Primer Pacto entre Ciudades para Luchar Contra el Cambio Climático.

Gabriel Sánchez Díaz, presidente de la fundación Pensar. Planeta política persona, fue el encargado de leer el contenido del convenio.

En el denominado “Pacto de la ciudad de México”, los gobernantes locales del mundo establecen compromisos concretos para la reducción de gases de efecto invernadero y un nuevo mecanismo para medir y verificar las acciones que realicen en esta lucha.

El pacto exige a los líderes del mundo que se incluya a las ciudades en los organismos de cooperación, financiamiento, tecnología y decisión en materia de cambio climático.

El documento se entregará a los representantes de las Naciones Unidas que se reunirán en Cancún en la Conferencia de las Partes (COP16) del 29 de noviembre al 10 de diciembre próximos.

Al dar la bienvenida a los alcaldes reunidos en esta cumbre que se realiza en el Palacio del Antiguo Palacio de Medicina en el Centro Histórico de la Ciudad de México, Marcelo Ebrard Casaubón, jefe de Gobierno de la ciudad de México y Presidente del Consejo Mundial del Cambio Climático dijo que el mensaje suscrito en este pacto constituye una esperanza para la humanidad ante los efectos del calentamiento global cuyos efectos ya se manifiestan en el planeta.

“No tenemos tiempo “dijo al mandatario al señalar que este pacto demuestra que se pueden suscribir acuerdos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, y que en el corto plazo las ciudades tengan un registro global sobre las acciones que cada una lleve a cabo para solucionar el problema.

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Designan a Ebrard vocero de alcaldes en cumbre de Cancún

- Necesaria, una revolución ciudadana para exigir el cumplimiento de la agenda nacional: Carlos Fuentes

- La democracia se estableció en México al tiempo que creció la delincuencia, afirma

Ángel Bolaños Sánchez

Fuente: La Jornada
Domingo 21 de noviembre de 2010

El jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard Casaubon, fue nombrado representante de Ciudades y Gobiernos Locales Unidos (CGLU), en la Cumbre Mundial Sobre Cambio Climático que se realizará en Cancún del 26 de noviembre al 10 de diciembre.

En la ceremonia de clausura de la tercera Reunión Cumbre Mundial de Líderes Locales y Regionales, el mandatario capitalino dijo que hay una posición común, aprobada por la asamblea general de CGLU, para ir a Cancún a "urgir a los países a que se tomen medidas en el corto plazo que eviten el calentamiento global y los riesgos que significa para las ciudades".

En el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, el Ejecutivo local afirmó que la reunión fue un éxito al lograr acuerdos relevantes en diversos temas, particularmente en el modelo de ciudad a la que se aspira hacia 2030.

La secretaria general de CGLU, Elizabeth Gateau, informó que al manifiesto La ciudad de 2030, nuestro sueño se agregó un punto suplementario a propuesta de la alcaldesa de Kigali, Rwanda, Aisa Kirabo, sobre la seguridad de los habitantes y la ciudad pacificada, en el que se plantea dar prioridad a este tema al advertir que la inseguridad resta confianza en el porvenir a los ciudadanos.

"La ciudad de 2030 será una en donde las mujeres pueden vivir sin miedo de violencia, una ciudad en que se pueden sostener en forma activa iniciativas para el diálogo, la reconciliación y la paz entre la comunidad y los pueblos". El escritor Carlos Fuentes abordó también el tema en su participación.

El director ejecutivo de la Oficina de Congresos y Convenciones de la Secretaría de Turismo, Carlos Mackinlay, en la conducción del acto, anunció que la asamblea de CGLU nombró como su nuevo presidente para los próximos años al alcalde de Estambul, Turquía, Kadir Tobas.

Lo acompañarán como vicepresidentes los alcaldes de otras cinco ciudades: Antonio Costa, de Lisboa, Portugal; Johny Araya Monje, de San José, Costa Rica; Wang Qinglilang, de Guangzhou, República Popular China; Muchadeyi Masund, de Hararé, Zimbabwe e Izur Meshin, de Kazán, en la Federación Rusa, mientras que el alcalde de Bluffton, Indiana, Estados Unidos, Ted Ellis, fue elegido tesorero del organismo.

David Cadman, concejal de Vancouver, Canadá, y presidente de ICLEI (Gobiernos Locales por la Sustentabilidad), organización que encabezará hoy los trabajos de la Cumbre Climática Mundial de Alcaldes, convocada conjuntamente con CGLU y el Gobierno del Distrito Federal, aprovechó su participación para hacer un reconocimiento al fundador de Ciudades y Gobiernos Locales Unidos, el alcalde de París, Bertrand Delanoë, al que entregó un reconocimiento.

Como invitado especial, el alcalde de Los Ángeles, Antonio Villaraigosa, llamó la atención sobre la necesidad de que las ciudades de Estados Unidos se involucren más en organizaciones como CGLU, a la que reconoció que lidera un esfuerzo por mejores prácticas de gobierno. "Los alcaldes de las ciudades globales del mundo no podemos quedarnos sentados", ante problemas como el cambio climático, afirmó.

País de oportunidades abiertas y votos cerrados: Fuentes

Carlos Fuentes comenzó su exposición desentrañando los orígenes de lo que es hoy la ciudad de México, pasando por la conquista, y al llegar a la Revolución de 1910 se detuvo para hacer una breve descripción del movimiento armado y algunos de sus personajes, el surgimiento del PRI y de "una nueva burguesía industrial, financiera y política que asume el mando de un país de oportunidades abiertas, pero de votos cerrados".

El novelista afirmó que el PRI ejerció el poder de manera continua durante 70 años "tolerado" por ser una institución nacida de la Revolución.

Pero un día, el 2 de octubre de 1968, esa legitimidad revolucionaria se perdió, dijo; "el gobierno atacó una manifestación pacífica de estudiantes, mató a jóvenes mexicanos que estaban en Tlatelolco".

El gobierno, agregó, fue incapaz de recuperar esa legitimidad y en 1999 "agotada la épica revolucionaria se inició la zaga de la democracia".

La oposición de derecha llegó al poder y la de izquierda se reorganizó, aseguró.

"Pero hubo una trágica coincidencia, la democracia se estableció en México al mismo tiempo que el crimen organizado se extendió por buena parte del país" y los jóvenes, alertó, que es la mitad de la población y no rebasa los 30 años, es seducible. "El camino fácil tienta más que el difícil, la pobreza aumenta a las organizaciones criminales."

El escritor planteó la necesidad de responder con una revolución no armada, sino política, ciudadana, que exija el cumplimiento de la aplazada agenda nacional: "abandonar la comodidad de nuestros rubros de ingresos en turismo, petróleo, trabajo migratorio, por una nueva exigencia, la exigencia de crear trabajo en México, de crear trabajo en México y de crearlo renovando infraestructura, estructuras envejecidas en muchos casos, puertos y carreteras, puentes y hospitales y escuelas, guarderías y comunicaciones, una renovación urbana".

Concluyó con un llamado a los alcaldes: "de conmemorar nuestro pasado como garantía de nuestro porvenir, queremos una ciudad segura y un país seguro".
El águila y el sol (Genealogía de la rebelión, política de la revolución)
Adolfo Gilly

Cien años de la Revolución Mexicana
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1. La repetición, o el eterno retorno de la revuelta


Durante un siglo la historia de México fue una historia de revueltas y rebeliones campesinas enmarcadas por dos revoluciones: la revolución de Independencia en 1810, la Revolución Mexicana en 1910.

Hoy el México institucional celebra las dos revoluciones y sus cambios políticos. Olvida, oculta o deja en la penumbra del pasado a las rebeliones que les dieron cuerpo y destino. Éstas, a diferencia de las revoluciones y sus programas, no soñaban con instituciones y políticas. Nomás querían justicia.

Las dos revoluciones, a un siglo de distancia entre una y otra, fueron por supuesto diferentes. La de 1810 se proponía la independencia de México del poder colonial, cuando las guerras y las invasiones napoleónicas habían puesto en crisis a España y su inmenso imperio americano. La de 1910 se propuso en su inicio una trasformación democrática del régimen político. En éste la oligarquía terrateniente había consolidado su poder y su riqueza a través del despojo de tierras y aguas a las comunidades y pueblos agrarios y la inserción de México en el luciente mercado mundial de la Belle Époque.

Ambas revoluciones, cada una en su tiempo, cambiaron la estructura del Estado y sus instituciones políticas. Pero ambas preservaron intacta la fractura sobre la cual se había fundado México desde la Conquista: la línea de fractura racial que la República siempre se negó a reconocer en sus leyes, pero nunca abandonó en sus prácticas.

En uno de los lados de esa línea, el de abajo, se gestaron y organizaron las rebeliones sin las cuales ninguna revolución es posible. En el otro lado, el de arriba, se fueron formando los programas y las conspiraciones que llevaron a las rupturas en el régimen político que trasforman a las rebeliones en revoluciones.

Así México conoció en un siglo, entre 1810 y 1910, dos revoluciones. Pero después de la primera, entre ambas se sucedieron incontables rebeliones indígenas, grandes y pequeñas, todas ellas por antiguas demandas negadas por el régimen republicano: tierra, justicia, derechos y libertades; todas llevando en su núcleo una antigua demanda inmaterial: el fin de la humillación, la dignidad de cada uno y de todos como esencia de la relación humana.

* * *

En su sustancia corporal la revolución de Independencia de 1810 había sido una extensa rebelión de los pueblos y comunidades indias en defensa de sus derechos comunales, su modo de existir y sus mundos de la vida, que las reformas borbónicas en el orden colonial les arrebataban desde la segunda mitad del siglo XVIII.

Así lo documentan tantos cuantos han excavado en los archivos las razones, los motivos y los modos de los pueblos insurrectos. Así lo dibujaba en un escorzo Octavio Paz, a la mitad del siglo XX, en El laberinto de la soledad:

La guerra de Independencia fue una guerra de clases y no se comprenderá bien su carácter si se ignora que, a diferencia de lo ocurrido en Suramérica, fue una revolución agraria en gestación.

El cambio resultante en la organización política del país –Independencia y República– pasó el poder a la nueva elite dominante criolla, blanca, culta y propietaria. Pero poco o nada cambió en el contenido y las formas de la dominación contra la cual se habían rebelado los pueblos indios y campesinos de México. El dominio criollo incluso desmanteló derechos consuetudinarios de los pueblos.1 Poco o nada cambió, para los indios, en la sustancia de la humillación como rasgo constitutivo de la dominación racial de los antiguos y los nuevos señores de la tierra.

Aquí rebelión y revolución bifurcaron sus caminos, sus contenidos y sus significados.

El resultado fue que esa "guerra de clases", esa "revolución agraria en gestación", se prolongó a lo largo del siglo XIX en la lucha soterrada o abierta de los pueblos indios para defender sus tierras, sus mundos y sus vidas del despojo material y la opresión racial bajo el régimen republicano. Era una guerra india intermitente, dispersa, sin centro ni periferia, que a fines del siglo XIX se agudizó y en 1910 estalló en una nueva revolución agraria, la que se conoce como Revolución Mexicana.

Esta Revolución de 1910, tan diversa en sus inicios y en sus propósitos de aquella otra, la de Independencia, vivió la misma dicotomía. Pero ahora ésta se presentó nítida, aguda y encarnada en programas y ejércitos diferentes dentro de la revolución.

Una fue la rebelión de las comunidades y los campesinos del norte y del sur que se hizo revolución del pueblo en los ejércitos de Emiliano Zapata y de Pancho Villa. Otra fue la revolución política de los jefes y dirigentes liberales que culminó en la Constitución de 1917 y en los sucesivos gobiernos mexicanos desde 1920, una vez derrotados los campesinos en armas y absorbidas sus rebeldías radicales en reformas agrarias y democráticas legales.

* * *

Las proclamas y los objetivos políticos de las elites dirigentes de las dos revoluciones eran también diferentes, tanto como lo era la nación que cada una de ellas imaginaba. Pero las acciones de las partidas de campesinos indios sublevadas al llamado de esas proclamas eran en cambio sorprendentemente similares. Un siglo después, los métodos de acción –el repertorio de confrontación, según el lenguaje de otros historiadores– se repetían.

Eric Van Young, en La otra rebelión,2 describe el patrón de conducta de los rebeldes de la guerra de Independencia cuando tomaban una población:

Invariablemente echaban las mercancías a la calle o a la plaza para que la gente del pueblo se las llevara, dinero y ganado lo guardaban para sí, liberaban a los prisioneros de las cárceles y secuestraban a los españoles y a los oficiales blancos de la localidad.

Felipe Ávila, en Entre el porfiriato y la revolución, refiere lo que sucedió desde los inicios de la revolución mexicana, en 1911, en los territorios zapatistas:3

enfrentamientos armados, tomas de poblaciones, saqueos, quema de oficinas y archivos públicos, imposición de préstamos, liberación de presos y ejecución de autoridades, comerciantes, empleados de haciendas y fábricas, y de residentes extranjeros.

Esta "violencia plebeya", como la llama Ávila, era descrita por la prensa de la época como "violencia india". Aunque este uso del término "indio" venía cargado de contenido racista, en los hechos decían verdad: la revolución zapatista de 1911 en su raíz agraria, en la composición de su tropa y de sus dirigentes y en sus acciones era en lo esencial una revuelta de los indios, aun cuando en las proclamas y los programas de sus jefes nacionales la revolución iniciada en 1910 fuera una revolución política democrática.

Si a un siglo de distancia proclamas, programas y fines de los dirigentes de las revoluciones de 1810 y 1910 eran tan diversos, ¿de dónde viene la extraña repetición de los gestos y las acciones de los protagonistas de las dos rebeliones, los pueblos indios de México?

Es que las imaginaciones de aquellos jefes respondían a una política renovada con los tiempos y sus circunstancias, una política a la cual identificaban muchas veces con la palabra "progreso". En cambio los modos de estos otros, su "violencia plebeya", provenían de una genealogía trasmitida por las generaciones sucesivas como experiencia y como herencia inmaterial: sentimientos, maneras de estar juntos, imaginaciones, costumbre, mundos de la vida.

Los programas de las elites revolucionarias apuntaban hacia una sociedad y una organización política futuras. Los gestos, las acciones, los métodos de lucha de los pueblos indígenas respondían a los agravios, las humillaciones, los despojos sufridos por ellos y sus ancestros en el pasado y se nutrían de esas experiencias heredadas y repetidas hasta el presente de sus propias vidas.

La rebelión surge de ese pasado y de él toma sus razones, sus motivos y sus métodos. Es herencia y es genealogía. La revolución que resulta de ella derriba las antiguas instituciones y establece otras nuevas. Es programa y es política. Pueden los motivos de la rebelión no ser antagónicos con los objetivos políticos de la revolución. Son ciertamente diferentes. Esta diferencia tomó forma material en la Revolución Mexicana de 1910, cuando los ejércitos campesinos de Zapata y de Villa terminaron enfrentados armas en mano con el Ejército Constitucionalista.

* * *

Cuando estalla una revolución, el momento de la rebelión es aquel que la cubre por completo, la llena de significados, se confunde con ella. El historiador entonces no se pregunta sólo qué pasó, sino cuál era el sentido de eso que había estado pasando. Son momentos que E. P. Thompson describió en un pasaje clásico acerca de las preguntas del historiador a esos pasados plebeyos sin registros:4

Estas cuestiones, cuando examinamos una cultura de costumbres, a menudo tienen que ver menos con los procesos y lógicas de cambio que con la recuperación de precedentes estados de conciencia y texturas de las relaciones sociales y domésticas. Tienen que ver menos con devenir que con ser. A medida que algunos de los principales actores de la historia se alejan de nuestra atención –los políticos, los pensadores, los empresarios, los generales– un inmenso reparto secundario, que creíamos eran tan sólo figurantes en el proceso, avanzan hasta ocupar todo el proscenio. Si sólo nos preocupa el devenir, entonces hay periodos completos de la historia en los cuales un entero sexo ha sido descuidado por los historiadores, porque las mujeres rara vez son vistas como actores de primer orden en la vida política, militar o incluso económica. Si nos preocupa el ser, la exclusión de las mujeres reduciría entonces la historia a futilidad.

Vista desde este mirador, la rebelión es una irrupción del ser dominado en el acontecer político de la dominación, en su devenir. Para acercarse a aquélla el historiador necesita mirar y considerar lo que con su hacer expresan los cuerpos antes que cuanto con su decir trasmiten las palabras. Ninguna proclama de las dos revoluciones decía de abrir las cárceles, repartir los víveres, quemar los archivos de la justicia y de la propiedad y ajusticiar a los odiados. Eso hicieron sin embargo en ambos casos los rebeldes. Al historiador no le toca juzgar si estuvo bien o estuvo mal, sino registrar que así fue como fue.

Develar esos momentos en la historia tiene que ver no sólo con registrar las ideas del conocer propias del tiempo y del lugar, sino también con indagar y recuperar los modos del hacer y del estar.

Aquellas ideas son ciertamente necesarias para organizar los objetivos de una revolución. Pero las formas, los lazos humanos y las imaginaciones a través de los cuales toma cuerpo esa organización vienen desde más atrás. Están en la memoria de los sublevados, en sus historias vividas y heredadas, en ese entramado que en los lugares de trabajo y de vida se trasmite de una generación a otra. Se trata de una historia de lugares y regiones y de los seres humanos que allí viven, trabajan, disfrutan y dan sentido a sus vidas.

Ese sentido es lo que E. P. Thompson nos propone indagar cuando nos dice que esos oscuros y verdaderos protagonistas de estas historias están preocupados por el ser antes que por el devenir. Es la sutil línea que, aun cuando sean partes de un mismo proceso histórico, distingue a la rebelión de la revolución.

2. El corte en el tiempo

La revuelta es un corte en el tiempo homogéneo de la historia, dice Walter Benjamin. Ella se nutre de la imagen de los antepasados oprimidos, no de la visión de los descendientes liberados. Los programas políticos proponen un futuro que será inaugurado por el devenir de la revolución. Pero la fuerza de la revuelta sin la cual ninguna revolución existe, proviene del cúmulo de despojos, agravios y humillaciones acumulados por las sucesivas generaciones. "Forse una rabbia antica, generazioni senza nome, gli urlarono vendetta" ["Quizá una rabia antigua, generaciones innombrables, clamaron por venganza"], decía una canción del italiano Francesco Guccini para explicar el sentido del gesto sin sentido de un maquinista ferroviario que a principios del siglo XX, allá en Bolonia, lanzó su locomotora loca contra un tren de lujo que corría en sentido opuesto. Teatros y estadios llenos de jóvenes coreaban esas estrofas en la Italia de los años setenta del siglo pasado.

La rebelión no habla del futuro, habla de la abolición de los agravios del pasado. Su violencia exasperada, en apariencia sin sentido y hasta a veces contraria a sus fines, viene de otro origen que las imaginaciones del porvenir. Viene de una interminable cadena de humillaciones y despojos, humillaciones propias y de los padres y de los abuelos. La revolución puede culminar en la Declaración de los Derechos del Hombre y ésta prolongarse en la proclama de Olympe de Gouges, pero la rebelión que la desencadena se iba organizando en aquellos ánimos de donde surgían los Cahiers de Doléances, los memoriales de agravios de la Revolución Francesa.

La revuelta quiere detener –o al menos interrumpir– el tiempo de la humillación y del desprecio. En sus Tesis sobre la historia, Walter Benjamin dibuja esta ruptura en una curiosa anécdota sobre la revolución de julio de 1830 en París:5

Concluido el primer día de combates, sucedió que al caer de la noche la multitud, al caer la oscuridad, en diferentes barrios de la ciudad y al mismo tiempo, comenzó a atacar los relojes. Un testigo, cuya percepción se debió tal vez al azar de las rimas, escribió:

"¡Quién podría creerlo! Se dice que, en furia con la hora, / unos nuevos Josués, al pie de cada torre / tiroteaban cuadrantes para parar el día".

De ese corte en el tiempo homogéneo de la dominación reconocida y la obediencia aceptada puede resultar –o no– una revolución, un cambio en las leyes, las instituciones, la propiedad, las formas y los contenidos de la dominación misma. Tal ha sucedido en todas las revoluciones victoriosas: la francesa, la haitiana, la rusa, la china, la argelina, la vietnamita, la cubana, la boliviana, las dos revoluciones mexicanas.

Estos cambios vienen preparados por otros anteriores en las sociedades y se anuncian en los programas, las críticas y las actividades de las elites políticas. Pero no son esas elites, aun las radicales, las que dan cuerpo a la ruptura del antiguo orden y abren paso al nuevo. Son otros, los humillados y ofendidos, los protagonistas del acto material y corporal de la revuelta sin el cual no hay revolución sino, cuando más, cambio en el mando político establecido. Son aquellos a quienes la vida se les ha vuelto intolerable y para quienes la ruptura entre las elites –la del Antiguo Régimen y la revolucionaria– abre un espacio para irrumpir en el primer plano de la escena.

Tal vez en esa dicotomía espacial entre protagonistas y figurantes se encierra el secreto de lo que Benjamin, también en sus tesis, llamó una "aporía fundamental":6

La historia de los oprimidos es un discontinuum. La tarea de la historia consiste en apoderarse de la tradición de los oprimidos. [...] El continuum de la historia es el de los opresores. Mientras la representación del continuum conduce a la nivelación, la del discontinuum está en la base de toda tradición auténtica. La conciencia de la discontinuidad histórica es propia de las clases revolucionarias en el momento de su acción.

Uno de los dirigentes de la revolución rusa de 1917, León Trotsky, desterrado desde 1929, pudo escribir su Historia de la revolución rusa, obra de escritor, protagonista, historiador y cronista de los acontecimientos. En el prólogo de este trabajo presentó su propia visión sobre la preservación de tradiciones del pasado en la génesis de las rupturas revolucionarias y sobre la relación entre la rebelión del pueblo y la política de sus dirigentes:7

Las masas no van a una revolución con un plan preconcebido de sociedad nueva, sino con un sentimiento claro de la imposibilidad de seguir soportando la sociedad vieja. Sólo el sector dirigente de su clase tiene un programa político, el cual, sin embargo, necesita todavía ser sometido a la prueba de los acontecimientos y a la aprobación de las masas. [...] Sólo estudiando los procesos políticos sobre las propias masas se alcanza a comprender el papel de los partidos y los caudillos, que en modo alguno queremos negar. Son un elemento, si no independiente, sí muy importante de este proceso. Sin una organización dirigente la energía de las masas se disiparía, como se disipa el vapor no contenido en una caldera. Pero sea como fuere, lo que impulsa el movimiento no es la caldera ni el pistón, sino el vapor.

Su propuesta para explicar el proceso es, entonces, guiarse primero por el hacer de los insurrectos y sólo después por el decir de sus dirigentes. La línea divisoria entre aquel hacer y este decir es la que separa también rebelión y revolución.

Aunque en la realidad aparezcan confundidas –no hay revolución sin rebelión, decíamos–, en la tarea del historiador es fundamental reconocer esa línea. No pocas historias de las revoluciones mexicanas son historias de las políticas de los dirigentes, incluidos los más radicales, antes que de los motivos profundos de los oprimidos para rebelarse y de cuáles fueron los sentimientos y los procesos en sus conciencias que los decidieron a correr los riesgos de una rebelión.

Aquélla es hoy la tendencia dominante en las conmemoraciones oficiales de las dos revoluciones mexicanas. Habla en ellas la voz y la memoria de las instituciones estatales, es decir, la voz del orden surgido de las revoluciones y no las múltiples voces de la ruptura del orden precedente que fue la esencia de cada una de esas rebeliones. Son relatos del “continuum de la historia”, diría Benjamin, y no de la discontinuidad histórica encarnada en las revoluciones. Así la conmemoración estatal de las revoluciones mexicanas se convierte en un discurso del poder y de sus instituciones, como si la tarea y la misión de las rebeliones hubiera sido la de fundar ese poder y no la de destruir los poderes antes dominantes.

En esos discursos la continuidad ocupa el lugar de la discontinuidad y la permanencia desplaza a la impermanencia que es la esencia misma de cada rebelión.

3. Un tiempo fuera del tiempo

Nadie puede ignorar los cambios en la economía, las modificaciones en las normas y formas de la dominación o las crisis y rupturas en las elites dominantes que pueden estar en el origen de cada rebelión. Pero una tarea es el estudio de sus causas y otra la investigación de las formas que toma, de cuanto sucede en el seno mismo de la rebelión, de aquellos modos de hacer y de sublevarse que se repiten y renuevan a través de los tiempos.

Una rebelión, una huelga, una ocupación de espacios físicos o simbólicos es un modo de estar juntos y entre iguales, libres del mando extraño, y de establecer el lazo solidario más allá de los lazos de sangre familiares y de los lazos de los intercambios mercantiles, incluido el vínculo salarial.

Los lazos de una rebelión vienen del pasado y se han establecido en las regiones del trabajo en común (plantación, barco, mina, hacienda, industria, estudio) o de la vida en común (aldea, pueblo, barrio, ciudad). Llevan consigo cierto orgullo de los lugares nuestros, esos que nosotros, los que ahora nos rebelamos, hicimos con nuestro trabajo y con nuestras vidas. Son los lugares donde se fue creando en el pasado el sentimiento de comunidad propio de toda rebelión. De ellos surgió la consigna de los Industrial Workers of the World: “An injury to one is an injury to all” - "Un agravio a uno es un agravio a todos".

Ese sentimiento de comunidad, propio de la historia subalterna, tiene sus sitios sagrados y sus lugares simbólicos. Este orgullo de los lugares nuestros suele trasmitirse entre generaciones aunque no esté registrado en las historias. Pasa por las narraciones, las canciones, los relatos de los antiguos a los modernos y de los viejos a los jóvenes, aunque después modernos y jóvenes los adapten a sus nuevos usos. Pero en una fábrica, un barrio del trabajo, una aldea campesina, una comunidad indígena, en esa trasmisión los relatos del "tiempo fuera del tiempo" perduran y se renuevan como organizadores de los sentimientos.

De esas narraciones y de sus auras se nutrirán las futuras rebeliones, o protestas, o desafíos, aunque sus motivos y razones serán tan diferentes como los nuevos tiempos. Esas narraciones, sin embargo, tienen algo en común. Recuerdan, repiten, recrean aquellos momentos discontinuos en que se rompió la continuidad de la humillación impuesta por el poder a sus dominados, mucho más cuando ese poder se afirma en la línea de la distinción racial.

Por eso los relatos y los mitos de las rebeliones pasadas, en vez de registrar en primer lugar los cambios económicos destacados en tantas historias, recuerdan y celebran ante todo los momentos y los lugares de la ruptura de la humillación y del mundo puesto al revés. No es que aquéllos no importen. Es que son éstos los momentos míticos de la revuelta.

El triunfo de la Revolución se propone perpetuarlos. Pero ellos tienden a disolverse, aun cuando no desaparezcan del todo, en el nuevo orden que por necesidad establece la revolución triunfante. Si ese orden se congela en un puro mando autoritario o despótico, como ha sido recurrente en las revoluciones del siglo pasado, aquellos relatos y aquellos mitos vuelven a sus lugares subalternos y se recrean bajo nuevas e insólitas formas.

Esta distinción entre revolución y rebelión, aun cuando ambos acontecimientos se presentan confundidos, es capital para la tarea del historiador. Pues una revolución no es sólo lo que dicen los libros o lo que proponen los programas de sus dirigentes, sino sobre todo lo que hace el pueblo que se rebela.

La genealogía de este hacer es un objeto de estudio prioritario para el investigador de las revoluciones y rebeliones, sus programas políticos, sus acciones y sus imaginaciones.

4. El otro sol

En su manuscrito Sobre el concepto de historia, Walter Benjamin anotó esta tesis:8

La lucha de clases, que nunca deja de estar presente para el historiador formado en el pensamiento de Marx, es un enfrentamiento en torno a cosas toscas y materiales sin las cuales no pueden subsistir las cosas finas y elevadas. Sin embargo, sería un error pensar que, en la lucha entre las clases, estas últimas sólo aparecen como botín destinado al vencedor. Para nada es así, puesto que ellas se afirman precisamente en el corazón mismo de ese enfrentamiento. Allí aparecen y se mezclan entre sí tomando las formas de la fe, la valentía, la astucia, la perseverancia y la decisión. Y la irradiación de estas fuerzas, lejos de ser absorbida por la lucha misma, se prolonga en las profundidades del pasado humano. Toda victoria que alguna vez haya sido conquistada por los poderosos, aquéllas jamás han cesado de disputarla. Como esas flores que se mueven hacia el sol, las cosas pasadas, movidas por un heliotropismo misterioso, se vuelven hacia ese otro sol que está surgiendo en el horizonte de la historia. Nada hay menos visible que este cambio. Nada más importante, tampoco.

Revuelta y revolución, el águila y el sol. Será historiadora de una revolución quien sepa ver en su seno la revuelta, sin confundirlas en una y sin separarlas en dos.

* Conferencia magistral en el centenario de la Revolución Mexicana - Université du Québec à Montréal, 12 octubre 2010; y University of California, Berkeley, 23 octubre 2010.

NOTAS

1. "Indios e indígenas actuaron en los conflictos de 1808 a 1821, de diversas maneras participando en la creación de la nación mexicana. Pero sus participaciones raramente unieron una búsqueda de derechos de indios y la promoción de la nación. El derecho indígena, las Repúblicas de Indios, los Juzgados de Indios eran invenciones coloniales, políticas de la monarquía española. La nación y el liberalismo que muy pronto llegaron a guiar la nación nacieron en oposición al derecho indígena. No es de sorprender que por décadas muchos indígenas negociaran para limitar la nación y el liberalismo, luchando en momentos clave en contra del poder nacional y los programas liberales". (John Tutino, "Indios e indígenas en las guerras de Independencia y en las revoluciones zapatistas", ponencia presentada en el coloquio "Miradas sobre la historia", FCPS-Colmex, noviembre 2009).

2. Eric Van Young, La otra rebelión – La lucha por la independencia de México, 1810-1821, FCE, México, 2006, p. 260.

3. Felipe Arturo Ávila Espinosa, Entre el porfiriato y la revolución – El gobierno interino de Francisco León de la Barra, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 2005, p. 21.

4. Edward P. Thompson, "History and Anthropology", en Making History – Writings on History and Culture, The New Press, New York, 1995, ps. 204-205.

5. Walter Benjamin, Écrits français, Gallimard, París, 1991, p. 346.

6. Ibid., p. 352.

7. León Trotsky, Historia de la revolución rusa, Juan Pablos Editor, México, 1972, vol. I, p. 15.

8. Walter Benjamin, cit., p. 341.

Friday, November 19, 2010

Fuerzas armadas: reforma indeseable
Editorial de La Jornada / Nov 19, 2010

El titular del Ejecutivo federal, Felipe Calderón Hinojosa, envió ayer al Senado de la República un proyecto de reforma a las leyes Orgánica y de Ascensos y Recompensas de las Fuerzas Armadas para que el personal de servicio adscrito al Ejército y la Fuerza Aérea –ingenieros, arquitectos, médicos, veterinarios, administradores, abogados, entre otros profesionistas con formación militar, así como el personal de intendencia y de transporte– pueda ser "reclasificado" al manejo de armas e incorporarse a las tareas de combate contra la delincuencia organizada.

Aunque el propio Calderón señaló que la intención de esta medida es "mantener la operatividad de los organismos del Ejército y la Fuerza Aérea Mexicana", es de suponer que, en caso de prosperar, la iniciativa tendrá el efecto contrario: el debilitamiento de los pilares técnico, administrativo y logístico de las fuerzas armadas; la introducción del desorden y el caos en la institucionalidad militar, y el riesgo de una dislocación mayúscula en su funcionamiento.

El argumento de que la "reclasificación" del personal de servicio ahorrará tiempo y recursos al Estado, "toda vez que ya cuenta con formación militar", resulta cuando menos cuestionable: si bien es cierto que quienes se dedican a las tareas mencionadas tuvieron que recibir entrenamiento castrense alguna vez, si la modificación referida resultase aprobada, nada garantizaría que se encontraran en forma y condiciones para combatir cuando fuesen requeridos para ello. La aprobación de la propuesta supondría, pues, un factor adicional de debilidad de las fuerzas públicas frente el poder de fuego de las organizaciones criminales y provocaría un mayor deterioro de las corporaciones militares del país, en un momento en que su sentido y funcionamiento se encuentran distorsionados –con la decisión de mandarlos a la calle a cumplir con tareas que les son constitucionalmente ajenas– y en el que el respeto y la confianza que les dispensó históricamente la población se han empezado a convertir, en varios puntos del territorio nacional, en temor y repudio.

Por lo demás, la afirmación presidencial de que la medida comentada se aplicaría sólo "en situaciones de emergencia" vuelve a poner en evidencia una desarticulación entre el discurso oficial y la realidad. En el momento presente, la multiplicación de la violencia y las afectaciones a la seguridad pública, la elevada cuota diaria de muertes y otros delitos asociados al narcotráfico, la proliferación de casos de atropellos y asesinatos de civiles a manos de uniformados –policías o militares–, entre otros elementos, configuran una situación de emergencia que no es nueva –se ha mantenido desde que se implantó la actual estrategia de seguridad, hace casi cuatro años– y que no desaparecerá con la intensificación del uso de la fuerza militar para hacer frente a los problemas de seguridad pública y de legalidad. Por el contrario, tal crisis se hará más aguda.

La catastrófica circunstancia nacional hace urgente que el gobierno emprenda un cambio de fondo en su fallida estrategia de seguridad y de combate a la delincuencia, y ello tendría que incluir la liberación de las fuerzas armadas de las tareas policiales que les han sido impuestas. En cambio, la decisión de mantener y ampliar la presencia de la fuerza militar en las calles –para colmo, con la incorporación de personal ajeno a las tareas de combate– pondría a la institucionalidad castrense en el riesgo de una desarticulación y un descrédito mayúsculos.

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¿Un soldado en cada esquina? 

Editorial de El Universal / Nov 19, 2010

La violencia dentro de México, sus instituciones debilitadas y el oportunismo de los criminales, convirtió los caminos del país en zona de nadie... La descripción anterior encaja lo mismo en la ingobernabilidad de mitad de siglo XIX, que la de hoy día en estos últimos años del siglo XXI.

Cuenta el historiador Lorenzo Meyer en su artículo La nación de los bandidos, que en 1823, la creciente inseguridad en la vía México-Veracruz llevó a una escalada en las medidas contra el crimen. “Se le dio poder al Ejército para arrestar y procesar a los salteadores de caminos. Los militares podían proceder directamente contra las cuadrillas sin necesidad de la intervención de un juez”.

La historia se está repitiendo. Es tanta la inseguridad en nuestras carreteras hoy en día, que en este próximo periodo vacacional, los migrantes mexicanos que visiten a su familia serán custodiados por el Ejército.

El miedo está justificado. Anteayer, tres familias de michoacanos de Mercedes, California, Estados Unidos, fueron baleadas por criminales en la carretera México-Nogales, cuando se disponían a visitar su tierra de origen. Todo para arrebatarles sus vehículos.

Ojalá hubiera otras alternativas, pero ¿qué otra institución tiene la capacidad en este país de proteger a la población? Esa es la tragedia de fondo. Es por ello que existen en otros países las Guardias Nacionales. El problema en México es que se teme, con justificación, que un cuerpo de tales características se convierta en un foco más de desertores hacia la delincuencia organizada. Ya pasó con otras corporaciones.

El asalto en los caminos es un fenómeno universal y antiguo que se ha presentado en toda sociedad que llega a cierto punto de incertidumbre o de pobreza. Ha inspirado relatos heroicos como el de Robin Hood, o en México, Los bandidos de Río Frío. El agravante en el caso de este país, es que los salteadores actuales no son campesinos en busca del sustento, ni pequeñas agrupaciones de bandoleros de poca monta. Se trata de organizaciones paramilitares, violentas y con rasgos empresariales, que no tienen empacho en disputar al Estado sus funciones más básicas, como el cobro de impuestos.

Ahora se vigila a los migrantes, ¿habrá después soldados en los cajeros automáticos para proteger a la gente de ser secuestrada al recibir sus aguinaldos? Hay que hacer lo necesario para proteger a las personas, pero esas no son soluciones de fondo. La propia historia de México ofrece la solución de largo plazo: pacificar el país a través del impulso económico y la fortaleza de sus instituciones civiles.

Thursday, November 18, 2010

A 100 años: Ricardo Flores Magón
Adolfo Sánchez Rebolledo


Descubrí –no sé si es la palabra adecuada– a Ricardo Flores Magón a través de sus artículos y cuentos publicados en unos cuadernillos adquiridos en alguna de las librerías de viejo de la calle Hidalgo. 

Me sorprendió el lenguaje, esa prosa directa y combativa que, de alguna forma, proseguía la tradición de los liberales de la Reforma para renombrar sus circunstancias con frases exactas, a pesar del utopismo libertario o la retórica de la época. Aunque a los magonistas se les reconoce con letras de oro su papel como "precursores", en otros sentidos todavía hoy forman parte de esa historia que cabalga entre el olvido y el culto burocrático y, por lo mismo, no acaba de entenderse y asimilarse .

El Programa del Partido Liberal Mexicano, expedido en 1906, es la verdadera fuente programática de la revolución social que muy pocos presentían bajo la inquietud política que por entonces cimbraba al gobierno de hierro de Porfirio Díaz; reivindica para la nación el proyecto democrático contenido en el respeto a la Constitución de 1857, pero, además, se adelanta a su tiempo exigiendo plena ciudadanía para las mayorías trabajadoras, indefensas ante el paso arrollador de la modernización emprendida por los "científicos".

El programa liberal es el resultado de años de esforzado sacrificio militante, de cárcel y persecución, de acuerdos puntuales entre facciones discrepantes, no el fruto escolar de un lúcido gabinete de expertos o la obra de un caudillo ilustrado. Allí está la experiencia viva del pueblo carente de derechos, la lucha por la tierra y la comunidad reinterpretada por Flores Magón, mediante una síntesis práctica y conceptual cuya vigencia trascenderá al estallido de la revuelta armada.

Para lograr sus objetivos crearon clubes liberales por todo el país; editaron Regeneración, el gran periódico clandestino que articuló la protesta dispersa en las profundidades de un país enorme, analfabeto y mal comunicado. Los liberales dirigieron huelgas, se convirtieron en organizadores y tribunos, pero sobre todo se volcaron en la tarea de educar a sus seguidores en el sentido que les dictaban sus profundas convicciones libertarias.

Fueron ellos, los magonistas, los primeros en llevar a la rebelión rural la consigna de "¡Tierra y libertad!", pauta para el gran cambio social que se gestaba tras las bambalinas de la sucesión presidencial. Por eso, acierta Armando Bartra al reconocer al magonismo como la corriente más radical, cuya influencia en la formación de la cultura de izquierda, progresista, está presente pese a los prejuicios.

Los textos capitales magonistas resuenan vivos, pese a la caducidad de las ideologías, allí donde estalla, espontánea, la protesta popular y la comunidad hace un ejercicio de sobrevivencia frente al impulso modernizador que la despoja no de la miseria pero sí de los lazos y valores que le han permitido resistir.

Apenas un día antes del comienzo oficial de la Revolución, Flores Magón advierte: “Es oportuno ahora volver a decir lo que tanto hemos dicho: hay que hacer que este movimiento, causado por la desesperación, no sea el movimiento ciego del que hace un esfuerzo para librarse del peso de un enorme fardo, movimiento en que el instinto domina casi por completo a la razón (…) De no hacerlo así, que se levanta no serviría más que para sustituir un presidente por otro presidente, o lo que es lo mismo, un amo por otro amo.

Debemos tener presente que lo que se necesita es que el pueblo tenga pan, tenga albergue, tenga tierra que cultivar; debemos tener presente que ningún gobierno, por honrado que sea, puede decretar la abolición de la miseria”.

Años después, ya en plena decadencia del nacionalismo revolucionario oficialista, durante un acto de homenaje al libertario Flores Mágón realizado en el lugar donde se veló el cuerpo de Francisco Villa, en Parral, Chihuahua, me tocó presenciar la ira de los mineros de Santa Bárbara contra el líder charro local al oír que el pago del séptimo día, razón de la dura lucha que llevaban a cabo, ya era una demanda del Partido Liberal Mexicano en 1906 y seguía sin aplicarse.

Programa incumplido o apunte inagotable hacia el futuro, la población se identificaba de nuevo con sus primigenios protagonistas. Y en las normales rurales de los terribles años 70, entre los universitarios que vivieron la represión del Estado, las palabras incendiarias de Ricardo en Regeneración se escuchan por muchos jóvenes que ya no estaban dispuestos a esperar.

"Va a estallar de un momento a otro. Los que por tantos años hemos estado atentos a todos los incidentes de la vida social y política del pueblo mexicano, no podemos engañarnos. Los síntomas del formidable cataclismo no dejan lugar a la duda de que algo está por surgir y algo por derrumbarse, de que algo va a levantarse y algo está por caer" (Regeneración, 19 de noviembre de 1910).

El magonismo cursa conforme a sus principios e ideales anarquistas, pero el discurso trasciende el doctrinarismo y se convierte en lengua franca de los rebeldes mexicanos que instintivamente, si vale decirlo así, desconfían de los políticos para rendirle culto al pueblo como sujeto del único cambio capaz de resolver los problemas de la sociedad. Expresa como nadie la impaciencia revolucionaria, matriz de su gran utopía.

“Los partidos conservadores y burgueses os hablan de libertad, de justicia, de ley, de gobierno honrado, y os dicen que, cambiando el pueblo los hombres que están en el poder por otros, tendréis libertad, tendréis justicia, tendréis ley, tendréis gobierno honrado. No os dejéis embaucar. Lo que necesitáis es que se os asegure el bienestar de vuestras familias y el pan de cada día; el bienestar de las familias no podrá dároslo ningún gobierno. Sois vosotros los que tenéis que conquistar esas ventajas, tomando desde luego posesión de la tierra, que es la fuente primordial de la riqueza, y la tierra no os la podrá dar ningún gobierno…”

Hoy que se celebra el centenario de la Revolución, entre tantos fastos y luces resulta aleccionador saber hasta qué punto los precursores son también nuestros contemporáneos.

Tuesday, November 16, 2010

La revolución olvidada
Marco Rascón


Crecimos y fuimos formados bajo los discursos de la Revolución Mexicana que nos daría todo; que creyendo en quienes la habían institucionalizado, el futuro estaría asegurado para nosotros y nuestros hijos.

En el campo, los agrarios, organizados para votar y ya no para producir; en la industria, los obreros acuerpados en aquel Estado encarnado cada sexenio por un presidente que representaba la unidad nacional y un solo partido, que por identidad tenía los colores de la bandera nacional, para que nadie se confundiera.

Fueron ellos mismos los que, contradiciendo en los hechos su propio discurso, sus propias leyes escritas y no escritas, decidieron que aquellos discursos ya no servían y los postulados de aquella Revolución eran un obstáculo; entonces se empezó a tejer una cortina de humo contra lo que había sido la ideología gubernamental: el nacionalismo revolucionario priísta, que no fue transformado ni evolucionado, sino liquidado.

A 100 años del Plan de San Luis lanzado por Francisco I. Madero contra el régimen de Porfirio Díaz, el país de nuevo estalla. La política se desacredita por los políticos que con las viejas herramientas de la demagogia, el clientelismo, el contratismo, los subsidios, las complicidades palaciegas, las maniobras de la vieja usanza, quieren arreglar los problemas de un país que ellos mismos ya no conocen, que se les fue de las manos, que trae perdida su identidad ante el mundo. De ser pretendidamente líderes de los países No Alineados en la década de 1970, ahora somos el país más alineado que hace que hasta los estados de la unión del norte ejerzan mayor autodeterminación frente a su federalismo, que nosotros los mexicanos, encargados de cuidar sus fronteras.

Para esto nos diseñaron "la transición" pactada en algún rincón del poder, donde la alternancia política en la Presidencia, estados y municipios se hizo moneda corriente, a cambio de que la política económica no cambiara nada.

Quien hizo esto fue en principio el PRI, que puso los cimientos del país que ahora tenemos. Fue el PRI que cambió el discurso de la Revolución Mexicana, por el de la modernización bajo los nuevos principios. Cambiamos alternancia política como sinónimo de democracia a cambio de destruir las instituciones de bienestar social y las palancas de nuestro desarrollo económico interno; a cambio de transformar nuestros conceptos contra la pobreza como una tarea nacional incumplida de la Revolución a una idea filantrópica para apaciguar las contradicciones con despensas, repartos de dineros para fortalecer el consumo de los monopolios.

Los modernizadores privatizaron estructuras e industrias, pero no abrieron. El capitalismo que heredamos ni siquiera fue un capitalismo basado en la competencia y el riesgo empresarial, sino en los monopolios claramente prohibidos en la Constitución, pero que ahora son la base de esta dictadura apoderada de la política, la comunicación, la legalidad y las decisiones. Esto condujo a que México se convirtiera en el paraíso de los contubernios y el delito. La compenetración entre política y delito es cada vez mayor, y se ha hecho un nuevo divorcio entre sociedad y la fuerza pública, entre legalidad e ilegalidad.

Treinta mil muertos, mayoritariamente jóvenes, derivados de una violencia gestada no ahora, sino desde hace años, hicieron que el asombro se volviera rutina y, definida como una "guerra", se convocó a la unidad nacional en torno a ella como complemento del enfrentamiento que se vive en la política y donde todos se dicen salvadores, cuando todos son los principales culpables de lo que hoy somos.

A 100 años de una de las revoluciones más importantes del siglo XX nuestros postulados son el atraso, la apatía, la vieja demagogia priísta, ahora extendida a toda la política. La transición se hizo, igualándonos a los principios del priísmo, luego de que la alternativa se había forjado, precisamente rompiendo con lo que significaba el PRI desviado e institucionalizado.

Si a geometría política nos atenemos, el PRI es la representación de la gran derecha a la que desde 2006 los protagonistas políticos centrales han favorecido para restaurarse. Los responsables de enterrar al viejo régimen sometieron el futuro del país a su corta visión personalista y ahora se identifican por no aceptar ningún cambio en su estrategia, aunque la realidad les grite en la cara. A 100 años de la Revolución, el país tiene también mala suerte.

Han cambiado tanto las cosas, que los 100 años de la revolución ahora ya no se celebra el 20 de noviembre, sino el 15. El desfile ya no es deportivo y social para enseñar los avances en salud, alimentación o empleo, sino para enseñar el armamento que no ha disuadido a los promotores de la violencia.

A 100 años de ese gran acontecimiento, que marcó la entrada de México en el siglo XX y sus luces, sigue habiendo búsquedas; ya no se trata de si gana uno u otro personaje con votaciones ridículas y con gran abstención ciudadana. No es un tema de personalismo, sino de principios, ética y convicciones colectivas.

http://www.marcorascon.org

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Causas del estallido en Cancun

Fuente: La Jornada / Julio Hernandez


Escaparate mundial ha dado el estallido en un hotel de Cancún a algunos de los peores rasgos del México actual. La falta de oficio político y entendimiento entre poderes ha hecho que las instancias federal y estatal ofrezcan interpretaciones contrapunteadas de lo que sucedió, aferrado el priísmo gobernante en Quintana Roo a la versión de los gases acumulados provenientes de manglares segados para construir hoteles de gran turismo y suspicaz, cuando menos, el mando federal respecto a posibles detonantes de otro origen, acaso relacionados con la "guerra" contra el narcotráfico si se toma en cuenta el especial control que han tomado el Ejército y la Marina de las indagaciones del caso, o a la "problemática" en sí del propio hotel, según dijo estar ciento por ciento segura la delegada de la Semarnat en la entidad.

En cualquier caso, el daño a la imagen de México es grave y asocia la magni- tud de la explosión y el número de muertos y heridos con los dos males principales del país: la violencia desbordada y la corrupción institucionalizada. Aun cuando no fueran ésas las motivaciones, es difícil desligar lo acontecido en el Princess de la Riviera Maya de los continuos estallidos de granadas y las constantes agresiones a pequeños y medianos negocios en todo el país por lo que se ha dado en llamar "el crimen organizado". Es tal la impregnación de ese poder delictivo en el cuerpo nacional, que la simple sospecha de su participación en el incidente hotelero puede ser rápidamente asimilada como verdad social, ayudada esa interpretación por las pifias gubernamentales y por el bajísimo, casi inexistente grado de credibilidad que las acciones y declaraciones oficiales tienen entre los ciudadanos.

La otra vertiente tiene que ver con la corrupción generalizada y la inviabilidad política. Si la explosión en el Grand Princess Riviera Maya fue causada por los gases acumulados, entonces parecería una sangrienta revancha de la naturaleza contra quienes han dañado por sistema la ecología de esa región para instalar negocios de gran inversión sobre tierras impropias para tales proyectos. En Cancún la belleza natural ha sido secuestrada por sicarios económicos pertenecientes al cártel de los funcionarios nacionales corruptos y los empre- sarios extranjeros irresponsables. A pesar de las advertencias, denuncias y protestas de grupos ambientales y ciudadanos en general, la maquinaria de intereses político-económicos ha arrasado con esa oposición y ha llevado adelante las obras de maltrato ambiental que, según la hipótesis de los gases acumulados, estaría cobrando revancha explosiva.

Quintana Roo es, con el marco definitorio del muchísimo dinero en sucio juego que allí corre, un ejemplo de la extrema descomposición de las opciones de salvamento político, partidista y electoral. Históricamente el priísmo ha dominado la plaza, con el echeverrismo como gran propietario de extensiones privilegiadas y la familia Joaquín a car- go del control político a través del PRI y ahora, en tiempos de alternancia, con inversiones en siglas alternas.