Translate to another language

Thursday, September 06, 2012

Caravana por la Paz en Chicago, se reune con lideres comunitarios

Raza Presente, Masa Ausente. La Caravana por la Paz visita Chicago.

  Fuente: Frontera Movil


En Chicago no se celebra el día del trabajo en la misma fecha que en el resto del mundo. Cada 1 de mayo, el mundo entero recuerda a los trabajadores asesinados en el Haymarket Affair en Chicago, pero en Estados Unidos el día del Trabajo se celebra el 3 de septiembre. El Presidente Cleveland prefirió oficializar otra fecha, la de una huelga anterior, para evitar entronizar un episodio que se asociaba con el anarquismo y el naciente comunismo estadunidense. Precisamente en el puente del día del trabajo, la Caravana por la Paz marchó 6 kms por el barrio de la Villita (Little Village) y hacia el área de Pulaski/Garfield Park.

Hace varias semanas se anunció que el contingente visitaría Chicago y se manifestaría en la calles. La policía ya estaba apostada en el lugar cuando llegamos. La condición era que si se reunían más de 500 personas, se podría ocupar un carril de la calle. Si eran menos, debería restringirse a la banqueta. Como ha ocurrido en otros lados, faltaron las masas y nos quedamos en la banqueta. Pero lo que no faltó fueron los líderes sociales.

La marcha por Chicago, como la Caravana en general, es una que funciona mejor entre los enterados, los influyentes y los grupos más organizados y politizados que entre la gente en general. En la calle 26 de la Villita había familias tomando helado o pan dulce y disfrutando del puente. Miraban con curiosidad al contingente, pero no participaban en él. Sin embargo, entre los marchistas había líderes religiosos latinos y afroamericanos de la zona, directivos del prestigioso National Museum of Mexican Art, ex líderes y miembros de un par de las pandillas más notables (Latin Kings y Satan Disciples), las cabezas de la National Association of Latin American and Caribbean Communities (NALACC), reporteros locales y académicos de ambos países. En la mañana, en las actividades en el Museo de Arte Mexicano, también había habido mecenas del arte y célebres activistas de Chicago como Kathy Kelly de Voices for Creative Nonviolence, una organización que también trabaja en Afganistán, y protesta contra algunas de las estrategias de guerra que afectan a la población civil.




A la marcha, le tocó el atardecer mientras avanzaba hacia la zona afroamericana de Garfield Park. Los vecinos detenían su paso, las familias salían de sus casas para averiguar de que se trataba el barullo. Algunos de los marchistas angloparlantes se detenían a explicar.

Las respuestas siempre eran positivas. La consigna “No More Drug War” tenía eco inmediato. La supuesta rivalidad entre latinos y población afroamericana no se notó. El contingente avanzó hasta New Pilgrim Mount Baptist Church. El reverendo Hatch hablaba en el estrado: “Nos volveremos a encontrar. Porque ahora ya conocemos al enemigo en común. Sabemos que la guerra contra las drogas es un guerra contra la gente pobre”.

Al parecer, el reverendo había invitado también a la Nación del Islam. Afuera del templo esperaban varios miembros del grupo al que perteneció Malcolm X. Mientras la Caravana se despedía, el ministro asistente y posible sucesor de Louis Farrakhan, Ishmael Muhammad, hacía suyo el micrófono. Ishmael habla perfecto español porque vivió en México durante un tiempo. Su hija –una señorita muy guapa- también estaba presente.

El discurso de Ishmael insistía en ideas de raza. Los blancos quieren dividir a negros y latinos, explicaba. No debemos permitirlo, conminaba.

Los miembros de la Caravana ya iban de salida y no hubo mucho interés en asociarse con este grupo, cada vez más marginal, de la lucha racial estadounidense. Sin embargo, el discurso interesó mucho a uno de los exlíderes de la pandilla Latin Kings. Se quedaron conversando un rato al final.

La Caravana –sin quererlo- ha ido sirviendo de catalizador de encuentros inesperados.

El día anterior, el Chicago Tribune había reportado la llegada de la Caravana y subrayado que la violencia en México está conectada con la violencia en Chicago. La nota era una invitación implícita a los lectores a pensar el problema como un asunto común.

Hoy, más tarde, eso mismo se discutirá con un grupo de académicos en la Universidad.

Si bien los números faltan en la calle, entre la prensa local, los líderes sociales y los enterados, la Caravana es un ocurrencia que merece toda su atención. Javier Sicilia pide en la ciudad de Al Capone que se terminé la prohibición; pide en una ciudad del arte y la arquitectura que triunfe la poesía. Esta excéntrica caravana pionera, se aleja en la noche de los suburbios a dormitar unas horas en una iglesia Luterana.

En los silencios del final del día, el familiar de una víctima de la violencia se pregunta ¿Y todo para qué?

Pronto se responde con el poema de Emily Dickinson que citó Sicilia en su dicurso: para “que no tenga que escuchar de nuevo el repicar fúnebre del cielo”.

Mario Arriagada

No comments: