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Sunday, January 30, 2011

En Opopeo se “arman” contra “La Familia”

Desde que en 2007 un comando irrumpió en el pueblo para extorsionar y secuestrar, y ante la inacción de autoridades, la comunidad creó un sistema de protección propio

Domingo 30 de enero de 2011
Fuente: El Universal


OPOPEO, Mich.— El primer susto llegó hasta aquí en varias camionetas sin placas y con vidrios polarizados. De cada vehículo descendieron cuatro hombres armados que visitaron por lo menos a 15 muebleros. De eso hace tres años, cuando todos se preparaban para festejar el 25 aniversario de la secundaria de este pueblo michoacano. Los hombres, que se identificaron como integrantes de La Familia Michoacana, les dijeron que tenían que “cooperar” porque les brindarían protección.

Uno de los muebleros recuerda que los hombres armados pasaron taller por taller, pedían 10 mil pesos, según el tamaño. “Les dijimos que no teníamos ni para comer, ni para pagar la luz”. El comando les informó que en los próximos días organizaría una reunión a las afueras del pueblo para discutir lo del pago por “protección”, y se marchó.

Aquel episodio cambiaría la historia en Opopeo, una comunidad que se ubica entre las ciudades de Morelia y Uruapan, en el bajío mexicano. Hoy, este pueblo y las comunidades vecinas de Santa Clara del Cobre, San Gregorio, Santa Juana y Tepetate forman “la resistencia”, y cada vez que son visitados por presuntos integrantes de La Familia Michoacana se reagrupan para exigir la presencia de autoridades federales para que los protejan.

Cada semana realizan reuniones. Tienen sirenas en puntos estratégicos, piedras para bloquear los caminos. Han creado la figura del “vecino vigilante”, que avisa cuando hay algún extraño que no tiene nada que hacer en la comunidad. Si es necesario, lo invitan a que abandone el pueblo.

En un caso de emergencia, los pueblos organizados harán sonar las campanas. En un repique especial, miles de habitantes se reunirán para exigir a las autoridades mexicanas una solución y hacer frente a quien pretenda extorsionarlos. “Reuniremos a toda la gente, parejita: ancianos, niños, mujeres. ¿Cómo vamos a ser esclavos de ellos (capos)? No cantamos victoria, si estamos organizados es por miedo”, dice un representante de la comunidad.

Opopeo, que junto con comunidades vecinas forma parte de la meseta purépecha michoacana, es un pueblo de familias completas que trabajan la madera en talleres: elaboran mesas, sillas y bancos que en parte ofrecen a la orilla de la carretera que va de Morelia a Uruapan. De acuerdo con el último censo, hay casi 15 mil habitantes que se dedican al comercio, a la agricultura y a la industria del mueble.

Temor a denunciar

Ante la situación que se vive en Opopeo, nadie quiere dar su nombre, nadie quiere ser citado. Piden que esto se sepa a nivel nacional para ver si de algo ayuda, pero todos agradecen de sobra el anonimato a la hora de hablar.

“El 90% de la población se siente azorada, asustada, y mucho del tiempo se la pasa uno pensando en cuándo será el día en que a uno le toque. No nos atrevemos a denunciar por el mismo miedo”, dice otro de los habitantes.

El mueblero no yerra en lo absoluto. La Comisión Estatal de Derechos Humanos de Michoacán no tiene entre sus archivos una sola denuncia por extorsión en esta entidad. Su presidente, Víctor Serrato, asegura que es por temor: “Nadie quiere denunciar”.

Francisco Márquez Tinoco, ex diputado federal de esa región y oriundo de Opopeo, asegura que el hecho de que la población rebase a la autoridad podría provocar sangrientos desenlaces. “El tema es muy delicado, porque por un lado se puede dar un linchamiento contra cualquier delincuente y, por el otro, hay un riesgo altísimo de que la gente del pueblo sea rafagueada. Hay un riesgo altísimo para la población”, dice.

Horas después de la visita de aquellos hombres en 2007, los pobladores se reunieron y tomaron la decisión de bloquear toda la tarde y parte de la noche los accesos carreteros al lugar para exigir la protección de las autoridades locales y federales.

Una unidad de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI) se plantó unas horas en la comunidad, pero después el pueblo volvió a quedar en el desamparo.

En los meses siguientes la comunidad fue visitada en dos ocasiones más por el crimen organizado. Varios de los muebleros fueron golpeados y dos de ellos secuestrados.

Armados “fuera de la ley”

El pueblo iba a la deriva, pero por primera vez en la historia violenta de Michoacán, el miedo logró que los pobladores crearan su propio sistema de protección: Opopeo había tomado la iniciativa de armarse. Los pobladores comenzaron a comprar armas para su protección, pero el año pasado el Ejército cateó hogar por hogar para decomisarlas. “Como si hubieran estado de acuerdo, al día siguiente de que vinieron los militares llegó otra vez esa gente”, dice otro habitante.

La acción de desarme no acabó con las ganas de protegerse. Hoy los pobladores tienen armas para cuidar a sus familias. “Estamos armados oscuramente, fuera de la ley”, dicen.

Un habitante de San Gregorio comenta que la gente tiene miedo y por eso no todos apoyan en las tomas de carreteras: “Vamos a echar la mano porque ahora sí que estamos en problemas muy serios. Muchos somos los que jalamos y muchos los que nos encogemos. Pero aquí mismo los hemos forzado, no los vamos a dejar vender porque tienen que venir con nosotros”.

En Santa Juana, uno de los pobladores a quien presuntamente La Familia Michoacana le pidió más de 70 mil pesos para no plagiar a su hijo, dice: “Le dan a uno de 48 horas hasta cuatro o cinco días como máximo para conseguir el dinero. ¿De dónde lo va uno a sacar?”. Dice que varios de sus compañeros han estado en la misma situación, y que las autoridades aparecen después de que el mal está hecho.

Los michoacanos no están retando a La Familia, simplemente toman medidas para que el gobierno federal valore la situación. “Nos estamos previniendo para algo grande, pero esperamos que no pase nada. No estamos en contra de nadie, ni a favor de alguien, lo único que queremos es vivir en paz”, dice otro representante de la comunidad.

Pareciera que en Opopeo y en sus comunidades vecinas no ven otra opción ante los embates del crimen. “La solución la tenemos los pobladores. Qué más quisieran el gobierno o el presidente Felipe Calderón, someter a los mafiosos, pero no se puede. Lo único que nos queda es organizarnos para defendernos, porque no sólo somos nosotros, es todo el país”, dice un miembro de la resistencia.

“Es más, no sabemos ni de quién cuidarnos; no sabemos con quién nos topamos, no sabemos a quién platicarle. En cambio, ellos sí nos tienen bien checaditos”, dice su compañero.

En uno de los talleres de madera de Opopeo una madre muestra cómo todos sus hijos trabajan haciendo sillas. Son más de ocho. Su familia ha sido amenazada por supuestos integrantes del cártel michoacano. “¿Cómo voy a dejar a mis hijos sin comer por darles dinero a esos señores? Tengo coraje.

Lo que quisiera es que esa gente diera la cara, porque ellos según dicen que ayudan al pueblo, ¿entonces por qué nos piden dinero?”.


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Guerrero, Egipto y el poder de Twitter

Jorge Zepeda Patterson
Editorial de El Universal  /  30 de enero de 2011


Pobres guerrerenses, que les toca elegir hoy a su nuevo gobernador entre dos sopas amargas: dos priístas de reputación cuestionada y pasado negro, uno de los cuales compite con casaca perredista. Las elecciones se esperan cerradas, lo cual supone un mercador electoral competido. Ciertamente, el voto va a definir quién será el gobernante, pero eso no las hace democráticas.

¿Cómo pueden ser democráticos unos comicios en los que el ciudadano carece de alternativas? Un menú reducido a enfrijoladas o tacos de frijol con altas probabilidades de que el frijol esté podrido, usted escoja.

Hace tiempo que la democracia electoral mexicana está secuestrada por la burocracia de los partidos, por los gobernadores. La ventana que podría haberse abierto en 2000 con la derrota del PRI, rápidamente fue obturada por las élites políticas, si es que alguna vez estuvo abierta. La gran tragedia política de México es que en la culminación de nuestra “primavera electoral”, el momento de la ruptura histórica… elegimos a Fox. No a Nelson Mandela, no al checo Václav Havel, ni siquiera a Adolfo Suárez, todos, artífices de la transición. No, nuestro paladín de la democracia fue Fox. Y la primavera se convirtió en invierno.

Lo que acaba de suceder en Túnez y se está desarrollando en Egipto, nos muestra que la democracia (el poder del pueblo) muchas veces está en lugares muy distintos a las urnas. El presidente tunecino Ben Alí tenía gobernando 24 años, y solía obtener más de 90% de los votos en las elecciones que periódicamente realizaba. Eso hasta hace algunas semanas, cuando miles de personas decidieron expresarse en las calles y no en su sistema electoral. El contagio se ha extendido a Egipto, en donde un decrépito Hosni Mubarak de 82 años, 30 de ellos en el poder, ha ganado sistemática y abrumadoramente elecciones “limpias”. Pero mientras usted lee estas líneas, miles de egipcios siguen tomando los espacios públicos y recuperando el poder perdido.

Especialistas de la región han señalado que dos factores fueron claves en estas irrupciones ciudadanas contra sus élites políticas: la agencia de noticias Al-Jazeera, que suministra información no censurada, y las redes sociales, en especial Twitter, que permite a los ciudadanos absorber, procesar y difundir éstas y otras informaciones. En Túnez, 16% de la población tiene Facebook, y 40%, acceso a internet. En los días previos, el tráfico de las redes hervía con mensajes entre millones dando cuenta de su hartazgo y de la necesidad de hacer algo. En Egipto, fue en esas redes sociales donde se convocó para el 25 de enero al “día de la ira”, inicio de la irrupción. En las últimas horas, manifestaciones de menor envergadura, pero inusitadas, han tenido lugar en Jordania, Siria y Arabia Saudita, por la misma vía.

Todo indica que algo está pasando con las nuevas tecnologías, y su impacto en los procesos políticos. Un nuevo ingrediente en la vieja ecuación de “condiciones necesarias y suficientes”. La gente tiene cosas que decir y nunca antes había tenido herramientas tan accesibles para hacerlo. Y la posibilidad de expresarse y escucharse unos a otros es, como siempre ha sido, el primer paso para una acción ciudadana. Sólo que nunca antes lo habíamos tenido tan fácil.

La mejor muestra de la fuerza de estas redes sociales son las dos primeras medidas que Mubarak tomó para afrontar la insurrección ciudadana: sacar al Ejército a las calles y ordenar el bloqueo de Twitter en Egipto.

No es casual que el gobierno chino haya decidido censurar este sábado en Twitter la palabra Egipto (Egypt en inglés), para evitar que sus internautas opinen y se enteren sobre lo que está sucediendo en el mundo árabe. “Conforme a las leyes, normativa y políticas pertinentes, no se mostrará el resultado de la búsqueda”, es el mensaje que sale como resultado al realizar una búsqueda con el nombre del país en el Twitter chino, que cuenta con más de 50 millones de usuarios, informa el diario La Vanguardia.

Con todo lo anterior no estoy abogando por suprimir las urnas y favorecer las protestas masivas y espontáneas como ruta para el cambio político; el poder del pueblo y para el pueblo, sólo puede operar a través de instituciones democráticas sólidas y eficientes, y no mediante el gritoneo en la plaza pública, en la que “a mar revuelto” ganan pescadores demagogos y poco escrupulosos.

Lo que sí quiero argumentar es el derecho que tenemos los ciudadanos de irrumpir en la escena pública y rescatar las instituciones que nos han sido secuestradas. Un sistema electoral que no ofrece opciones, que sólo sirve para legitimar (como en Túnez o Egipto) a las camarillas en el poder, es obsoleto y debe ser removido.

La elección en Guerrero es justamente eso y tendría que ser un llamado de atención (el enésimo). Es conveniente que comencemos a ver el tono y el contenido del tráfico en las redes sociales en el país. Los que participan en ellas no son la mayoría ni representan a todo el pueblo, pero nunca antes tantos mexicanos habían intercambiado tanta información y pareceres sobre su realidad o sobre el estado del país. La conversación sustantiva ha comenzado a desplazarse de los medios tradicionales a las redes sociales; de los salones alfombrados a los foros cibernéticos. De allí a las calles, sólo hay un paso.

www.jorgezepeda.net Twitter: @jorgezepedap

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