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Tuesday, April 12, 2011

Ebrard piensa que esta tratando con caballeros, y con su su tibieza ha perdido todo lo que habia avanzado. Andres Manuel ha ganado todo y rehabilita a quien conoce todos sus secretos, Bejarano simbolo de la honestidad valiente.

López Obrador se queda con todo

Jorge Fernández Menéndez

Lo ocurrido en el Estado de México definió los escenarios para las elecciones presidenciales de 2012, por lo menos en el PRI y en el PRD. En el priismo tendría que ocurrir algo demasiado extraño para que Enrique Peña Nieto no sea el candidato presidencial del tricolor, independientemente de que se tendrán que establecer los equilibrios internos en torno a esa candidatura.

En el PRD me temo que Marcelo Ebrard perdió, en unos días, toda la ventaja que había acumulado a lo largo de un políticamente muy exitoso 2010. López Obrador ganó todo: impuso candidato en la persona de Alejandro Encinas y, por si a alguien se le ocurre hacer cumplir la ley electoral y no se le permite participar por no cumplir con los requisitos de residencia, ahí está Yeidckol Polevnsky, lista para reemplazarlo.

La opinión de la dirigencia perredista del Estado de México fue olímpicamente ignorada: a nadie le importó. Pero el tabasqueño fue por mucho más: no ganó la presidencia del PRD, era imposible que venciera a Jesús Zambrano, pero en los hechos se quedó con casi todo: colocó a Dolores Padierna como secretaria general; a su esposo, René Bejarano no sólo lo rehabilitó sino que además lo colocó en el Comité Nacional del partido, y ambos se han dedicado a golpear a Zambrano y dejarlo literalmente fuera de la jugada, han erradicado la estrategia de las alianzas con el PAN y han dejado el escenario preparado para la candidatura presidencial de López Obrador.

Ahora bien, nada de eso se hubiera podido hacer sin la complicidad de Marcelo Ebrard. El jefe de Gobierno decidió que no apostaría por la confrontación en la elección interna del PRD y allí abandonó a Los Chuchos y a las alianzas que unos días antes había dicho que “habían llegado para quedarse” y me temo que en los hechos dejó atrás también buena parte de sus posibilidades presidenciales.

¿Por qué? Porque, al endurecer su discurso, al aceptar a personajes como Padierna y Bejarano en la dirigencia partidaria, al darle luz verde a los argumentos antialiancistas más cerriles, en los hechos Ebrard ha legitimado todo el discurso lopezobradorista: y si de eso se trata, si esa es la línea que manejará en 2012 el PRD, mejor que sea  Andrés Manuel López Obrador el candidato. No en vano éste ya ha anunciado la próxima “reconciliación” del perredismo, en torno, por supuesto, a su figura.

Como ya hemos dicho, la decisión de Ebrard se basa en cálculos objetivos: el 2012 no lo está viendo el jefe de Gobierno como su última oportunidad y sabe que, compitiendo por el PRD, en el escenario actual, ese partido tiene muchas menos oportunidades que en 2006, y si triunfa el PRI en esos comicios, la retórica aliancista podría ser muy viable para el futuro. Por lo pronto tiene que consolidar fuerzas propias en su partido y crear una base política que no tiene. En ese sentido, dejarle su espacio a López Obrador no es necesariamente una mala estrategia.

El problema es que, una vez más, se cree que habrá de alguna forma reciprocidad, que los duros, si no prospera su oportunidad, se harán a un lado, que López Obrador será generoso con los espacios que él o su gente pierdan, incluso en el Estado de México. No será así, esa no es su naturaleza.

Lecciones peruanas

Para comprender qué están haciendo el PRD y el PRI de cara a los comicios de 2012 hay que observar lo que sucedió este domingo en Perú. Primera vuelta electoral y dos candidatos, los dos de un extremo populismo, se terminarán disputando la presidencia en unas semanas. Por una parte, Ollanta Humala, un destacado discípulo de Hugo Chávez, intento de golpe militar incluido, que ya había perdido las elecciones hace cuatro años. Y, por otra, Keiko (así se llama) Fujimori, la hija del ex presidente encarcelado por corrupción y violación de los derechos humanos, Alberto Fujimori. Populismo de izquierda y de derecha que dejó fuera a los demás candidatos que tenían, de una u otra forma, líneas de continuidad con la actual política económica, la más exitosa que ha tenido Perú en muchos años.

¿Qué falló? Lo mismo que está fallando en México: sin cambios estructurales que vayan mucho más allá de lo cosmético, no sirve de nada la política social, aunque sea acertada: en México hoy hay menos pobres que hace diez años, pero la gente cree que hay más; la clase media ha crecido, pero la gente siente que está desapareciendo. Para abatir la desigualdad se requieren cambios más profundos, en la economía, en lo comercial, en la competitividad, en la energía, en lo fiscal, en la educación, en la gobernabilidad.

Eso es lo que modifica las expectativas y lo que explica por qué en Brasil, aplicando programas sociales copiados de México, la gente cree que su situación sí ha mejorado sustancialmente y en Perú (o en México) con éxitos macroeconómicos muy importantes, la gente siente que está retrocediendo. La clave es la desigualdad, no la pobreza.

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Los pillos al poder

Mientras Peña armó su equipo con políticos de eficacia probada, López sacó de las alcantarillas lo más apestoso y podrido del partido amarillo.

Por Ricardo Alemán
Fuente: Periodico Excelsior 

El fracaso de la alianza PAN-PRD en el Estado de México no es o no debiera ser novedad. ¿La razón? Que empalagados por el oportunismo político que los llevó a ganar Oaxaca, Puebla y Sinaloa, y a la vista de todos, la derecha y la izquierda tropezaron con su propia cola: la desmedida ambición de poder.

Tropezaron con la delirante ambición de poder de Andrés Manuel López Obrador, quien apadrinó alianzas PAN-PRD en todo el país, pero que en el caso mexiquense literalmente se alió a Enrique Peña Nieto; con la grosera ambición de poder de Marcelo Ebrard, que vio, en una alianza PAN-PRD en el Estado de México, un suculento manjar para sus afanes de ser presidente. Y claro, tropezaron con las descocadas ambiciones de poder de Los Chuchos, que a lo largo de su historia han vendido su alma al diablo, con tal de conseguir poder.

Por eso —porque todos conocen los delirios de poder de esos líderes de la dizque izquierda— no es novedad y tampoco debiera sorprender el fracaso de la alianza PAN-PRD.

En todo caso, lo sorprendente para tirios y troyanos debiera ser la forma vergonzosa en que se reedita lo más denigrante y apestoso de la llamada izquierda —o acaso debamos decir seudoizquierda—, al grado de perfilar a las alturas del poder amarillo a los más acabados pillos que haya producido el PRD en su historia. ¿De qué estamos hablando?

Poca cosa, del regreso a la dirigencia del PRD de René Bejarano y su cauda de ladrones. Es decir, que en el reacomodo de fuerzas y el recambio del poder en el PRD, ese pillo de siete suelas que agitado metía pacas de dólares a un portafolios y que se llevó hasta las ligas, hoy de nueva cuenta es jefe nacional del PRD. Y no, Alí Baba no llegó solo: lo acompañan “sus 40 ladrones”.

¿Por qué? ¿Para qué llevan de vuelta a Bejarano a la dirigencia del PRD? ¿Con qué cachaza le imponen ese espantajo a los militantes del partido amarillo? El sentido común dice que si tiene cola de pato, pico de pato, patas de pato y si grazna como pato… tenemos derecho a suponer que se trata de un pato. ¿A qué creen que regresa Bejarano —junto con sus “40 ladrones”— al PRD?

Está claro que no vuelve a impartir cursos de moral, ética y menos de estética. No, tampoco regresa para enseñar a los amarillos el juego de las “manitas calientes” o para impartir cursos de ciencias ocultas en el más allá. No, la realidad es harto distinta. El señor Bejarano regresa a lo suyo: a la transa, a llenar los bolsillos de todo lo que pueda. Y, claro, a operar la captación de dinero negro para la campaña presidencial de AMLO y para la campaña mexiquense de Alejandro Encinas; para hacer el trabajo sucio de esa causa superior que es el delirio de poder del mesías tropical.

Aquí revelamos el pasado martes que Enrique Peña Nieto tenía listo el corazón de su equipo de campaña y del grupo que, al mismo tiempo, acompañará a su candidato, Eruviel Ávila. Le informamos que, como jefe del PRI en el Estado de México, y como coordinador de la campaña de Eruviel, apareció el diputado federal Luis Videgaray; que en lugar de Videgaray en San Lázaro —en la presidencia de la poderosa Comisión de Presupuesto— fue llevado Alfonso Navarrete, en tanto que como secretario de Finanzas del PRI quedó Jorge Estefan Chidiac, diputado federal y hombre de todas las confianzas de Peña. Y como delegado del PRI nada menos que un probado estratega, el ex gobernador de Hidalgo, Miguel Osorio. Es decir, puros pesos completos.

Vale el recuento anterior, porque en el bando de AMLO —y para hacer el trabajo que en el equipo de Peña realizan Videgaray, Navarrete, Chidiac y Osorio— fueron llevados a las posiciones clave del PRD nada menos que René Bejarano y sus “40 ladrones”. Es decir, mientras que Peña armó su equipo con políticos de eficacia probada, AMLO sacó de las alcantarillas lo más apestoso y podrido del partido amarillo, para llevarlo a la dirección del PRD.

Y esa es la imagen que venderá, no sólo en el Estado de México, sino en todo el país: la imagen de los pillos al poder. Y esa “izquierda”, la de Alí Baba y sus 40 ladrones, será la imagen ganadora para julio de 2011 y julio de 2012. ¡Chulada de partido! ¿Qué no?


EN EL CAMINO

¿Qué tendrá que pasar —tendrán que matar a un ciudadano— para que el gobierno de Marcelo Ebrard castigue a esos delincuentes que impunes roban, golpean a inocentes, sabotean instalaciones, queman autos y amedrentan a ciudadanos? No, que nadie se equivoque, no son Zetas ni pelones… son seudotrabajadores del SME.

        Twitter:
            @RicardoAlemanMx

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