Por Salvador Garcia Soto
Si la Reforma Electoral había ya hecho crujir los pactos internos de civilidad en el PRD, la aparición de Andrés Manuel López Obrador apadrinando a Alejandro Encinas en el registro formal de su candidatura por la dirigencia hizo que se hicieran añicos los acuerdos que habían hecho Nueva Izquierda y el propio AMLO para contener la disputa por el control del partido y evitar que escalara la confrontación entre los dos bloques en los que está divido el partido de la izquierda.
La aparición de López Obrador junto a Encinas terminó por romper el acuerdo de no intervención en el proceso interno que había hecho el tabasqueño con Los Chuchos, a cambio de que éstos se comprometieran a no reconocer la presidencia de Felipe Calderón si su candidato se queda con la dirigencia nacional del perredismo.
Fue un mensaje de AMLO que, en la lógica reyesheroliana, fue de fondo y forma. Porque no sólo hizo acto de presencia para expresar su apoyo abierto a la candidatura de Encinas y sumarse a su proselitismo, sino que además, el ex candidato presidencial dirigió a los líderes de Nueva Izquierda un discurso que los tacha de “conservadores” y cuestiona la “moderación” que esgrime esa corriente, como una forma para disfrazar su conservadurismo.
En términos prácticos y llanos, lo de López Obrador fue un rompimiento de lanzas, una abierta declaración de guerra que echa por tierra todo acuerdo previo de civilidad y mete a la lucha por el CEN perredista en una espiral de confrontación que crecerá conforme se acerque la fecha de la elección.
Fue también la respuesta del tabasqueño a dos hechos recientes que, en su opinión, representaron las primeras “traiciones” de Los Chuchos: el apoyo y los votos de los legisladores de Nueva Izquierda a la Reforma Electoral que también apoyaba Calderón, y que además puso contra la pared al Frente Amplio Progresista al afectar al PT y Convergencia, los aliados de AMLO.
Sin embargo, lo que hizo decidirse a López Obrador de convertirse en activista visible de la campaña de Alejandro Encinas fue también un cálculo práctico. El sábado pasado Los Chuchos anunciaron públicamente una alianza estratégica con la Asociación Democrática Nacional, liderada por el senador Héctor Bautista, que acordó respaldar la candidatura de Jesús Ortega.
Esa alianza encendió la alarma en el cuartel de campaña de Encinas. La ADN de Bautista controla todo el voto perredista del oriente del valle de México, encabezado por Ciudad Nezahualcóyotl y Texcoco. Si ese voto se va con Ortega, significa que la estructura del valle de México, que era la principal apuesta de Encinas para neutralizar a la fuerza nacional de Los Chuchos, se fractura y Alejandro sólo se queda con los grupos bejaranistas en la ciudad de México.
A lo largo de la semana hubo varios intentos de convencer al senador Bautista de que rectificara y que rompiera su alianza con Los Chuchos. Los lopezobradoristas le mandaron mensaje y personeros que le hicieron ofertas para que se desistiera de sus acuerdos con Nueva Izquierda y apoyara con sus redes políticas a Alejandro Encinas, pero no lo convencieron.
Por eso fue que el jueves, la estrategia de Encinas cambió y Andrés Manuel decidió aparecer públicamente en respaldo de su candidato. El tabasqueño lanzó así su declaratoria de guerra a Los Chuchos y tomó una apuesta que puede ser de muy alto costo para él.
Porque si Alejandro Encinas no logra ganar la presidencia del PRD en marzo próximo, aún teniendo como jefe de campaña a AMLO, la lectura obligada será que la fuerza del tabasqueño no alcanza ya ni para ganar elecciones internas en el perredismo. Ya ha ocurrido en varias elecciones locales, antes y después del 2 de julio del 2006, que López Obrador no pudo ganar comicios en los que se involucró directamente en apoyo a candidatos del PRD.
Le pasó la primera vez en el 2005 con Yeidckol Polevnsky en el estado de México; le volvió a pasar en octubre del 2006 en su natal Tabasco, con su amigo César Raúl Ojeda Zubieta, al que tampoco le alcanzó el apoyo de AMLO para evitar la derrota. ¿Ahora con Alejandro Encinas tendrá López Obrador la fuerza interna en el perredismo para hacerlo ganar?
En las próximas semanas, quizá en plenas épocas navideñas, veremos recrudecerse la confrontación entre Los Chuchos y el lopezobradorismo. Los dos bloques se acusarán mutuamente de que el otro fue responsable de haber provocado la ruptura de los pactos que sellaron en noviembre pasado. Se acusarán de “moderados”, de “radicales” o de “conservadores”. Pero la verdad es que poco importa ya quién tiró la primera piedra, porque el delgado cristal que los mantenía fuera del alcance y contenidos se ha roto y se reanuda la guerra de las tribus.
|
Thursday, December 20, 2007
Se rompen las alianzas en el PRD, Andres Manuel se la juega, va con las fuerzas de Bejarano
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment