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Tuesday, February 23, 2010

La televisión cubana
Marco Rascón


No hay como el papel de los medios, sus formas y contenidos, para medir el grado de libertad e identidad de un país. Si lo electoral son los nervios de la democracia, los medios son la sangre que le da oxígeno a todo, y si está contaminada es lo que enferma.

Una primera prueba es si el contenido de las imágenes corresponden a la realidad del país; si la expresan, cómo la comunican y hacia dónde la conducen. En Cuba se puede decir de manera contundente que la televisión corresponde a su realidad. Lo que se ve en la pantalla está en la calle, en sus problemas, su cultura, en sus procesos y en lo que son los cubanos. El principio del contenido mediático depende de la fuerza del Estado, pero el gran protagonista no es el poder, sino sus objetivos de educación, organización social e información.

Cada barra de programación en Cuba, tanto en la radio como en la Tv, tiene el objetivo de educar masivamente, dar información coyuntural y de fondo, para que cada cubano desde su ubicación haga sus respectivas conclusiones. No es una televisión con formatos espectaculares. Su producción es sencilla, pero impresionan las clases de matemáticas, de historia del arte y la narración de óperas de Verdi, sus telenovelas históricas y la serie de dibujos animados Pubertad, realizada en el Instituto Cubano de Artes Cinematográficas (ICAIC), donde productores jóvenes, con objetivos claros, hacen historias divertidas y cómicas que reflejan los diálogos y problemas de la adolescencia de millones.

En la Tv y la radio cubanas todo sirve a los objetivos de crear una sociedad culta, con información sobre la política en todo el mundo, los procesos históricos de liberación y emancipación, que resultan extraños e incomprensibles en una "dictadura". ¿Qué dictadura educa a su pueblo y le da las herramientas para formar un pensamiento libre y documentado?

En la democracia mexicana, por hacer un comparativo, el tiempo de radio y Tv se lo llevan los comerciales, muchos de productos chatarra, incluyendo las medicinas para todo y los insultos entre la clase política. Ése es el concepto de "libertad": escuchar los insultos, el reparto de culpas, las justificaciones, los crímenes en sus más variadas formas, violencia y desastres.

Los medios son un complemento y promueven la lectura. Habría que ser testigo de la masividad de asistencia a la pasada Feria de Libro en la Cabaña, adonde los cubanos asistieron por miles, ávidos de lecturas que por su contenido promueven los medios electrónicos.

La Tv y la radio en Cuba (que también está en la Tv a manera de un doble play) como medio es invisible. El protagonista central es el que recibe y en ese sentido el medio tiene como fuerza ser el gran organizador y base nacional. El protagonista es la sociedad y sus necesidades culturales de alimentación, educación, deportes, salud y de esparcimiento. En la Tv y radio cubanas todos los deportes son importantes.

En México, en cambio, el receptor es invisible y el gran protagonista es la clase política y sus escándalos, la diversión, la violencia y la obsesión de encontrar culpables dividiendo en forma maniquea la realidad entre buenos y malos. No obstante, en México se dice que Cuba es una dictadura y que la libertad está aquí.

Cuba es hoy un país con muchas revoluciones internas. Es una nación abierta donde miles de cubanos entran y salen a diario, llevando la noticia de que el mundo global no es la mejor de las opciones. La vitalidad de los cubanos ante estas dificultades se expresa diariamente y a toda hora en su televisión y su radio, dando elementos para observar los problemas con distintas ópticas y distancias. Es una sociedad que no ha sido educada en la nota roja ni el amarillismo que hace de sus medios de expresión sus flujos de ida y vuelta y su orgullo cultural.

Hoy los vientos se han puesto en su favor y la Tv y radio cubanas son hoy por hoy la potencia cultural y social no sólo del Caribe, sino de América Latina. Los problemas son infinitos, pero hoy puede verse la obra de la revolución en comparación con la que Estados Unidos hizo en Haití o la que tiene en Guantánamo como símbolo mundial de la violación de los derechos humanos. Los cubanos repiten con exactitud una frase de Máximo Gómez (1852-1905) y que soltó un taxista: "los cubanos o no llegamos o nos pasamos", y eso está hoy en el presente de Cuba con una agenda abierta frente al mundo.

Los que amarramos parte de nuestros idearios a la revolución cubana, viendo la realidad actual y lo que hoy es su radio y televisión, subordinados a las necesidades sociales, políticas y económicas, pensamos que no nos equivocamos cuando sintonizábamos Radio Habana Cuba y nos uníamos al sentir profundo de los latinoamericanos a través de ese medio.

Si en el mundo los medios con su alta capacidad tecnológica son un problema que enajena y aniquila el pensamiento crítico, en Cuba es un instrumento para la solución y una herramienta de liberación.

http://www.marcorascon.org

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“El Chapo” prohíbe secuestrar: “Jabalí”

Fuente: El Universal

Martes 23 de febrero de 2010

En declaraciones a la Policía Federal tras su captura, Villagrán explicó que el capo le dio instrucciones para limpiar Sonora de extorsionadores y secuestradores



Joaquín El Chapo Guzmán, prófugo desde hace nueve años, mantiene controlada la frontera norte, donde todos le rinden cuentas, según el testimonio de José Vázquez Villagrán, El Jabalí, su operador en Sonora, capturado el domingo en Santa Ana, su pueblo natal, por la Policía Federal (PF).

El Jabalí, según la PF, coordinaba para el cártel de Sinaloa el envío aéreo de mariguana y de más de dos toneladas de cocaína cada mes desde Centroamérica y Colombia vía Panamá, que ocultaba en su rancho y luego enviaba a Estados Unidos.

En declaraciones a la Policía Federal tras su captura, Villagrán explicó que El Chapo le dio instrucciones para limpiar Sonora de extorsionadores, secuestradores y “gente que cobrara por la plaza”, pues “toda el área de lo que es el norte le ‘rinde’ al Chapo”, quien “quería que esté todo tranquilo”.

“Él quería que todos se portaran bien, que no secuestraran, ni robaran ni asaltaran, que a la gente que lo hiciera había que sacarla de la plaza”, dijo el hombre de 40 años, quien pasó por el ejército de EU, en 1990, y desertó un año después tras obtener la ciudadanía.

“Quiere que esté todo bien, tranquilo, controlado”, explicó Villagrán en su testimonio sobre El Chapo, con el que se comunicaba vía telefónica.

Según la PF, en 1996 Villagrán comenzó “cobrar cuota” para el trasiego de mariguana hacia EU a grupos delictivos, que debían pagar mil dólares por vehículo que pasaba por su rancho en Magdalena de Kino. Se convirtió en uno de los operadores de la zona, y adquirió dos aeronaves que puso al servicio de El Chapo y los Beltrán como aerotaxis para la droga.

Incluso se hizo compadre de Alfredo Beltrán, El Mochomo, y creó su organización, Los Jabalíes, caracterizados por usar armamento de alto calibre.

Tras la ruptura entre El Chapo y los Beltrán continuó operando para ambos grupos hasta que los hermanos Beltrán se aliaron con Los Zetas, por lo que decidió sólo trabajar con el cártel de Sinaloa.

Según Villagrán, en noviembre de 2009, en una reunión en Ciudad Obregón con otros jefes de plaza, acordaron erradicar de Sonora los secuestros, extorsiones y robos que cometían integrantes de los Beltrán Leyva.

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Militares; nunca otra guerra sucia

No quieren ser llevados a acciones ilegales. Gritan, porque no son “soldaditos de plomo”


Itinerario Político
Ricardo Alemán
Editoriales: El Universal

Martes 23 de febrero de 2010


Desde el inicio del gobierno de Felipe Calderón, los nuevos mandos de las Fuerzas Armadas replantearon su participación en la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado, a partir de la reglamentación de la seguridad nacional —en general—, y la seguridad interior, en particular.

Por eso, junto con el gabinete de Seguridad y el propio Ejecutivo, especialistas de la Sedena y la Marina Armada elaboraron la iniciativa de Reforma a la Ley de Seguridad Nacional, que durante más de dos años duerme el sueño de los justos en el Congreso.

Como todos saben, a lo largo de la primera mitad del gobierno de Calderón se intensificó la participación de las Fuerzas Armadas en el combate al narco y al crimen organizado, al tiempo que crecen las voces de que se trata de una estrategia fallida —con todo lo que ello implica para el desprestigio de las instituciones armadas—, y abundan quienes reclaman el regreso del Ejército a los cuarteles.

En sentido contrario a las voces anteriores —las que aseguran que la guerra contra el narco y las mafias criminales es una estrategia fallida, y los que piden que salgan los militares de las calles—, el presidente Calderón sostuvo que no habrá un repliegue militar —y menos en regiones como Chihuahua y Ciudad Juárez—, en tanto no se garantice la seguridad de las personas y sus bienes, ante el embate criminal.

En medio de la discusión —como ha ocurrido desde que en México el poder regresó a manos civiles—, las Fuerzas Armadas quedaron en medio, atrapadas entre la obediencia al jefe máximo, que es el presidente en turno —y al que deben lealtad absoluta—, y la posibilidad latente del uso ilegal, faccioso y hasta abusivo de las Fuerzas Armadas, por parte del poder civil.

Está claro que se justifica a plenitud que militares y marinos sean los responsables de combatir en la primera línea de fuego en la guerra contra el narco y los criminales organizados —a pesar de que su participación no sea legal—, pero también es cierto que esa batalla no puede ser eterna y menos puede ser sin limites. ¿Hasta cuándo y hasta dónde?

Por esa razón —porque una batalla sin regla s básicas acabará por debilitar las instituciones armadas—, es que militare y marinos han alzado la voz para reclamar que el Congreso intervenga y acelere la discusión y, en su caso, aprobación de la Ley de Seguridad Nacional, que duerme precisamente en el Congreso.

La voz del secretario de La Defensa se escuchó de nueva cuenta apenas los pasados días De la Lealtad y Del Ejército, en donde Guillermo Galván reclamó a los representantes de los Tres Poderes “certeza jurídica” para las Fuerzas Armadas, en su desempeño en la lucha contra el narco y el crimen organizado. Sin embargo, el nuevo llamado a la clase política fue interpretado por algunos como un intento castrense de entrometerse en decisiones políticas.

Lo cierto es que el malestar de militares y marino está lejos de un acto de insubordinación con pretensiones políticas. El asunto es de fondo, y tiene que ver con la preocupación de las Fuerza Armadas de ser parte de la reedición de los fantasmas de 1968 y la guerra sucia de los años 70. Y si bien las Fuerzas Armadas no son un poder institucional independiente, tampoco son “soldaditos de plomo”.

Y por eso los militares no están dispuestos —otra vez—, a ser usados por el poder civil en acciones al margen de la ley. Por esa misma razón reclaman reglamentar su participación en la lucha contra el narcotráfico y los criminales organizados. Por eso no sólo apoyan la Reforma a la Ley de Seguridad Nacional, sino piden su aprobación. ¿Pero que dice la reforma?

Proporciona el marco legal para la participación de las instituciones responsables de preservar la seguridad nacional. Para ello tipifica la “seguridad nacional” y uno de sus apartados fundamentales, “la seguridad interior”, la que establece los riesgos y amenazas que representan para su preservación flagelos como la delincuencia organizada, el narcotráfico, pandemias, desastres naturales.

La misma iniciativa establece el procedimiento para determinar cuándo y bajo qué hechos existe un riesgo para la seguridad interior —sea por narcotráfico, sea por crimen organizado, o sea por desastres naturales—, y marca el procedimiento para que con el aval del Ejecutivo federal y Legislativo —a través de las instancias previstas para ello—, puedan intervenir las Fuerzas Armadas; en qué territorios o estados, bajo qué premisas y durante cuánto tiempo. Se reglamenta la intervención militar en la seguridad interior, y se elimina la discrecionalidad de las decisiones presidenciales.

El de las Fuerzas Armadas es un grito desesperado que nadie quiere escuchar. Esperemos que no sea tarde.

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