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Monday, May 04, 2009

Obama reitera apoyo a México en 'momentos difíciles'


De algo estamos seguros: los buenos vecinos trabajan juntos cuando afrontan retos comunes, afirmó el presidente estadounidense


El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se sumó a las celebraciones de la Casa Blanca por el "5 de Mayo" en una ceremonia con menos pompa que de costumbre, pero con el compromiso de ayudar a México a superar sus "momentos difíciles".

El dolor de la recesión global que ha afectado a México "se ha agravado con el brote del virus H1N1, así como por la violencia relacionada con las drogas que ha privado a muchos de su futuro", dijo Obama ante unos 200 invitados en el vestíbulo de la mansión presidencial.

"De algo estamos seguros: los buenos vecinos trabajan juntos cuando afrontan retos comunes. Y por eso estamos trabajando estrechamente con el gobierno mexicano para identificar y tratar enfermedades causadas por este nuevo tipo de gripe" , afirmó Obama.

Aunque con un día de adelanto, Obama se sumó a las celebraciones del "5 de mayo" , fecha que conmemora la Batalla de Puebla de 1862, en la que los soldados mexicanos, superados en armas y número por sus enemigos, vencieron a las tropas invasoras de Francia.

La fiesta se ha convertido en una de las más emblemáticas de la comunidad hispana en todo Estados Unidos y, cada año, sirve para que los líderes políticos de la nación enfaticen las contribuciones de los latinos al tejido social, económico y cultural del país.

El año pasado, durante la campaña electoral, por ejemplo, tanto Obama como su otrora rival demócrata para la presidencia y ahora secretaria de Estado, Hillary Clinton, aprovecharon la fecha para reiterar su promesa de impulsar una reforma migratoria integral.

En esta ocasión, Obama hizo notar que el brote del virus H1N1 ha ensombrecido las celebraciones del 5 de mayo en ambos lados de la frontera, tanto que, como medida de cautela, algunas han sido reducidas o incluso canceladas desde Puebla hasta la Ciudad de México y Chicago (Illinois).

Sin embargo, Obama elogió los esfuerzos del Gobierno del presidente Felipe Calderón y los "pasos apropiados" que ha tomado para resguardar a la población.

Obama recordó que durante su reciente visita a México, como parte de su primera gira por América Latina, admiró "la calidez, vigor y la vitalidad del pueblo mexicano, "un amor por la vida que he visto en las comunidades mexicoamericanas en toda esta nación".

La celebración en la Casa Blanca fue la primera de Obama como presidente y, quizá a tono con la emergencia de salud pública que afecta a ambos países, distó de las realizadas por el gobierno anterior.

En esta ocasión, y fuera de las cámaras de televisión y de los periodistas, la fiesta estuvo amenizada por el grupo Mariachi Reyna de Los Angeles (California), integrado totalmente por mujeres.

Durante su discurso, Obama fue interrumpido en varias ocasiones por aplausos y risas de la audiencia, y hasta un "Vivan los Obama!".

Su único traspié de protocolo ocurrió cuando terminó su discurso y bajó del pequeño estrado que compartió con su esposa, Michelle, el vicepresidente Joe Biden y su esposa, y el embajador mexicano Arturo Sarukhán y su esposa.

Obama prosiguió a saludar a varios de los invitados, aparentemente olvidando que Sarukhán tenía preparado un discurso, el primero de un embajador mexicano en una celebración semejante en la Casa Blanca.

Obama regresó al estrado y ofreció disculpas, cediéndole la palabra al embajador, a quien describió como " mi buen amigo". Sarukhán se hizo eco de las declaraciones de Obama en el sentido de que EEUU y México disfrutan una "verdadera amistad" que en el pasado han superado grandes pruebas.

"Hoy ambos países nuevamente han unido sus manos para responder a un reto común. En los últimos días hemos trabajado juntos de forma incansable, transparente y responsable para identificar y contener el contagio del brote de la gripe H1N1, reafirmando y fortaleciendo nuestra cooperación", dijo el diplomático.


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GRIPE AVIAR

por José Saramago

(publicado en El Cuaderno de Saramago, http://cuaderno.josesaramago.org, el 30 de abril de 2009)



No sé nada del asunto y la experiencia directa de haber convivido con cerdos en la infancia y en la adolescencia no me sirve de nada. Aquello era más una familia híbrida de humanos y animales que otra cosa. Pero leo con atención los periódicos, oigo y veo los reportajes de radio y televisión, y, gracias a alguna lectura providencial que me ha ayudado a comprender mejor los bastidores de las causas primeras de la anunciada pandemia, tal vez pueda traer aquí algún dato que aclare a su vez al lector.


Hace mucho tiempo que los especialistas en virología están convencidos de que el sistema de agricultura intensiva de China meridional es el principal vector de la mutación gripal: tanto de la “deriva” estacional como del episódico “intercambio” genómico. Hace ya seis años que la revista Science publicaba un artículo importante en que mostraba que, tras años de estabilidad, el virus de la gripe aviar de América del Norte había dado un salto evolutivo vertiginoso.


La industrialización, por grandes empresas, de la producción pecuaria rompió lo que hasta entonces había sido el monopolio natural de China en la evolución de la gripe. En las últimas décadas, el sector pecuario se transformó en algo que se parece más a la industria petroquímica que a la bucólica finca familiar que los libros de texto en la escuela se complacen en describir…



En 1966, por ejemplo, se contaban en Estados Unidos 53 millones de cerdos distribuidos en un millón de granjas. Actualmente, 65 millones de puercos se concentran en 65 000 instalaciones. Eso significa pasar de las antiguas pocilgas a los ciclópicos infiernos fecales de hoy, en los que, entre el estiercol y bajo un calor sofocante, dispuestos para intercambiar agentes patogénicos a la velocidad del rayo, se amontonan decenas de millones de animales con más que debilitados sistemas inmunitarios.



No será, ciertamente, la única causa, pero no puede ser ignorada.



El año pasado, una comisión convocada por el Pew Research Center publicó un informe sobre la “producción animal en granjas industriales, en el que se llamaba la atención para con el grave peligro de que la continua circulación de virus, característica de las enormes varas o rebaños, aumentase las posibilidades de aparición de nuevos virus por procesos de mutación o de recombinación que podrían generar virus más eficientes en la transmisión entre humanos”.


La comisión alertó también de que el uso promiscuo de antibióticos en las factorías porcinas —más barato que en ambientes humanos— estaba proporcionando el auge de infecciones estafilocóquicas resistentes, al mismo tiempo que las descargas residuales generaban manifestaciones de escherichia coli y de pfiesteria (el protozoario que mató a millares de peces en los estuarios de Carolina del Norte y contagió a decenas de pescadores).



Cualquier mejora en la ecología de este nuevo agente patogénico tendría que enfrentarse al monstruoso poder de los grandes conglomerados empresariales avícolas y ganaderos, como Smithfield Farms (porcino y vacuno) y Tyson (pollos). La comisión habló de una obstrucción sistemática de sus investigaciones por parte de las grandes empresas, incluidas unas nada recatadas amenazas de suprimir la financiación de los investigadores que cooperaron con la comisión. Se trata de una industria muy globalizada y con influencias políticas.


Así como el gigante avícola Charoen Pokphand, radicado en Bangkok, fue capaz de desbaratar las investigaciones sobre su papel en la propagación de la gripe aviar en el sudeste asiático, lo más probable es que la epidemiología forense del brote de la gripe porcina choque contra la pétrea muralla de la industria del cerdo. Eso no quiere decir que no vaya a encontrarse nunca un dedo acusador: ya circula en la prensa mexicana el rumor de un epicentro de la gripe situado en una gigantesca filial de Smithfield en el estado de Veracruz.


Pero lo más importante es el bosque, no los árboles: la fracasada estrategia antipandémica de la Organización Mundial de la Salud, el progresivo deterioro de la salud pública mundial, la mordaza aplicada por las grandes transnacionales farmacéuticas a medicamentos vitales y la catástrofe planetaria que es una producción pecuaria industrializada y ecológicamente sin discernimiento.



Como se observa, los contagios son muchos más complicados que el hecho de que entre un virus presumiblemente mortal en los pulmones de un ciudadano atrapado en la tela de intereses materiales y la falta de escrúpulos de las grandes empresas. Todo está contagiando todo. La primera muerte, hace ya largo tiempo, fue la de la honradez. Pero ¿podrá, realmente, pedírsele honradez a una transnacional? ¿Quién nos acude?



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