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Sunday, March 13, 2011

Japón: desastre natural y riesgo económico
Editorial de La Jornada / Sabado 12 de Marzo, 2011

El devastador terremoto que se registró este viernes en Japón (8.9 grados en la escala de Richter), seguido de un tsunami, ha arrojado, además de una destrucción material todavía incalculable, un saldo que hasta ayer rebasaba los mil muertos y miles de desaparecidos, pero que varía constantemente.

La pérdida de vidas humanas es, por definición, irreparable y dolorosa, y resulta significativo de la magnitud del fenómeno que esas muertes se hayan registrado –a diferencia de lo ocurrido con otros episodios similares– entre una población que cuenta con una reconocida organización y cultura sísmicas, y en un país cuyo gobierno ha invertido, ante las determinantes geográficas de su territorio, cuantiosas sumas en el diseño e implementación de planes de desalojo y contingencia ante los terremotos.

Además del saldo en vidas humanas, y conjuradas en apariencia las posibilidades de que el desastre natural tenga repercusiones severas en otros territorios peninsulares y continentales del océano Pacífico, un factor principal de preocupación en la hora presente es que lo ocurrido en Japón derive en afectaciones de índole económica a escala mundial. El terremoto se tradujo, desde ayer, en una caída de los mercados bursátiles del sureste asiático y de Europa, y en la baja en las cotizaciones internacionales del petróleo, como consecuencia de los daños sufridos por las refinerías del país asiático, el segundo importador neto de crudo en el mundo.

Más allá de esos efectos inmediatos, cuyo alcance podría ampliarse o reducirse en las próximas horas, la destrucción de capital físico y de infraestructura en Japón, en conjunción con la paralización de sus actividades productivas, condiciona severamente el proceso de recuperación económica en que se encontraba ese país –la tercera economía mundial detrás de Estados Unidos y China–, de por sí afectado por deficiencias estructurales: una deuda pública considerable, que duplica el tamaño de su producto interno bruto –la más grande de un país desarrollado– y un déficit económico que ronda 10 por ciento. Tales indicadores condicionan y estrechan el margen de maniobra del gobierno encabezado por Naoto Kan para los trabajos de rescate y reconstrucción, y también colocan a la nación asiática en la perspectiva de una desaceleración económica.

El panorama no es alentador para una economía mundial que, tras los descalabros de 2008-2009, ha tenido una recuperación por lo menos accidentada, y que actualmente enfrenta factores de preocupación por las revueltas del mundo árabe –y la consecuente inestabilidad para las cotizaciones petroleras– y por la crisis de deuda que aqueja a varias naciones de la eurozona. Ahora, con la devastación en Japón, es posible que las afectaciones a la economía planetaria se extiendan más allá de los mercados especulativos, y que incidan en las actividades productivas e industriales, ante la reducción o el encarecimiento de las exportaciones japonesas en rubros como el automotriz, la electrónica y la industria del acero. Por lo que hace a México, el escenario debiera ser un llamado de atención para los encargados del manejo económico y de la política comercial del país, pues Japón representa su tercer proveedor de importaciones y su octavo comprador de exportaciones, además de que cuenta con una participación importante en el monto de inversión extranjera directa que llega a territorio nacional.

La contingencia inmediata demanda una rápida reacción del gobierno japonés y de la comunidad internacional para ayudar a esa nación, a sus damnificados y a las familias de las víctimas. Pero, en el mediano plazo, se impone la necesidad de que los gobiernos del mundo –particularmente los de países pobres y dependientes como el nuestro– avancen en una doble planificación: ante la posibilidad de fenómenos naturales similares en el propio territorio y ante los efectos económicos que pudieran derivar de esos episodios.

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Daños a infraestructura portuaria e industrial presionarán a Japón
8.9 grados Richter

Vulnerable, la economía ante fenómenos naturales
México no está preparado para enfrentar un gran temblor: expertos

Periódico La Jornada
Sábado 12 de marzo de 2011

Especialistas en infraestructura portuaria y economía Asia-Pacífico destacaron que después de la pérdida de vidas, el efecto más "catastrófico" del sismo y el tsunami que afectaron la costa noroeste de Japón es la "grave afectación de su infraestructura portuaria, industrial y habitacional, lo que generará una presión considerable para una economía que no pasa por un buen momento".

Por su parte, Carlos Valés, jefe del Servicio Sismológico Nacional (SSN), dependiente de la UNAM, sostuvo que a diferencia de Japón, en México la población no está bien preparada para enfrentar un sismo similar al ocurrido este viernes en el país asiático o al que sacudió a la ciudad de México en 1985. "Los japoneses son ordenados, mientras que los mexicanos somos desidiosos", lo cual repercute en la falta de preparación –simulacros, conocimiento de lugares seguros o rutas de evacuación– ante un evento de esa naturaleza.

Juan Carlos Rivera, director del Centro de Estudios Asia-Pacífico del Tec de Monterrey, afirmó que los efectos económicos de fenómenos naturales como sismos, tsunamis, huracanes e inundaciones "cada vez golpean con mayor fuerza los equilibrios económicos y financieros de una nación. En el caso de Japón, es evidente que deberá destinar cuantiosos recursos para ayuda a la población y reconstruir instalaciones básicas".

Las pérdidas de infraestructura podrían resentirse no sólo en su economía. "Seguramente también tendrá un efecto en el intercambio comercial que sostiene con otras naciones; lo más urgente es atender las demandas de servicios básicos, como agua y electricidad para las zonas damnificadas y asegurar alimentos para los afectados".

Óscar Cruz Castro, profesor-investigador de la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura del Instituto Politécnico Nacional, experto en infraestructura portuaria e ingeniería oceánica, apuntó que los efectos del tsunami "son una clara advertencia para naciones como México sobre los riesgos que implica construir infraestructura vital como puentes, carreteras y fábricas cerca de la costa, ante la posibilidad de recibir un embate natural catastrófico".

En tanto, en conferencia realizada en la UNAM, el jefe del SSN destacó que al ser un país altamente sísmico, México está a la espera de un terremoto de consecuencias importantes, por lo que se debe planificar para evitar tragedias. "Un sismo es común y natural, lo que no es común ni natural es un desastre, por ello debemos prevenirlo".

Elena Centeno, directora del Instituto de Geología de la UNAM, refirió que en México existe poca conciencia entre la población, además de que son muy escasos los simulacros, por lo que ante un hecho real la gente desconoce la mecánica de evacuación y prevención.

Pasó el peligro

Junto a otros especialistas de la UNAM, ayer en la tarde informaron que el terremoto de 8.9 grados en escala Richter que afectó la costa noreste de Japón y el tsunami siguiente, no tendrían consecuencias importantes en México, pues sólo ocasionarán olas de un metro de alto sobre el nivel medio del mar en las costas mexicanas, oleajes parecidos o incluso menores que los provocados por un huracán.

Luis Quintanar Robles, secretario académico del Instituto de Geofísica, explicó en entrevista que el temblor en Japón –el cuarto o quinto más grande de la historia– provocó en las costas del Pacífico mexicano olas de entre 80 centímetros y un metro, según la geografía de cada lugar, que no representaron ningún peligro para las comunidades de dicha zona.

"El peligro ya pasó, si las olas provocadas por el sismo principal no fueron tan altas, las que generen las réplicas van a tener una magnitud todavía menor", dijo.

La Secretaría de Marina informó mediante un comunicado que su personal estaría en alerta ante los posibles efectos destructivos del oleaje alto, y atender cualquier eventualidad relacionada con éste.

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