Editoriales de diarios en Mexico
“Juanito” enfermado
Editorial EL UNIVERSAL
El Universal / Martes 29 de septiembre de 2009
Lo que ni López Obrador pudo Marcelo Ebrard lo resolvió en una sentada: sacar a Juanito del escenario. Apenas ayer, en su largo paseo por los medios de comunicación, Juanito aseguraba estar listo para hacerse cargo de los problemas de la delegación más importante del DF. Opinó sobre lo que haría para abastecer de agua corriente y drenaje a toda la demarcación; hizo planes sobre la organización de su gabinete y aseguró que nadie como él contaba con legitimidad para ocupar esa silla.
Pero, de golpe, sus ansias de novillero se desvanecieron. Resulta que, a sus escasos 51 años, trae la presión demasiado alta (¿política o sanguínea?). Por tanto, antes de que un paro cardiaco lo tome por asalto, abandonará su responsabilidad electiva, no sin antes cobrar al menos cuatro quincenas como delegado.
De principio a fin el episodio Juanito ha sido desastroso. Primero fue el Tribunal Electoral federal el que atrajo, sin tener argumento para ello, el caso de la pugna interna entre perredistas, y mal resolvió aquella disputa. Luego vino la rocambolesca solución que la gente de Ebrard le propuso a AMLO y que éste a su vez hizo pública: votar por un candidato que en realidad no era candidato, pero que sí aparecería en las boletas como candidato. Ahora que, de todos los momentos de esta historia, el más sorprendente fue el escenificado por el votante, que decidió, disciplinadamente, seguir las instrucciones de AMLO.
Por último, gracias a los medios y a los adversarios del ex candidato presidencial, el fenómeno escaló a proporciones insospechadas y no por buenas razones. Cuando Rafael Acosta hizo público que quería 50% de las plazas de la delegación, desnudó la forma como se negocian en el PRD, y otros partidos de naturaleza clientelar, los cargos públicos.
Uno a uno de los capítulos que configuran esta narración nos cuentan por qué la política en México anda tan mal: autoridades electorales que no miden consecuencias, políticos que proponen barbaridades, electores que dejan de lado su responsabilidad ciudadana, y una opinión pública adicta al escándalo y negligente con los argumentos. Fin de esta historia. ¿Será?
=============
Historias de reportero
Carlos Loret de Mola
El Universal / Martes 29 de septiembre de 2009
Gano Andres Manuel
“Está loco. En serio está loco”. Después de haber mandado tantear el agua para saber frente a quién estaría sentado ayer, Marcelo Ebrard recibió este diagnóstico de sus colaboradores sobre Rafael Acosta Ángeles, Juanito.
El PRD, que domina la geografía política del DF, había ya tomado la decisión: Juanito no gobernaría Iztapalapa. En eso se pusieron de acuerdo Pejes, Chuchos, Marcelos, Bejaranos, todas las otras corrientes y hasta PT y Convergencia. Y tocó al jefe de Gobierno disuadirlo de tomar posesión. El intento fue “por las buenas”, bajo dos argumentos:
El primero, una encuesta reciente que marca que 45% de los habitantes de Iztapalapa considera que Clara Brugada debe gobernarles y no Juanito; en tal contexto, Rafael Acosta, de suyo inexperto en las lides de la gobernación, enfrentaría un cerco tal que volvería inviable su gestión. Él no tiene grupo, corriente, facción, ni nada que lo respalde, mientras sus agraviados adversarios controlan la fuerza de movilización política más potente de la capital del país.
El segundo, y más poderoso, que no hay modo de garantizarle la seguridad, pues podrá realizarse un operativo para que llegue a la Asamblea Legislativa a tomar protesta, juntarse granaderos para que se instale en su oficina, montarse guardias policiacas para que nadie lo asalte ahí, pero siempre habrá un día después (un fin de semana, un feriado, un año siguiente, incluso cuando termine sus tres años si se quiere) en el que los vengativos estarán esperándolo para cobrarse que no cumplió con su palabra.
Y ahí Juanito dobló las manos. Se esfumó el bravucón de barrio y salió una especie de priísta genético que renunció hasta por “motivos de salud”. A una licencia de 59 días deberá sucederle otra de un mes, para juntar 90 y que proceda su salida definitiva.
El Plan B, si Juanito no comprendía, era su destitución, ordenada por la ALDF, basada en el artículo 108 del Estatuto de Gobierno del DF (equivalente a la Constitución que tienen los estados) en cualquiera de las fracciones III o VII. La primera habla de “incurrir en omisiones que afecten gravemente el funcionamiento de la administración pública del DF o el orden público” y la segunda de “actos que afecten de manera grave las relaciones de la delegación con el jefe del GDF”.
Al final, está por suceder, paso a paso, lo que Andrés Manuel López Obrador gritó, instruyó, ordenó el 16 de junio cuando en una misma noche hizo de Juanito un alguien al intentar hacerlo un nadie. ¿Lo demás? Lo demás lo terminaron operando, así lo delineó el tabasqueño hace 104 días, Juanito, Clara Brugada, Ebrard y los perredistas en la Asamblea Legislativa.
SACIAMORBOS En esta, que se apunta como la “Semana de la gobernabilidad” en el DF, ya se desactivó uno de los focos rojos, el de Juanito. Faltan, con riesgo de derivar en violencia, la marcha conmemorativa del 2 de octubre el jueves y las movilizaciones del SME mientras no den la “toma de nota” a su líder.
============
Ricardo Alemán
El Universal
Martes 29 de septiembre de 2009
La mafia lo crea, la mafia lo destruye
“Juanito” siempre engañó con la verdad
Elevó el precio de su seguro de vida
Sólo era cuestión de tiempo para que un “aire cruzado”, una de las siempre salvadoras “pulmonías cuatas” o incluso una “angina de pecho” hicieran el milagro. Sí, Juanito fue doblado por la misma cultura autoritaria que lo creó. Y lo que la mafia da la mafia lo quita.
Y sólo falta saber qué le ofrecieron o le dieron a cambio a Juanito los siempre demócratas, congruentes, honestos y ejemplares hombres del poder amarillo, ésos que presumen credenciales de izquierda y que actúan no igual, sino idéntico al viejo PRI. Bueno, si hasta le recomendaron la receta al pobre vendedor ambulante: “Renuncia por motivos de salud”. Para completar el cuadro del PRI de los años 50, de La ley de Herodes.
Pero en el fondo nadie debe llamarse a sorprendido. En realidad el desenlace de la renuncia de Juanito por motivos de salud es parte del guión original. El problema es que el actor principal decidió gozar de sus 15 minutos de fama, del glamour del poder, de las mieles de la popularidad y el reflector. Y nadie puede negar que consiguió su objetivo con creces.
En política —reza la jerga de los viejos políticos—, “no existen las sorpresas, sino los sorprendidos”. Y esa es la lección fundamental del caso Juanito. Es decir, el fenómeno sorprendió más a una sociedad hambrienta de espectáculo, de circo, de “chunga”, que al propio jefe delegacional de Iztapalapa. Y sólo los despistados se creyeron el cuento de que Rafael Acosta se enfrentaría al poder de AMLO y de Marcelo Ebrard; a la mafia amarilla que ha hecho de Iztapalapa su mayor botín político.
Detrás del espectáculo mediático, del ridículo que mostró a AMLO en su plenitud de líder autoritario, del Juanito que ya despachaba como jefe de gobierno y hasta candidato presidencial, no existía otra cosa que una estratagema para elevar el costo de la decisión del comerciante ambulante. En realidad Rafael Acosta engañó a muchos con la vedad.
Durante semanas gritó a los cuatro vientos, dijo a todo el que quería escucharlo, que él sólo pedía la mitad de las posiciones de la delegación Iztapalapa, para “mi gente”. ¿Cuál era el mensaje detrás de ese grito? El mensaje que entendió a la perfección el jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard: “En política es barato lo que cuesta dinero. Lo caro es aquello que no se puede comprar con dinero”.
Juanito elevó el costo de su decisión hasta cifras fabulosas. ¿Cuánto costó enfermarlo de dos infartos, amenazas, riesgos...? Compró el mejor seguro de vida: el que se compra con promesas políticas. Y acaso hasta un buen hueso en la bolsa.
El 3 de septiembre, en el blog La otra opinión —de EL UNIVERSAL, claro—, pronosticamos lo siguiente. “Resulta igual de cuestionable y aberrante lo que hizo AMLO —al imponer a Juanito en forma autoritaria—, como lo que hace Juanito, al actuar como un vulgar oportunista. En realidad AMLO y Juanito son tal para cual.
“Por eso nosotros apostamos a que tarde o temprano Juanito será doblado por la fuerza del poder autoritario, nada democrático y hasta fascista del grupo de AMLO. Y claro, a un ciudadano con tan endebles luces y tan frágiles capacidades le ofrecerán otro hueso y se lo tragará competo”. Hasta aquí la cita.
Y en efecto, sólo era cuestión de tiempo. El problema, ahora, es que se acumulan las interrogantes en torno al gobierno de Marcelo Ebrard, que da muestras de eficacia política —como pocos—, pero al mismo tiempo esas muestras lo retratan como un priísta salido de las catacumbas.
Marcelo operó “el maiceo” de cuatro diputados —de Convergencia, PT, Panal y PSD—, para que el PRD lograra la mayoría absoluta en la Asamblea Legislativa. Y claro, lo logró. Marcelo operó que el Instituto Electoral del DF cometiera una de las peores aberraciones jurídicas, legales y políticas contra dos candidatos ganadores del PAN a dos delegaciones, y lo logró. Y Marcelo se propuso “enfermar” a Juanito, y lo logró. ¿A costa de qué todo ese manejo político altamente cuestionable? La izquierda mexicana no puede seguir tragando esas ruedas de molino.
Como tampoco las ruedas de molino que empujan Los Chuchos en su estrategia de aliarse con el PRI o con el PAN, para sacar del poder a gobiernos azules o tricolores. ¿Esa es la izquierda que pretende llegar al poder en 2012? ¿Con esos métodos nada éticos, nada democráticos, faltos de congruencia y que traicionan los principios piensan llegar al poder?
El caso Juanito, más que un mal chiste de la política y la izquierda mexicana, debe ser una llamada de atención para aquellos que aún creen en la izquierda como alternativa de poder. Lo demás, lo demás está perdido. Al tiempo.
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment