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Wednesday, October 01, 2008

FUE HACE 40 AÑOS

2 DE OCTUBRE

¡DEVERAS NO SE OLVIDA!

“Según los últimos informes, las fuerzas del orden debieron intervenir para detener a los estudiantes que disparaban contra la multitud y el ejército, se calculan unos 80 muertos entre los presuntos delincuentes, quienes ya han sido detenidos y conducidos al campo militar número 1 para ser interrogados, así acabó mal la asonada comunista”.


Jacobo Zabludovzky en el noticiero Televisa de la noche.


Todo inició una tranquila tarde del verano, ahora que veo mis canas frente el espejo de obsidiana de nuevo recuerdo a mis compañeros de clase, los verdes campos de las islas y el paseo de las facultades de CU acuden entre la bruma de la memoria, con el olor a México, a costillas al carbón y salsa picosa, a este nuestro querido país que iniciaba otro de sus largos caminos hacia la oscuridad.

26 de julio, día de fundación, de pasos cenitales, del Nahui Ollin, pero también fecha que un vecino país celebraba un aniversario más de su revolución, motivo suficiente para citar a otro de los miles de mítines que se llevan a cabo en el Hemicício a Juárez.

De pronto surgieron unas voces entre la multitud, un grupo de jóvenes vestidos de estudiantes iniciaron los gritos de Zócalo, Zócalo, del asunto de la Revolución Cubana habían pasado a la protesta por la brutalidad policiaca, sucedida unos días antes para reprimir un pleito entre la Prepa Ochoterana y la Voca del Poli, es algo que después de 40 años seguimos leyendo en las noticias del día, en especial para cada clásico del futbol americano.

Pero esta vez la cauda enfurecida decidió caminar hacia el zócalo, sin saber que al final de la Avenida Juárez ya los esperaba un grueso grupo de granaderos, formados en posición de combate y listos para la represión. Unos minutos después cayeron sobre la multitud a golpes, descalabrando a varios con una fuerza inaudita para aquellos tiempos.

El lunes inició la huelga, como por arte de magia se formo un Comité de Huelga, apareció además un nuevo líder llamado Marcelino Perelló, que decían era catalán, que no de Madrid, pero al fin de cuentas de España; que tenía una novia muy guapa llamada Rosa Luz, que además hablaba muy bien. Esa noche al terminar las asambleas, la Universidad estaba en huelga, el Poli también y Chapingo apoyaba, se formó el Comité de escuelas y todo comenzó.

Que se refugiaron los estudiantes en la Prepa 1, el símbolo de la Universidad, que habían trolebuses incendiados, en las noticias se hablaba de una asonada comunista, también mencionaban haber descubierto al presunto oro de Moscú para desestabilizar las olimpiadas y los estudiantes eran sus peones. Entrada la noche el ejército disparo con una bazuka y voló la añeja puerta de la educación, instantes después tomaron prisioneros.

El impacto para nosotros fue definitivo, éramos estudiantes de la Universidad y nuestra autonomía fue violada, hoy creo que muchos en ese entonces no sabían mucho de esa autonomía, pero sin duda estaba mancillada. Salimos al Paseo de las Facultades gritando consignas contra el gobierno, contra los granaderos y contra los jefes de los granaderos, exigiendo su inmediata destitución. Nuestro rector Javier Barros Sierra no solo apoyó, además propuso salir a la calle para protestar en una manifestación que partiría de CU a Félix Cuevas.

Ni el aguacero pudo detenernos, ahí marchábamos por vez primera sobre las anegadas calles de nuestra ciudad, algunos nos miraban sorprendidos, otros aplaudían, no faltando quien nos insultara, ¡Fuera pinches comunistas!.

Ya cercanos a Félix Cuevas de nuevo comenzaron los gritos Zócalo, Zócalo, pero el rector dijo se trataba de una provocación, se corrió así la voz ¡No acepten provocaciones!. Además la lluvia nos calaba los huesos y dimos mejor vuelta de regreso, cuentan las crónicas que poco más adelante ya nos esperaba un nutrido grupo de granaderos y soldados.

Sobra decir lo que los noticieros nocturnos expresaron del Rector, en especial Jacobo, quien en ese entonces jugaba el papel que hoy juega Joaquín, como directores de mentes y manipuladores de la opinión pública. Reuniones inmediatas de los senadores y diputados llegaron a las conclusiones que sobra también decir, baste con revisar los periódicos para darnos cuenta que en 40 años no hemos cambiado mucho.

Que emocionante era ser joven, estudiante y además revolucionario, por las noches nos reuníamos en circulo ante la fogata, hablábamos de libertad y soñábamos con otro México, mientras se recibían noticias de nuevos apoyos. Que Topilejo estaba alzado, que los obreros libres enviaban cartas, a veces aparecían señores como Heberto, Revueltas, Valentín Campa y dirigían unas palabras, nosotros llevábamos retratos del Ché.

Cantábamos la Vasija de Barro, Me gustan los estudiantes, Carabina 30 – 30, La Cárcel de Cananea con letra dedicada a Díaz Ordaz, inventábamos consignas contra las autoridades como: Es Corona del Rosal embotellado, gritábamos que el padre del presidente fue un granadero y nos emocionábamos escuchando a Oscar Chávez cantar en el auditorio Che Guevara de Filosofía: “Aquí se queda la clara la entrañable transparencia, de tu querida presencia comandante Ché Guevara”.

Una enorme manifestación partió desde el Museo de Antropología, millares de gentes nos reunimos al influjo del movimiento estudiantil, Reforma estaba llena de bote en bote y el ingenio de los mexicanos que todo convertimos en una frase irónica no se hizo esperar. Gritamos, nos desahogamos, creo que también lloramos, así arribé por vez primera al Zócalo, se veía tan impresionante lleno, ahora es asunto de cada mitin, pero en ese entonces nadie había visto cosa igual.

Entonces se habló de un puñado de gentes inconformes que habían gritado todo tipo de improperios al Señor Presidente, también de la necesidad de educar a este país y el tiempo que ya llevaba una huelga inútil, perjudicando su buena marcha y sobre todo del peligro de perder la olimpiada.

El día 1 de septiembre lo recuerdo como si fuera ayer, en la televisión blanco y negro apareció Don Gustavo Díaz Ordáz rematando con las frases: Los insultos no me hieren, la injuria no me llega, el odio no ha nacido en mí. En tanto toda la audiencia en la vieja Cámara de Donceles se ponía de pie para proporcionarle un largo aplauso hasta las lagrimas, mientras él miraba de perfil al infinito.

Unos días después llegó la culminación del movimiento en la marcha más significativa de la historia moderna, no sé cuantos fuimos, los periódicos de la época citaban 100, había quienes contaron 500 mil, nosotros reclamábamos más de un millón. Pero lo significativo fue el silencio, imaginen esa gran masa sin decir nada, en total recogimiento, nunca se ha dado nada igual en nuestra sufrida capital.

Partimos del Museo y caminamos por Reforma, llena por el centro y las laterales pero además con miles de gentes del pueblo realizando una gran valla interminable, del Museo al Zócalo, ellos si gritaban ¡Viva los defensores de la Constitución, Que Vivan los estudiantes, Viva México!, nosotros respondíamos haciendo la famosa V en silencio.

Así llegamos al corazón de nuestro país, uno a uno fuimos llenando aquella plaza enorme y gris hasta ya no caber nadie, entonces se llenaron los alrededores, las calles de Madero, de 5 de mayo, 16 de septiembre y Tacuba, la enorme cola llegaba hasta Juárez y todavía algunos marchaban por la Lotería Nacional.

Que sonaron las campanas chinas de la Catedral, -escribió Toño Velasco en su libro Regina-, que las nubes dieron paso a la luz del ocaso iluminando nuestros rostros, que todos juntos entonamos el Himno Nacional en una sola y gigantesca voz, que por una sola vez fuimos libres y pensamos podía nacer un México diferente.

Al final, unos cuantos decidieron hacer guardia en el zócalo para esperar el 15 de septiembre, los demás nos retiramos también en silencio. En la madrugada, desde el Palacio Nacional comenzaron por los altavoces a decir: Abandonen el zócalo, ya les dejamos hacer su manifestación, si no lo abandonan aténganse a las consecuencias.

Al amanecer ondeaba en el asta mayor una bandera de huelga, nadie sabía como llegó a ese lugar pero citaron a una manifestación de desagravio y juntaron a todos los burócratas de la zona para que el ejército izara la de verdad, como un acto en contra de los huelguistas. Pero los burócratas se rebelaron, comenzaron a gritar: ¡Somos acarreados, no vamos nos llevan!, desde las azoteas lanzaban objetos al ejército y de pronto, como en las escenas de Tiananmen, desde la calle de moneda emergieron los tanques, los soldados y los granaderos.

Mi padre en ese entonces funcionario del DF, trabajaba en el edifico de gobierno, desde ahí vimos como el grupo armado atacaba a los manifestantes, porque ahora estaban en contra de su propia manifestación. Algunos se enfrentaban locos a los tanques y estos caminaban amedrentando a la multitud que corría hacia 16 de septiembre, luego se retiraban. Pero de nuevo la gente se enfrentaba a ellos y trataba de entrar al zócalo, hasta que por fin el ejército logró controlar la plaza y realizar el acto de desagravio, pero ya sin gente.

El 15 de septiembre sucedió el último acto en CU, ahí estábamos cantando a Violeta Parra, cuando llegó Heberto Castillo y dio el grito acompañado de Revueltas, Campa, los alzados de Topilejo. Estaban los líderes del movimiento como el Pino, Guevara Niebla, Sócrates, el Buho Valle y muchos más, ya no aparecían Perelló y su novia; ya en el paroxismo declararon CU como Territorio Libre en América, emulando la frase de la revolución cubana.

Regresábamos de nuestras brigadas de información cuando nos encontramos al ejército, unos minutos antes habían tomado CU, a los que ahí estaban fueran maestros, alumnos o quien sea, los detuvieron y enviaron al Campo Militar no 1, todos los accesos fueron tomados, el ejército entró a CU y no a estudiar, decían algunos en forma irónica.

Unos días después tomaron el Poli a sangre y fuego, ahí si hubo defensa en una batalla perdida de antemano, pechos contra bayonetas, piedras contra balas, molotov contra bazukas; se habló de muchos muertos, pero la prensa desde luego ocultó los hechos. Sin CU ni Poli el movimiento parecía languidecer, nos reuníamos en alguna casa y realizábamos acciones aisladas de guerrilla intelectual, pero nada que ya amenazara al sistema.

Tlaltelololco significa montón de arena, una pequeña isla en un lago escondido – diría Guadalupe Trigo -, los meshicas realizaron allí una gran matanza, después fue su último bastión ante Cortés, quedó por siglos olvidada como montón de tierra donde solo habitaba una estación de ferrocarril, pero al llegar la modernización construyeron todo un complejo habitacional con enormes edificios, algunos de ellos caídos con todo y gente en el infausto terremoto del 85.

Ahí fue donde citaron para una reunión informativa el 2 de octubre de 1968, incluso se hablaba que allí reaparecerían los líderes ya casi perdidos y que de nuevo tomaría fuerza el movimiento moribundo.

Esa tarde me reuní con mi hermana, sus amigas y mis amigos, seríamos a mucho 8 personas, pero ya se hacía tarde y no salíamos, en espera que las mujeres terminaran su arreglo, los hombres las apurábamos ya desesperados.

Mi padre nos prestó su automóvil y lo estacionamos cerca de Reforma, después caminamos por el hoy Eje Central, donde estaba el Cine Apolo y así llegamos a la plaza por el lado de la torre, hoy es de CU – que irónico – en ese ayer de Relaciones Exteriores.

Vimos una gran valla de soldados y granaderos, pero eso ya era costumbre en los mítines, también un helicóptero que sobrevolaba la plaza, cuando atravesábamos para penetrar por los restos de la antigua ciudad de Tlaltelolco, cuna del abuelo Cuauhtemoc, alcanzamos a ver como el aparato volador lanzaba 2 bengalas, roja y verde, con esa señal el ejército a nuestra espalda comenzó a moverse.

Tratamos de avisar, pero un granadero que sin duda tenía hijos nos dijo: Muchachos sálganse de aquí, los van a matar. Es difícil describir con letras lo que se siente, porque toda descripción resulta vana, solo recuerdo al ejército pasando junto a nosotros y no nos hizo caso, ellos iban sobre la plaza; todavía hubo quien deseara entrar, pero en una toma de decisiones milagrosa corrimos al lado contrario.

Todo el lugar se llenó de hombres de verde y azul, de tanques y antimotines, por en medio pasamos hasta la calle del Cine Apolo, una señora nos dijo: Aquí muchachos, aquí y nos introdujo a su panadería; después la he buscado muchas veces pero creo ya no existe; con la cortina casi abajo, en el suelo, vimos pasar más vehículos militares, los disparos sonaban huecos, en ráfagas, resultaba difícil creer lo que estaba pasando.

Gritos, alaridos, disparos huecos, sonido de ambulancias, después silencio total, el frío silencio de la muerte llegó con la noche, la calle estaba despejada sin nadie que caminara por ella. Salimos y corrimos con el corazón en la mano hacia el automóvil, como si fueran kilómetros y kilómetros al fin llegamos, nos hicimos bolas adentro y encendí la maquina, unos minutos más tarde, con mis compañeras ahogadas en llanto nos dirigimos a CU.

¿Qué pasó?, durante años he visto distintas filmaciones y videos, llegó a la conclusión que una vez rebasados, ellos entraron armados a la plaza para detener a la multitud, quizás unas 5 mil personas sentadas en el piso. Al ver que el ejército penetraba a la plaza comenzaron a gritar: No acepten provocaciones, siéntense, no se muevan.

Pero alguien muy malévolo había apostado francotiradores en la iglesia y las ventanas de los edificios, en especial del Chihuahua, donde estaban los líderes en una terraza. Se dice iban de civiles y usaban un pañuelo blanco en la mano para distinguirse, era el grupo ¡Quetzalcoatl!; surgió entonces la confusión y los soldados comenzaron a disparar hacia los francotiradores que a la vez lo hacían contra la multitud, sentada e inerme para no aceptar provocaciones.

Después se desato el pánico, nadie sabía para donde correr, a la vez, tampoco hacia donde disparar, fuego a discreción le llaman. Tomaron el edificio Chihuahua y detuvieron a cuanto ser humano hubiera en ese lugar, no importando quien fuera. En la plaza yacían cientos de cadáveres, nadie sabe a ciencia cierta cuantos, quienes estaban escondidos en algunos departamentos dicen fueron miles, pero por el estado de ánimo que los embargaba… tal vez exageraron, ¿o no?.

Una vez la plaza bajo control, entraron las ambulancias, recogieron a los muerto y los heridos, rápidamente limpiaron la plaza, donde quedaron las manchas de sangre en el piso y las paredes. Durante la noche hacían rondines y disparaban contra las ventanas, como no deseaban testigos revisaban todas las casas y detenían a los desafortunados que no lograron escapar como nosotros.

Así llegó la noche a Tlatelolco, la oscuridad cubrió a nuestro hermoso país, los sueños de libertad quedaron en el piso convertidos en sangre, el silencio de los inocentes quedó plasmado en la imagen de un niño bolero, en aquella horrible fotografía del periódico independiente llamado ¿Por qué?.

En la prensa y la televisión alabaron el hecho, manifestaron su solidaridad irrestricta con el presidente, la Cámara de Donceles lo aplaudió de nuevo en pie, México estaba salvado de la asonada comunista. Don Gustavo era pues un héroe nacional, por eso orgulloso se atribuyó toda la autoría de los hechos, declarando que nadie más que él era responsable ante la historia de haber salvado a México esa noche en Tlatelolco.

40 años ya han pasado como suspiro, hoy mi cabello pinta canas y mi rostro ha sido marcado por el tiempo, cada año escucho a los que sin reservas apoyaron y todavía viven, estar ahora en contra. Pedir que detengan al anciano Echeverría, acusarlo como responsable de los hechos; pero entonces ¿porque callaron y apoyaron?, ¿ya para que hablar?, mejor calladitos, el silencio de Taltelolco será su castigo, si es que su conciencia después de 40 años los deja dormir tranquilos.

Mis hijos ya son grandes, uno de ellos debió irse por trabajo a EU, oigo que en 2000 hubo un cambio, que también tocaron las campanas chinas, que salieron a festejar a quien habría de darnos el nuevo amanecer, que Regina ya estaba vengada, que la mujer dormida había por fin dado a luz. Yo en tanto, continuo escribiendo estos artículos cada año, tal vez ahora entiendan porque todavía creo en Tezcatlipoca, porque me cuesta tanto trabajo creer que llega alguien nos llega con la luz de Quetzalcoatl y menos los del pañuelo blanco.

Después de aquella noche horrible deje de creer, he buscado alivio en muchas fuentes: astronomía, budismo, new age, mexicanidad, chamanismo; pero cada 2 de octubre los recuerdos acuden de nuevo, sueño a veces que mis amigos y compañeros desaparecidos me aguardan allí en el Mictlan, tal vez para que les cuente si su muerte no fue en vano, ¿Qué podre decirles?, solamente que en México:

¡El 2 de octubre no se olvida!

Desde el espejo que humea

Marte Trejo

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El noticiero Digital, desde la frontera norte!


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