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Sunday, August 30, 2009

Pensamientos:

Optimista, sólo hay dos tipos de personas en el mundo:

Los optimistas y los pesimistas y ambos tienen razón,

el problema es que los pesimistas se hacen daño a ellos

mismos y a los demás, en cambio los optimistas se están

beneficiando a sí mismos y son fuente de motivación para

otros, aquí hay que considerar solamente que lo que

recomendamos es un optimismo equilibrado, es decir, hay

que saber reconocer los errores y las fallas, pero con una

actitud mental positiva, de tal manera de pensar que todo

problema tiene una solución, y que pase lo que pase será

bueno para nosotros, que “no hay mal que por bien no

venga”, que existe un Plan divino maravilloso que se está

cumpliendo inexorablemente, aunque no lo veamos así. El

optimismo también nos ayuda a perseverar en el camino

escogido y a no desfallecer hasta obtener resultados, algunos

piensan que todo tiene solución excepto la muerte,

pero lo que no perciben es que la muerte es la solución

cuando ya no hay nada más que hacer, cuando un organismo

ya cumplió su parte como instrumento de manifestación

de un alma en evolución, no importa los años que el cuerpo

tenga, lo que determina que alguien muera es que esa

alma ya terminó su proceso de aprendizaje o enseñanza en

esa vida.

La perseverancia se encuentra en íntima relación con el

optimismo. En algunas ocasiones se desiste ante el primer

obstáculo que se presenta, en lugar de insistir todo lo

necesario hasta llegar a la meta deseada. También en esto

se aplica el optimismo…



Del libro: LA OTRA REALIDAD


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El Despertar


El estallido que viene
José Agustín Ortiz Pinchetti


Un fantasma recorre la República: la amenaza de un conflicto social. Hasta hace poco esto parecía remoto. Hoy se vuelve probable, aunque, por fortuna, no inevitable. La hipótesis del estallido se sustenta en hechos económicos: una caída sin precedente, por lo menos a 9 por ciento del PIB, acompañada por la pérdida de 900 mil empleos y la caída a la pobreza de 10 millones de personas. Los jóvenes no pueden acceder a la educación por el recorte de los presupuestos ni encontrar trabajo aquí o en Estados Unidos. Su salida es incorporarse al crimen organizado o rebelarse.

Al deterioro económico se suma el político. Esta combinación es fatídica. Ante el desastre económico tendrían que abrirse las válvulas de escape del cambio político, como hizo Ernesto Zedillo en 1995. Si no se canaliza la inconformidad, los costos sociales se convertirán en un reclamo de cambio al que no pueden responder las instituciones también dañadas. El experimento democrático ha naufragado.

Calderón no tiene recursos, inteligencia ni oficio para ofrecer una salida política a esta crisis. Está atrapado entre los grandes sindicatos corruptos del pasado y el pequeño grupo de potentados que lo llevaron al poder y que no quieren renunciar a sus privilegios.

Podríamos temer que en 2010, o antes, los grupos armados que existen en las montañas del país lanzaran ataques secundados por parte importante de la población agraviada. Quizás se asociaran con las redes del narco que los utilizarían dándoles a cambio información, armas sofisticadas y dinero. Podría haber estallidos aislados, asaltos a los supermercados o a transportes con alimentos. También una insurrección urbana que pudiera bloquear carreteras y aeropuertos, en una especie de huelga general, hasta desquiciar el país. El estallido puede desencadenarse con un crimen, un error contumaz o muchos abusos provocadores. Por ejemplo, lo que están haciendo el PRI y el PAN en Iztapalapa para robarle el triunfo a Andrés Manuel.

¿Se podría conjurar el estallido? Sí, con un nuevo acuerdo entre los factores políticos. De ahí se derivará a un nuevo proyecto de nación. Pero, ¿cómo confiar en la derecha que no cumple sus ofertas ni negocia con honestidad? La derecha quiere la restauración de lo peor del PRI, con Salinas a la cabeza, porque considera agotada la opción panista. La única opción está en la organización popular que articule y dé cauce a la inconformidad y la exprese en términos pacíficos electorales. En ese sentido, la nación tiene una enorme deuda con el obradorismo. Es la única fuerza capaz de prevenir y desactivar el estallido que viene.

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