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Saturday, January 19, 2008

" La balacera en Tijuana, se pudo evitar si los elementos de inteligencia hicieran su trabajo"

El narco modifica modo de operar y sus guaridas
Cinthya Sánchez
Lea este articulo en El Universal

Sábado 19 de enero de 2008

Sus métodos son más violentos a cualquier hora y con armamento sofisticado, precisa

Sangre en las calles, marchas contra la violencia, encajuelados, camionetas baleadas. La PFP patrullando centros comerciales. Los Tucanes de Tijuana con metralletas en las manos en sus videos musicales. Todo, menos una escena que remitiera a Irak: dos niños con uniforme de preescolar corriendo en medio de la calle mientras se tapan los oídos para no escuchar las balas. Una imagen que resume los parámetros a los que se ha disparado la violencia en Tijuana.

Detrás están las cifras: aumento de secuestros en 300% en los últimos dos años, 120 mil adictos a metanfetaminas como el cristal vuelve agresivo a quienes la consumen, 20 mil narcotienditas, una estructura más violenta del crimen organizado y una guerra entre el gobierno y sicarios.

El jueves pasado, los vecinos de la delegación La Mesa en Tijuana barrieron de sus calles casquillos y balas. Las sonrisas de 40 niños menores de cinco años fueron interrumpidas por un tiroteo, los militares los desalojaron de un lugar paradójicamente llamado Alegría que hasta entonces era el sitio donde aprendían la letra A.

“Fue como en una guerra”, describieron quienes escucharon o vieron el enfrentamiento entre la policía e integrantes del cártel de los Arellano Félix.

La transformación

Hasta hace 10 años en Tijuana, las empresas delictivas se manejaban con un método jerárquico, había un líder que controlaba a todos los bandos. Los policías municipales patrullaban con resorteras y cascos de ciclistas. La droga de mayor consumo era la mariguana y los narcotraficantes no se atrevían a tener casas de seguridad en zonas urbanas.

“Por eso no es gratuito que los sicarios de los Arellano Félix hayan tenido una casa de seguridad junto a un kínder, con seis cadáveres dentro, pues ahora el crimen se resguarda en medio de las colonias.”

“Hoy en las empresas delictivas no hay un jefe, no hay un control de la violencia, los grupos compiten entre sí y gana quien tiene métodos más violentos y armamento más sofisticado, todos quieren el poder”, dice Ricardo Gluyas Miyan, investigador del Instituto Nacional de Ciencias Penales y especialista en criminología.

En 2008 el panorama es distinto. En las calles de Tijuana hay jóvenes inyectándose heroína, taxistas que trabajan intoxicados por cristal o ice y que son capaces de navajear a sus pasajeros sino pagan lo que les piden, pandillas que se dedican al secuestro y que son comandadas por adolescentes.

Turistas menores de 21 años que cruzan la frontera para drogarse y beber. Sicarios que caminan con armas de fuego. Pandillas con números tatuados al cuerpo que les dan licencia para matar a todo aquel que no traiga un 33 en el brazo y un crimen organizado fuera de control.

En 1999 la Encuesta de México Unido contra la Delincuencia, decía que las horas en que se registraban los delitos con más frecuencia eran de las seis a las 10 de la noche.

El jueves pasado, el tiroteo comenzó a las 10 de la mañana. El 2 de septiembre del mismo año Jorge Ramos, Secretario General de Gobierno de Baja California, decía que la ciudadanía no tenía nada de qué preocuparse, pues los homicidios que se registraban sólo involucraban a delincuentes.

Para ese entonces nadie imaginaba que casi nueve años después se vería por televisión a decenas de niños que no miden más de un metro correr por su vida.

Érik Chargoy, presidente de la Sociedad Mexicana de Psicología Criminológica, dice que las imágenes de Tijuana son impactantes y que reflejan como la sociedad está ya involucrada involuntariamente en medio de la guerra que mantiene el gobierno con el crimen organizado.

“Gente corriendo en medio de balas disparadas por la policía y los sicarios es un suceso que no debió suceder y que se pudo evitar si los elementos de inteligencia trabajaran correctamente”, dice.

Los dos expertos en violencia coinciden en que la gente vive los hechos con pánico y las repercusiones inevitables son sentimientos de inseguridad y demanda de penas más severas en contra de los delincuentes.

Ricardo Gluyas tiene dos hipótesis para explicar el incremento de la violencia, la primera es que existe competencia por el control de los mercados ilícitos entre grupos organizados y que la efectividad se mide empleando los métodos violentos, la segunda, es la aplicación de la ley, pues hay una mayor presión sobre estos grupos delictivos y su reacción es más violenta.

Para Érik Chargo la violencia ante la violencia hace que la misma se incremente.

“Se tienen que lograr procedimientos judiciales más óptimos, la policía tiene que sacar a la sociedad de este tipo de manifestaciones. Si las cosas se desarrollarán adecuadamente no volveríamos a ver niños corriendo en medio de balas”, señala.

Ver video sobre los ultimos acontecimientos y violencia en Tijuana, Mexico






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