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Sunday, November 30, 2008

El PT y Convergencia, esperan cachar los votos de las separaciones del PRD, en otras palabras de cacha-votos, juar, juar, y de cacha presupuestos!

La guerra de las izquierdas
Luciano Pascoe Rippey / Fuente: La Cronica
30 de Noviembre de 2008

Hace unos cuantos meses el PRD y el PSD, a través de sus fundaciones y junto con la Fundación Freidriech Ebert (la fundación de la socialdemocracia alemana), acordaron realizar una serie de foros, llamados “Encuentros de la Izquierda”, para empezar a discutir temas y descubrir coincidencias y diferencias. Se realizaron siete foros y cuatro encuentros, participó gente como José Woldenberg, Carlos Elizondo, René Arce, Jorge Díaz Cuervo, Valentina Batres, Fernández Santillán, Alberto Begné, Ifigenia Martínez, Agustín Basave y muchos otros que, desde muy diversas ópticas, aportaron sus ideas sobre diversos temas, que iban desde la reforma energética hasta la disyuntiva entre ser institucional o ir a la insurrección civil.


El resultado de esos espacios de debate y encuentro de las izquierdas llevaron a la firma de un documento de 62 puntos de encuentro en las que el PRD y el Partido Socialdemócrata (PSD) coinciden. Es la primera vez en mucho tiempo que vemos a dos partidos de izquierda empezar una discusión de una posible alianza electoral con las ideas por delante, con la plataforma que impulsarán por delante. Es decir, se juntarían para hacer realidad esos 62 puntos, para empujarlos conjuntamente desde los diversos espacios de representación popular. La idea central es lograr la consolidación de un tipo de políticas públicas que cambien este país.


Mientras, y desde la coyuntura de la ratificación del triunfo de Jesús Ortega en el PRD, el PT y Convergencia anunciaron que van juntos en los 300 distritos electorales y que esperan cachar a los desilusionados del PRD (Fernández Noroña es el más notorio precandidato de esta coalición, pero el alcalde de Chalco no se queda atrás en su “desbandada” hacia Convergencia) y aprovechar el movimiento de López Obrador para crear un espacio electoral para ese movimiento. La esperanza de esta alianza es que mucha gente de ese movimiento se traslade hacia sus siglas y aporte votos, que después se convertirán en presupuesto para su proyecto. Curiosamente, atrás de esta coalición no hay una sola propuesta de país, una sola idea de agenda, un solo esbozo de para qué habría que apoyarlos. No. Sólo la oferta de ser cacha-votos del perredismo, beneficiarios de la derrota de unos, de los dogmas de otros y de todos sus enojos. Sin agenda, sin propuestas y sin contenidos, el PT y Convergencia ofrecen a la ciudadanía ser el vehículo para mantener vivo el movimiento de López Obrador y de paso aprovechar para sobrevivir ellos.

La división anunciada de la izquierda puede estar cerca. División entre los que están convencidos –PSD y PRD– de que la transformación de México se da desde la legalidad, la democracia, las instituciones y los acuerdos. Los que están convencidos de que la mejor forma de hacer avanzar su programa es a través de la fuerza tranquila de las ideas. Ideas radicales con métodos democráticos. Esta izquierda sí plantea una reforma fiscal real, la legalización del aborto en todo el país, la posibilidad de una pensión universal garantizada, el matrimonio entre personas del mismo sexo, una reforma en seguridad que dé posibilidades de tener, por fin, un Estado de derecho efectivo, propone el combate a los monopolios sean privados o públicos, propone muchas cosas radicales, pero desde los espacios de acción política legal, democrática e institucional.

Y luego está la izquierda –hoy nítidamente reflejada en López Obrador, Muñoz Ledo y PT y Convergencia– que no ofrece más que dogmas, consignas, movilizaciones, bloqueos, marchas, protestas, imposiciones de verdades únicas –la versión my way or the highway de la política mexicana– que ofrece una alianza electoral para lograr quién sabe qué país, con quién sabe qué reglas, pero, eso sí, con un líder específico: el legítimo.

La única oferta de esta izquierda es empujar todo aquello que decida el jefe. Nadie sabe bien a bien qué decidirá porque ni leyendo su libro se dibuja un proyecto de país delineado. Lo que sí se delinea son sus enojos, sus negativas, todo lo que no va a permitir. Además, la vasta mayoría de ex priistas están cerca de esta posición, incluidos todos los de Convergencia. Ni hablar, alguien los hace y ellos se juntan.

Esas son hoy las dos izquierdas que se decantan frente a la sociedad. Una que busca cambiar el país desde la democracia y con una agenda propia y otra que busca cambiar el país a como dé lugar para poner a un líder.

Veremos cuál perdura y cuál se vuelve marginal.

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