Militares, el nuevo actor politico
Salvador García Soto
El Universal

Miércoles 10 de junio de 2009


Cuando en un tema comienza a decirse “eso nunca había pasado”, es señal inequívoca de que las cosas están cambiando. Es el caso del Ejército y el papel de las poderosas fuerzas castrenses en la vida pública mexicana. Si con Calderón nos acostumbramos a ver soldados en las calles combatiendo al crimen, porque el poder civil fracasó y se corrompió, ahora habrá que acostumbrarnos a ver militares cada vez más actuantes y presentes en ámbitos distintos al castrense.

Un ex subsecretario de la Defensa (Francisco Armando Meza Castro) que es candidato a diputado con recomendación directa del general secretario; un Presidente que da inusuales reconocimientos de antigüedad a sus secretarios de Defensa y de Marina para compensarles el desgaste; un ex titular de la Sedena (Antonio Riviello Bazán) que publica un libro y rompe códigos de la discreción militar mexicana.

Hace apenas dos meses, el general Meza era subsecretario de la Defensa. Al llegar su retiro, en abril, los altos mandos decidieron “promoverlo” como candidato a diputado federal, negociando con Jesús Ortega su postulación. Se volvió así el militar de más alto rango que inmediatamente después de pasar a retiro será diputado al Congreso.

Pero los verdes se mueven en varios frentes, unos visibles, otros no. Comandos formados por militares de élite, pertenecientes al Cuerpo de Fuerzas de Apoyo Federal, creado en noviembre de 2007, y bajo mando directo del Presidente, recorren el país con una misión: ubicar y detener o incluso aniquilar a ex militares de élite que desertaron y se pasaron a trabajar para el crimen, especialmente para los capos de la droga.

Fuentes militares confirman que esos escuadrones de la muerte trabajan para golpear y desmantelar estructuras “paralelas” y “paramilitares” creadas por el narco con soldados y militares de élite que fueron cooptados. En diciembre, dicen, salió de los altos mandos castrenses un último aviso a ex militares y militares desertores que trabajan para grupos criminales: o dejan la actividad ilícita y se acogen a una especie de “amnistía” o serían aniquilados por los escuadrones que recorren los estados.

Así que, golpeando al narco, haciendo campañas por el voto, publicando libros para criticar al “sistema desleal” que los utiliza y luego los deja solos, el hecho es que los militares ganan espacios en la vida civil y pública. En cualquier país del mundo el problema no es sacar al Ejército de los cuarteles y lanzarlo a las calles; el problema es volver a meterlo.