México SA
La anulación del voto sí cuenta, la abstención no
El IFE debe convocar, no influir
Carlos Fernández-Vega
source: editoriales de la Jornada
La ciudadanía está entrampada. El sistema electoral mexicano está armado de tal manera que los votantes salgan raspados cualquiera que sea su decisión, pues la "democracia" se extingue cuando la papeleta ingresa al cajón dispuesto para tal fin. A partir de ese momento, se acabó la "supremacía ciudadana", mientras los candidatos "triunfadores" velozmente pasan de la constancia de "mayoría" al incumplimiento de sus pomposas "promesas de campaña", y de allí a sus "estilos personales de gobernar", que nada tienen que ver con las urgencias e intereses de los electores.
La ley electoral otorga todas las garantías y ofrece múltiples salidas a los partidos políticos y a sus candidatos, así como a las autoridades del ramo; a los ciudadanos, quienes financian a unos y otros, ni una sola: no pueden condicionar o revocar el mandato, no se reconoce legalmente el plebiscito, y si quieren reclamar por el incumplimiento y desviación de aquellos que obtuvieron "constancia de mayoría" la respuesta oficial es mágica: "háganlo dentro de tres años, en las próximas elecciones, y cóbrenles con el voto". Para ser una "democracia", la ausencia de alternativas para los votantes más huele a un pasado que supuestamente quedó atrás.
Si anulas el voto, "permites que otros decidan por ti". Si sufragas por alguno de los candidatos impuestos por los partidos políticos, de todas maneras decidirán por ti. Si anulas el voto, de todas maneras llegarán al hueso; si avalas con tu voto a cualquiera de los candidatos, de todas maneras llegarán al hueso; si anulas el voto para protestar por la mafia del sistema político nacional, de todas maneras se queda la mafia, y si votas a favor de alguien, de todas maneras se queda la mafia. Espléndida "democracia ciudadana", en la que la ley no contempla ningún mecanismo correctivo para partidos políticos voraces ni candidatos incumplidores, e igual de voraces. ¿Qué hacer, entonces?
Como la espuma ha crecido un movimiento virtual sin nombres ni membretes (no muchos, cuando menos) que abiertamente propone la anulación del voto (no la promoción del abstencionismo, que suena igual pero no es lo mismo) al que muchos ciudadanos se suman cotidianamente. En un principio la indiferencia y la burla fueron las "respuestas" de la clase política, pero según se aproximan los comicios del 5 de julio, la preocupación y nerviosismo de "autoridades", partidos y candidatos crece más rápido que dicho movimiento, tanto que el IFE se sacó de la manga la realización de un "foro para que los grupos (contendientes) y analistas (algunos de ellos al servicio de aquellos) discutan escenarios como el abstencionismo o las campañas para anular el voto", pero sin presencia ciudadana (only members del establishment), sin otras voces que no sean las suyas, es decir el sistema responde con la misma falta de creatividad y sensibilidad que ha motivado y facilitado el surgimiento y rápido avance de la ola (que puede ser tsunami) en su contra.
El IFE está obligado a promover el voto, que los ciudadanos acudan a las urnas y expresen su voluntad, cualquiera que ésta sea. Se supone que al Instituto Federal Electoral no le importa si los ciudadanos votan a favor o en contra de uno u otro partido, de una u otra coalición; le importa, sí, que voten, pero parece olvidar que anular el voto es participar, pronunciarse y decidir, amén de que es un derecho, y así lo establece el Cofipe y lo garantiza la Constitución.
Entonces, ¿cómo está eso de que el IFE y sus consejeros "sugieren" a los medios electrónicos "no alentar el voto en blanco"?, porque hacerlo no sólo es violar la ley, la Constitución y el derecho de los mexicanos a decidir, sino censurar una de las alternativas que la propia ley permite y avala, la misma que el Instituto dice defender. Es como si "sugiere" a la televisión y a la radio que no aliente el voto a favor de uno u otro partido político, porque le aterran los resultados. Igual derecho tienen los mexicanos de votar por el partido o coalición que decidan, que hacerlo en contra de todas las "opciones" partidistas presentadas en los comicios mediante la anulación del sufragio.
Es obligación del IFE despejar cualquier duda que la ciudadanía manifieste sobre la realización de los comicios y sus consecuencias legales. Tiene que ser puntual en esto, pero en estos días en los que el "nerviosismo" del sistema crece a paso redoblado, el consejero presidente del IFE, Leonardo Valdés Zurita, asegura que la anulación del voto "no tiene consecuencia jurídica en la elección". Pero algún peso debe tener, cuando en su artículo 295 (inciso d, numeral II) el Cofipe especifica: “el Consejo Distrital deberá realizar nuevamente el escrutinio y cómputo cuando (…) el número de votos nulos sea mayor a la diferencia entre los candidatos ubicados en el primero y segundo lugares en votación”. ¿Que es difícil llegar a una situación de esa naturaleza? Probablemente, pero no imposible, en especial cuando rápidamente crecen las voces a favor de dicha anulación, ergo, sí tiene consecuencias jurídicas en la elección. Esa es la diferencia que no se menciona: la anulación del voto sí cuenta; la abstención no, por arrolladora que sea.
Que el IFE convoque a los mexicanos a las urnas es su chamba y su obligación; que influya para que voten en un sentido u otro, no. En lugar de foros y videomensajes para "convencer" a la ciudadanía, el sistema tendría que reconsiderar sus prácticas voraces, garantizar el cumplimiento de compromisos con el electorado y entender que están al servicio de los votantes, no al revés. Ahora está muy preocupado porque, dice, anular el voto es "autoexcluirse del sistema democrático", cuando en realidad hace mucho que el sistema excluyó a los ciudadanos.
Las rebanadas del pastel
Qué dolorosa la evitable muerte de los niños en Hermosillo. La ABC, instalada junto a una gasolinera y un gran taller de llantas, sin salidas de emergencia ni extintores, y que "aparentemente cumplía normatividad" (Daniel Karam dixit), es una de las mil 526 guarderías subrogadas por el IMSS a particulares, cuyos beneficiarios económicos están ligados a las altas esferas del poder estatal y federal. Habría que preguntar a los deudos cuántos de ellos votaron a favor de que otros decidieran la subrogación a particulares de servicios públicos. Un solidario abrazo a los padres de las víctimas.
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El fantasma del voto nulo
Por Luis Hernández Navarro / fuente: La Jornada
El fantasma del voto nulo asusta a la clase política mexicana. Sin distingo de siglas o ideologías, los dirigentes de todos los partidos políticos, sus intelectuales orgánicos, la Iglesia católica y las instituciones electorales temen que este 5 de julio los ciudadanos no voten por alguna de las siglas estampadas en las boletas electorales.
Al igual que acontece cuando después de un accidente automovilístico de relativa gravedad el chofer tarda un tiempo en calibrar la magnitud de los daños, los políticos profesionales no terminan de evaluar el tamaño del golpe que presienten. Apanicados, se echan la culpa unos a otros del crecimiento de la ola abstencionista. Andrés Manuel Lopez Obrador y Jesús Ortega responsabilizan a la derecha. Los panistas señalan con el dedo índice al Partido Revolucionario Institucional (PRI) "porque es el que tiene mayor voto duro". El tricolor pide que se investigue si la campaña proviene de grupos conservadores o del gobierno federal. La jerarquía católica advierte fracaso democrático y triunfo del totalitarismo. El Instituto Federal Electoral (IFE) señala que es responsabilidad de los partidos que los votantes acudan a las urnas.
Las causas de esta oleada son, sin embargo, más sencillas. La clase política mexicana agotó ya sus últimas reservas de credibilidad. El sistema de partidos se colapsó. El país no cabe en el régimen político. Doblegadas ante los grandes consorcios mediáticos, las instituciones de organización y vigilancia electoral están sumidas en el descrédito.
Existe una creciente y profunda desconfianza de amplios sectores de la ciudadanía con los mecanismos de representación y mediación política institucional. Esta mezcla de malestar, incredulidad e indignación no se concentra en un partido, un funcionario o un representante en especial, sino que involucra a la mayoría. Muy pocos se escapan. La corrupción mancha a casi todos. Los partidos padecen inacabables conflictos internos. Las peleas entre las personalidades políticas de mayor renombre son interminables.
En estas circunstancias ningún acontecimiento, por grave que sea, permanece mucho tiempo en la agenda pública. Un escándalo tapa a otro. Su vida es fugaz.
Además del agotamiento del régimen y el hastío y la desconfianza ciudadana, la eclosión de quienes promueven la anulación del voto y de quienes piensan abstenerse no es ajena a seis hechos que han modificado la fisonomía del país y que los políticos no parecen haber comprendido cabalmente.
El primero es la emergencia de las redes informáticas, que han generado, sobre todo entre los jóvenes urbanos, nuevas sensibilidades y distintas formas de relación. La campaña crece en Internet y desde allí ha saltado a los medios escritos y electrónicos.
El segundo es la changarrización de la base productiva y la precarización laboral que han disuelto identidades y lealtades tradicionales asociadas con el mundo del trabajo y con la compra y coacción del voto. Aunque se conservan clientelas electorales de base territorial susceptibles de ser movilizadas sobre la base de programas asistenciales, éstas distan de ser mayoría entre los votantes.
El tercero es el creciente número de conflictos sociales en todo el país que se desarrollan al margen de los partidos políticos o de los intermediarios sociales tradicionales. Centenares de protestas de indígenas, campesinos, trabajadores, pobres urbanos, mujeres, defensores de derechos humanos, ecologistas han surgido en todo el país. Muchas se han radicalizado. Con frecuencia han desbordado los canales institucionales para atenderlas. Algunas, inclusive, han decidido darse sus propias formas de gobierno. El pobrerío anda alborotado y las elites están temerosas con ese alboroto. Quienes participan en estas movilizaciones no ven que la solución de sus problemas dependa necesariamente de votar por un candidato en particular. Con la izquierda partidaria dividida y una parte muy importante de su liderazgo desprestigiado, en estos comicios la polarización social se expresa marginalmente en la vía electoral.
El cuarto es la constitución de una corriente de opinión en favor de la anulación del sufragio entre sectores de las clases medias, académicos e intelectuales, que en el pasado fueron promotores de las distintas variantes del voto útil, y que ahora no están dispuestos a dejarse arrastrar por el dilema de sufragar por tal o cual partido en específico o ser avasallados por el peligro mayor.
El quinto es la agresiva campaña contra partidos, clase política y Congreso de la Unión que los grandes medios de comunicación electrónicos efectuaron como parte del pulso alrededor de la reforma electoral de septiembre de 2007 y la sustitución de los funcionarios del IFE. Los concesionarios de radio y televisión exhibieron públicamente algunas de las miserias de legisladores y dirigentes partidarios.
El sexto es el éxodo que ha arrancado a millones de personas de sus lugares de nacimiento y trabajo, y ha hecho de la migración (tanto interna como hacia Estados Unidos) y la deslocalización territorial un fenómeno central del México contemporáneo.
Hace más de seis años el EZLN anunció el colapso de la clase política que la actual campaña en favor del voto nulo y/ o la abstención evidencia. Para escándalo de algunos, los alzados no diferenciaron en su análisis partidos ni personalidades. Su diagnóstico ha demostrado ser certero.
En 2001, al legislar simulando reconocer los derechos de los pueblos indígenas, la clase política cavó un foso insuperable con amplios sectores de la sociedad mexicana. Cualquier regeneración de la política en este país provendrá no de los sótanos de San Lázaro ni del Palacio de Covián o de Los Pinos, sino de abajo y a la izquierda.
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La gripe dejó pérdidas al DF por casi mil millones de dólares, dice Delgado
Agencias
La contingencia sanitaria por el brote de gripe ocasionó pérdidas por casi mil millones de dólares a los diversos sectores productivos del Distrito Federal, aseguró el secretario de Finanzas, Mario Delgado Carrillo, quien añadió que pese a ello no cerró ninguna empresa.
Al hablar en la Cumbre de Autoridades de las Capitales Iberoamericanas, el funcionario resaltó que la adopción de medidas para contener la propagación del virus A/HINI causó daños económicos mayores en las ramas turística, hotelera, restaurantera y de transporte aéreo, así como en las actividades culturales y de espectáculos, las cuales, en su fase más grave, llegaron a parar a más de medio millón de personas en esta ciudad.
El titular de Finanzas y el secretario de Salud, Armando Ahued, fueron los dos funcionarios encargados de detallar ante los alcaldes reunidos en el Antiguo Palacio del Ayuntamiento, las consecuencias y las acciones adoptadas por la emergencia sanitaria.
Luego de explicar el peso que tiene la economía del Distrito Federal en la economía nacional, Mario Delgado Carrillo desglosó los daños a diversos sectores productivos de esta ciudad, y las estrategias asumidas para la recuperación.
"¿Cuánto costó el impacto (de la propagación del mencionado virus)? Es difícil estimar el costo de esas emergencias. Probablemente oscila entre .3 y .5 por ciento del producto interno bruto (PIB). Una vez que se acaben de cuantificar esos costos (las pérdidas), podrían alcanzar los 983 millones de dolares", mencionó.
Habló también de los costos directos al gobierno de la capital, como fueron los derivados de la atención en hospitales, la entrega de medicinas, la difusión de las acciones a seguir, así como la baja en la recaudación por el paro temporal que hubo en la actividad económica, y el costo por las distintas medidas fiscales aplicadas.
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