El pasado como triunfo
Marco Rascón
Si en algún momento hubo transición en México, ha fracasado… por el momento. Porque hace tres años las fuerzas opositoras al régimen priísta de partido de Estado obtuvieron juntas 70 por ciento de la votación nacional. A esa fuerza conjunta no se le pedía una alianza, pero sí construir las nuevas reglas de la gobernabilidad, la sustentabilidad económica, la relación con el exterior y el nuevo marco de la soberanía.
Hoy, como cuando los hijos se van de casa en actitud de rebeldía frente al autoritarismo y la incomprensión, los ciudadanos han regresado apaleados, suponiendo que el pasado era mejor y solicitando el perdón por haberse aventurado a cambiar. El PRD y el PAN, propietarios de las izquierdas y las derechas electorales, respectivamente, fracasaron en su idea de cambiar al país, que han regresado al viejo PRI, haciendo del retroceso la nueva forma del cambio. Entre el partido del sol azteca y Acción Nacional, que debieron dividir al Revolucionario Institucional, lo unificaron y restauraron.
El maderismo, según la visión de José Vasconcelos, fue una tragedia porque convocó a la nación a cambiar, sin lograrlo. Se derrocó a Porfirio Díaz, pero no al porfiriato, y el país estalló. Madero, pactando con el viejo régimen, quiso ahorrarle una revolución a México, pero al desmembrarse su fuerza, provocó una de las más grandes y sangrientas revoluciones.
El regreso del PRI equivale hoy al golpe de Estado de Victoriano Huerta, que entonces, como hoy, fue festejado por los medios, los oligarcas económicos, la estructura sindical de los gobernadores y los aparatos del clientelismo central. Es sorprendente observar que muchos de los que anunciaron en julio de 2000 que "había caído el muro", hoy lo levantan con la fuerza que da la convicción de que el viejo régimen es nuestra única opción de gobernabilidad. En este episodio, hasta los mismos priístas que proponían un "nuevo PRI" salieron golpeados, porque ganó el viejo Partido Revolucionario Institucional, el de siempre: el de la unidad nacional, el profundamente contrainsurgente y anticomunista. El que espiaba, torturaba, encarcelaba y desaparecía; el del presidencialismo autoritario, el del entreguismo y el neoliberalismo. El de la corrupción.
No sólo falló la memoria, sino que gracias a la incompetencia de los responsables de conducir al país con los resultados de 2006 ha regresado el tricolor como mayoría absoluta a cogobernar y tripular el naufragio de Felipe Calderón, para quien de ahora en adelante el azul será cada día más desteñido y quien se verá forzado a pintar todas sus decisiones de tricolor intenso.
Los panistas han fracasado hoy en conjunto y se han quedado sin reservas políticas. Con Vicente Fox fracasaron los neopanistas empresariales nacidos de los "encapuchados de Chipinque" en 1982, tras la nacionalización de la banca. Ahora fracasan los doctrinarios, los ortodoxos que llegaron reclamando a los foxistas haber cedido políticamente frente al priísmo. Nueve años del país tirados por la borda y gastados en discursos frívolos y escaramuzas de reformas que terminaron demostrando que, desde la tercera fuerza, el PRI ya gobernaba sin elecciones de por medio, basado en la división entre los dos polos que lo habían derrotado a lo largo de un extenso proceso. Entre ellos, no hubo un asomo de visión de Estado. México vivió entre 2000 y 2009 lo mismo que entre 1910 y 1913: un porfiriato sin don Porfirio y un cambio con retroceso.
En el otro lado, ¡pobre Marcelo! Ahora tendrá como parte de sus aspiraciones presidenciales que llamar a los representantes de la Asamblea Legislativa a cumplir de manera sumisa la orden de imponer a Clara Brugada sobre los electores de Iztapalapa. Lo que fue un movimiento definido por Andrés Manuel López Obrador "contra la derecha", y que anunció el fin de las instituciones, ahora celebra como central su triunfo pírrico contra su coordinador de campaña en 2006, y de manera oscura sin duda el triunfo del PRI por el que ha trabajado, liquidando su propia fuerza.
Nadie percibe que ese movimiento que ganó 35 por ciento de los votos en las urnas, ahora tiene el tamaño del PT y Convergencia, que juntos no llegan a 5 por ciento.
¿Adónde se fueron sus votos?: al PRI.
¡Por eso hoy el tricolor erige un monumento al lopezobradorismo y su obra liquidadora!
En este drama político, la reserva del país se refugió en una vasta y diversa red social, horizontal y desorganizada que protestó en las urnas anulando el voto. Ellos aumentaron la votación general contra el abstencionismo, pero rechazaron el sistema de partidos. Su raíz es la insatisfacción, pero con objetivos y la demanda de continuar el cambio, pese al retorno del viejo régimen para que todo siga igual.
Ante el fracaso de la política polar entre PAN y PRD, ¿cuál será la alternativa hoy de las fuerzas democráticas y la sociedad? Este 5 de julio no hubo un voto en blanco, sino un voto con adjetivos y objetivos que busca transformar contra el pasado anunciado como triunfo y a la transición que, todos, han convertido en naufragio.
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Itinerario Político
Ricardo Alemán
El Universal
Martes 07 de julio de 2009
Mataron a la izquierda
El PAN perdió; el del PRD es un fracaso cultural
AMLO es el asesino político de los amarillos
En efecto, nadie duda que el PRI arrasó en las elecciones del pasado domingo. Está claro que resulta de escándalo la pérdida que sufrió el PAN, golpe que pega directo en la línea de flotación del gobierno de Felipe Calderón; que empujó la salida de Germán Martínez de la dirigencia del PAN, y que obligará a cambios en el gabinete.
Sin embargo, lo ocurrido en los casos del PRI y el PAN es parte de la normalidad democrática. Las dos caras de la misma moneda; el triunfo y la derrota, la alternancia en el poder y, si se quiere, el efecto pendular de las preferencias electorales, que si ayer oscilaron a un extremo, hoy lo hacen en sentido contrario. Sin duda que el PAN es el gran perdedor. Y por eso la reacción inmediata en los ejércitos azules.
Pero pocos quieren ver que —como lo esbozamos ayer aquí— el gran derrotado, no sólo de la jornada sino de la democracia electoral toda, es el conjunto de la izquierda mexicana, cuyos partidos regresaron a los niveles electorales de la marginalidad democrática de las décadas de los 70 y 80. Vale recordar que, según la Academia de la Lengua, “derrota” significa “vencimiento completo de un ejército, seguido generalmente de fuga desordenada, ruina, desastre”. ¿Qué fue, si no es esa definición, lo que pasó en la izquierda mexicana?
Lo curioso del asunto es que nada dicen de la derrota política y cultural que sufrió la izquierda en la reciente elección —de su significado y trascendencia—, los políticos, intelectuales, militantes de izquierda. Y si nada dicen de las causas y los efectos de esa tragedia, menos hablarán de los responsables. ¿Quién o quiénes son los responsables?
En el extremo, no pocos de los fanáticos de la religión que es AMLO, ayer saltaban de gusto porque el PRI derrotó electoralmente al PAN —y porque “Juanito” ganó Iztapalapa—, sin darse cuenta de que si el PAN resultó el gran perdedor de la elección, la llamada izquierda mexicana fue vencida por completo. Es decir, quedó a punto de la ruina y el desastre.
En no pocos de los comentarios que se hicieron aquí a la entrega de ayer lunes —en donde advertimos de la trascendencia de la derrota de la izquierda—, los rabiosos amloístas se colgaban de la lámpara porque —según ellos— los grandes perdidosos habían sido los perversos y horribles azules de la derecha espuria. Según esa maniquea interpretación, con el triunfo de “Juanito” en Iztapalapa —pírrica victoria de AMLO—, la izquierda mexicana está salvada. ¿En serio?
¿De qué tamaño es la derrota del PRD y el conjunto de la izquierda? ¿Es una derrota electoral o un “vencimiento cultural completo” de la izquierda? ¿Quién o quiénes son los culpables de esa derrota?
Conviene recordar, para los desmemoriados, que uno de los objetivos de las distintas formaciones de la izquierda mexicana —desde la segunda mitad del siglo pasado— fue echar al PRI del poder. Hace 20 años con esa misión nació el PRD. Pero la izquierda mexicana convertida en Revolución Democrática fracasó en su primera década de vida, ya que en el año 2000 el PAN fue el partido que relevó —más que echar— al PRI del poder. Pero nueve años después, en 2009, el fracaso del ejército amarillo se transformó en la más dolorosa derrota que haya sufrido la izquierda. ¿Por qué?
Porque si el PRI regresa con todo su poderío es porque fracasó el partido que surgió de la unificación de la izquierda y de la más grande división del PRI, en 1986. En ese año, Cárdenas y Muñoz Ledo salieron del PRI, reventaron al partido tricolor, y junto con la izquierda crearon el poderoso FDN y al PRD. Empujaron la transición democrática, las reglas electorales creíbles, equitativas, transparentes y confiables… Y todo eso, para pavimentar el regreso del PRI.
El PAN siempre ha estado ahí; en su papel testimonial, de apóstol democrático, negociador, cogobernante. El PAN y el PRI son aliados por conveniencia del bipartidismo mexicano. La izquierda debía ser la alternativa, lo diferente, el motor democrático y los gobiernos para la gente. Hizo el trabajo duro en las tres décadas previas al 2000, puso los muertos, y al final del día fracasó. Hoy cuando regresa el PRI, lo hace sobre los cadáveres del PRD y de la izquierda. Pero el regreso del PRI, como lo vimos el domingo pasado, es la confirmación de que la izquierda mexicana y su partido emblema, el PRD, no sólo fracasaron culturalmente, sino que fueron asesinados. ¿Quién mató a la izquierda?
La respuesta la saben todos: intelectuales, políticos, periodistas que se dicen de izquierda. Pero todos o casi todos callan, porque sucumbieron al fanatismo de la religión llamada AMLO.
Los fanáticos enloquecerán de nuevo, pero saben que el asesino del PRD —emblema de la izquierda— se llama Andrés Manuel López Obrador. En 2001 aquí dijimos que AMLO cometió parricidio con Cárdenas.
Hoy AMLO mató al PRD. Y sobre su cadáver pavimentó el regreso del PRI.
Sí, Andrés, la historia no perdona.
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Edomex: la otra zona de desastre de la zquierda, originada por el huracan "Andres ... Manuel", y sus aliados PT y Convergencia. Chequen estos reportes:
“Cinturón amarillo” se esfuma: PRD pierde 12 municipios de zona oriente
Pierden gobiernos locales de Ecatepec, Nezahualcóyotl y Texcoco; sólo retienen Chicoloapan
El Universal
Martes 07 de julio de 2009
ECATEPEC, Méx.— El Partido de la Revolución Democrática (PRD) sufrió la derrota más dolorosa de los últimos 12 años en la zona oriente del estado de México, considerada uno de sus bastiones a nivel nacional.
De acuerdo con los resultados preliminares de la jornada electoral del domingo pasado, el sol azteca perdió 12 municipios en esa región; entre ellos, las dos comunas más pobladas del país, que eran gobernadas por militantes de ese instituto político. Ecatepec y Nezahualcóyotl pasarán, a partir del 18 de agosto, a ser administrados por el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
La sorpresa mayor sucedió en el municipio cuyo nombre significa “en la tierra del coyote en ayuno”, porque era el emblema del PRD no sólo en el estado de México, sino en el país.
El sol azteca gobernó Nezahualcóyotl desde 1997. Valentín González Bautista fue el primer alcalde no priísta en asumir ese cargo. De 2000 a 2003, Héctor Miguel Bautista López, encabezó el ayuntamiento. Luis Sánchez Jiménez continuó la prevalencia perredista de 2003 a 2006. Víctor Manuel Bautista López, ocupó el puesto de 2006 a 2009. Solicitó licencia definitiva en marzo para competir por una diputación local.
Doce años de gobierno
En Ecatepec, esa gestión (2006-2009) fue la primera que ganó el PRD en el municipio más poblado del país, pero el alcalde José Luis Gutiérrez Cureño tendrá que cederle el cargo al priísta Eruviel Ávila Villegas, quien gobernará por segunda ocasión el municipio.
A la debacle del sol azteca se suman Los Reyes La Paz, Texcoco, Ixtapaluca, Valle de Chalco, Amecameca, Tlalmanalco, Ayapango, San Martín de Las Pirámides, San Salvador Atenco y Chalco, aunque el alcalde Vicente Onofre Vásquez renunció al PRD hace unos meses para adherirse a Convergencia.
En la lista podría incluirse Tepetlixpa, pero hasta el momento no hay resultados preliminares porque se suspendió el conteo por un problema entre simpatizantes de PRD y PRI.
En una sola jornada electoral el “cinturón amarillo” se tiñó de verde, blanco y rojo, los colores de PRI, quien le arrebató al sol azteca los municipios más poblados de la entidad.
Tan sólo los municipios de Ecatepec, Nezahualcóyotl, Ixtapaluca, Chalco, Valle de Chalco y Texcoco, juntos, concentran mayor población que algunos estados del país, como Tlaxcala, Colima, Aguascalientes y Baja California Sur, entre otros.
Otro municipio insignia para el PRD es Texcoco, ya que administró durante 12 años esa localidad, y ahora también tendrán que entregarla al PRI.
Sólo conservan un municipio
De los municipios de la zona oriente, del estado de México, de acuerdo con los resultados preliminares del Instituto Electoral local, sólo conservaría Chicoloapan, localidad que ahora registra el mayor crecimiento poblacional, por arriba de Tecámac e Ixtapaluca.
El sol azteca recuperó Tepetlaoxtoc, municipio rural vecino de Texcoco, que actualmente es administrado por el PRI.
Las localidades que dejará de gobernar el PRD se ubican en la zona conurbada de la ciudad de México y hay carencias en la prestación de servicios básicos.
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