El pantano
Marco Rascón
El PRD no existe más. No tiene principios jurídicos ni ideológicos; no tiene programa ni estatutos y sobre sus cenizas se firma la nueva unidad: el pantano como única salida. El PRD no era de Nueva Izquierda, Izquierda Unida, ni del lopezobradorismo, enfermo y fanatizado; ni siquiera de los fundadores de 1989, sino resultado de un largo proceso, de la larga marcha de las insurgencias sociales y democráticas contra el sistema corporativo, represor y autoritario.
Socialistas y comunistas, cristianos progresistas, nacionalistas, demócratas, la suma de viejas y nuevas dirigencias obreras, campesinas, estudiantiles, populares e intelectuales construyeron, con errores y aciertos, la idea de hacer una revolución democrática mediante un partido que unificara fuerzas, grupos, tendencias, regiones, diversidades, corrientes de pensamiento.
La fuerza del PRD radicaba en que la lucha por ganar el poder fue construyendo un programa más importante que cualquier persona o dirigente; el poder debía ser un medio, no un fin. Su fuerza era una voluntad común de pensamientos y propósitos que pudiera gobernar, sustituyendo la organización del viejo régimen con legalidad, programa y ética. No obstante, la grandeza de lo que fue en 1988 se transformó en pragmatismo, idea vacía de poder, puestos, resentimiento, odio fascista, nóminas y prerrogativas.
A lo largo de esa larga marcha de la izquierda mexicana por democratizar al país se exigió respeto a la Constitución, respeto a la legalidad y la ética como principio, porque los que gobiernan la violan, no la respetan y son el fraude, la marrullería y la corrupción. Frente a ellos, el gran patrimonio de la izquierda era la defensa de la legalidad y la ética. Por estos principios existimos como distintos, y por eso desde siempre, en 1968, a todo movimiento independiente y a sus miembros se les encarceló, desapareció y torturó. ¿Cómo combatir fraude con fraude, ilegalidad con ilegalidad, corrupción con corrupción?
Hoy, el lopezobradorismo y su líder festejan, aunque perdieron más de 10 millones de votos y así hayan contribuido a la restauración del PRI. Ningún movimiento en México subió tan alto y cayó tan bajo en tan poco tiempo… y se festeja. Convergencia y PT son ahora la fuerza en votos del lopezobradorismo y sólo tuvieron un poco más de 2 millones de votos, cuando supuestamente hay 3 millones registrados en el "gobierno legítimo" tras recorrer todo el país… ¡y se festeja!
El pasado domingo en Morelia, Michoacán, los gobernadores, al igual que en el PRI, tomaron por asalto al PRD, aduciendo "mediación" y unidad. Todos los grupos, incluyendo a Nueva Izquierda, optaron por el pantano, porque no pueden cambiar sus formas de hacer política, basados en el reparto. Todos los grupos al doblarse pelean, no por una perspectiva, sino por despojos. ¿Qué norma, qué regla vale y cuál no? ¿Cómo puede justificar Jesús Ortega la entrega del PRD a los gobernadores? ¿Cómo legitimar la no aplicación del estatuto a quienes lo violaron y lo festejan como parte de la estrategia electoral para 2012?
Imaginemos esa lógica de los golpistas de Morelia al declarar la inexistencia jurídica del PRD y no aplicar el estatuto. ¿Qué harían si presidieran el país? ¡Qué mejor regalo para el PRI, el PAN y para todos los violadores de la legalidad que le han hecho a lo peor del país y en nombre de la "izquierda"! ¿Por qué no hablan los intelectuales ni los defensores demócratas de la legalidad? ¿Por qué tanto miedo a los dirigentes de la descomposición?
Todos los muertos por el cambio en nuestro país han sido traicionados por este fariseísmo, que, en nombre de "la unidad", ha decidido acabar con uno de los más importantes patrimonios que tenía la izquierda: luchar y demandar respeto a la legalidad y la ética.
López Obrador y los golpistas de Morelia han hecho del PRD un lodazal en el que navegan sobre un espantajo de harapos al que le soplan como si fuera vela. El objetivo de destruir el principal referente electoral construido a lo largo de décadas por la izquierda mexicana ha sido consumado y no es un error, sino un acto deliberado, una estrategia oligárquica que goza de la pérdida de posibilidades, junto con Juanito, su candidato de hilos y madera.
Sumados todos en esa unidad ficticia que han pactado, como pactaron antes las refundaciones, caen en la marginalidad. Lo que decidieron en Morelia no es de demócratas, ni de justos ni de hombres libres, sino de aprendices de dictadores. No era difícil. Sólo había que aplicar el estatuto para que cada quien se hiciera responsable de sus actos. No aplicarlo no brinda las condiciones para la unidad, pues el PRD sin ley interna está al servicio de la manipulación, las lealtades, la sumisión y el miedo. El líder no quiere unidad; quiere cabezas, quiere dinero y se los han dado camino a la guillotina, pretendiendo salvarse.
En ese pantano, ser expulsado por exigir apego a la legalidad sería una deferencia. Como no será, es momento de irse de ahí con nuestro cementerio.
Tuesday, July 14, 2009
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