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Thursday, July 23, 2009

HISTORIAS DE LA EMIGRACIÓN

por José Saramago

(publicado en El Cuaderno de Saramago el 17 de julio de 2009)



Que tire la primera piedra quien nunca haya tenido manchas de emigración ensuciándole el árbol genealógico… Tal como en la fábula del lobo malo que acusaba al inocente corderito de enturbiarle el agua del riachuelo donde ambos bebían, si tú no emigraste, emigró tu padre, y si tu padre no necesitó mudar de sitio fue porque tu abuelo, antes que él, no tuvo otro remedio que irse, cargando la vida sobre las espaldas, en busca del pan que su tierra le negaba.

Muchos portugueses murieron ahogados en el río Bidasoa cuando, noche oscura, intentaban alcanzar a nado la orilla de allá, donde se decía que el paraíso de Francia comenzaba.

Centenares de miles de portugueses tuvieron que someterse, en la llamada culta y civilizada Europa de más allá de los Pirineos, a condiciones de trabajo infames y a salarios indignos.

Los que consiguieron soportar las violencias de siempre y las nuevas privaciones, los sobrevivientes, desorientados en medio de sociedades que los despreciaban y humillaban, perdidos en idiomas que no podían entender, fueron a poco a poco construyendo, con renuncias y sacrificios casi heroicos, moneda a moneda, centavo a centavo, el futuro de sus descendientes. Algunos de esos hombres, algunas de esas mujeres, no perdieron ni quieren perder la memoria del tiempo en que tuvieron que padecer todos los vejámenes del trabajo mal pagado y todas las amarguras del aislamiento social. Gracias les sean dadas por haber sido capaces de preservar el respeto que debían a su pasado.

Otros muchos, la mayoría, cortaron los puentes que los unían a las horas sombrías, se avergonzaron de haber sido ignorantes, pobres, a veces miserables, se comportan, en fin, como si una vida decente, para ellos, solo hubiese comenzado verdaderamente el día felicísimo en que pudieron comprar su primer automóvil.

Esos son los que estarán siempre dispuestos a tratar con idéntica crueldad e idéntico desprecio a los emigrantes que atraviesan ese otro Bidasoa, más ancho y más hondo, que es el Mediterráneo, donde los ahogados abundan y sirven de pasto a los peces, si la marea y el viento no prefieren empujarlos hasta la playa, mientras la guardia civil no aparece para levantar los cadáveres. Los sobrevivientes de los nuevos naufragios, los que pusieron pie en tierra y no fueron expulsados, tendrán a su espera el eterno calvario de la explotación, de la intolerancia, del racismo, del odio por su piel, de la sospecha, de la humillación moral.

El que antes había sido explotado y perdió la memoria de haberlo sido, explotará. El que fue despreciado y finge haberlo olvidado, afinará su propia manera de despreciar.

Al que ayer humillaron, humillará hoy con más rencor. Y ahí están, todos juntos, tirándoles piedras al que llega a la orilla de acá de este Bidasoa, como si nunca hubiesen emigrado ellos, o los padres, o los abuelos, como si nunca hubiesen sufrido de hambre y de desesperación, de angustia y de miedo.

En verdad, en verdad os digo, hay ciertas maneras de ser feliz que son simplemente odiosas.


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La guerra narcoinsurgente "en Mexico"
Jorge Carrillo Olea

La guerra de Vietnam llegó a su cumbre con bombardeos masivos con B-52, los bombarderos estratégicos más pesados, sobre Hanoi capital y centro industrial de Vietnam del Norte y con 500 mil efectivos de las tres armas en el frente. Aun así, se tuvo que promover al general Westmoreland, comandante de éste, a jefe de Estado Mayor Conjunto y relevarlo por el general Abrahms para sacarlo con honores del frente y aceptar después la derrota. La retirada fue tan patética que los últimos estadunidenses salieron en helicóptero de la azotea de la embajada en Saigón.

Westmoreland había sido nombrado como el comandante que podía poner de rodillas a Vietnam. A su salida se decía que Estados Unidos ganó cada batalla hasta perder la guerra.

El general Calderón no tendrá tanta suerte: ni se puede retirar ni se puede rendir. Lucha una guerra intestina imposible de ganar con la actual estrategia. Enfrenta un enemigo impalpable, inmedible, impronosticable, que harto de dinero ahora quiere el poder. Por eso el gobierno está siempre a la defensiva. Actúa a reacción, nunca ha tenido la iniciativa, y jamás se ha ganado una guerra desde esa posición. La guerra del Presidente está atascada como cuando empezó: es un sonoro fracaso.

La criminalidad estructurada y militarizada penetra sobre la vida y la realidad de comunidades enteras y su actividad ya no se limita a la producción, transporte y venta de narcóticos, sino a una lista de tareas ilegales mucho más extensa: lavado de dinero, venta de resguardo, distorsión de mercados, compra de protección de políticos, militares y policías. Todo ello lleva a la descomposición misma de la sociedad. La inteligencia estadunidense, echando más leña al fuego, ha innovado con el neologismo de narcoinsurgencia, que nos hará mediáticamente tanto daño como cuando importamos el de cárteles.

Las células narcoinsurgentes tienen como su más importante objetivo el control criminal de regiones enteras del país, donde son ellos quienes dictan el quehacer en la vida diaria; llenas sus ambiciones de dinero ahora quieren el poder: el económico y el político. Nadie puede argumentar que en Michoacán y otros muchos estados gobierna el gobierno.

Ser insurgente quiere decir ser sublevado, miembro de una rebelión. Por lo que insurgente es aplicable a cualquier grupo de insurrección contra un gobierno en cualquier parte del mundo. Son los que se han declarado colectivamente contra las autoridades y están en lucha contra ellas: son nuestros narcodelincuentes.

Cuando Felipe Calderón decidió utilizar al Ejército para enfrentar frontalmente a los grupos del narcotráfico, muy pocas voces protestaron por esta determinación. Lo que la sociedad no sabía es que esa decisión no estaba basada en conocimiento. Se ignoraba el potencial del crimen organizado y, para peor, no se conocían las necesidades de inteligencia ni la falta de aptitud del Ejército para este tipo de combate. Resultó que el potencial criminal se minimizó y la capacidad técnica, de inteligencia, de adiestramiento y equipamiento del Ejército resultaron, no simplemente insuficientes, si no inadecuados para una tarea para la cual nunca fueron diseñadas.

Así, en el contexto de la ignorancia respecto de la magnitud de lo que se estaba implicando, tanto sociedad política como sociedad civil, de manera explícita o silenciosa, aplaudieron al Presidente por actuar con todo el peso del Estado contra esa expresión de la ilegalidad. Pronto harán tres años de aquella decisión. Y ahora voces con gran presencia nacional expresan lo que otro día callaron, haciendo más difícil la tarea del gobierno.

Hoy estamos prácticamente en un callejón sin salida que el gobierno sigue anunciando como un modelo de energía, como triunfo. La verdad es que las opciones son pocas, pero habría que empezar por poner orden en casa. Las enemistades e incluso acciones lesivas entre los jefes y subordinados de las fuerzas participantes son increíbles y no se les pone remedio. En un acto sin precedente se anuncia la marginación de la Secretaría de Seguridad Pública de todo esfuerzo operativo por falta de confianza en su lealtad y eficiencia. Detrás de esto, que es una terrible confesión, ¡claro, está Estados Unidos!

¡Entérese! Los 12 policías federales asesinados eran infiltrados que ayudaron a la captura de Arnoldo Rueda, El Minsa. Hecho el arresto pidieron, como se había acordado, ser sacados del lugar en que estaban infiltrados. Nunca lo hizo la autoridad. Resultado: su asesinato y exposición pública. Así, ¿adónde va nuestro Westmoreland moreliano?


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Video: Mesa Politica con Carmen Aristegui: La crisis en Michoacan, Julio 17 (Parte 2/3)




Video: Mesa Politica con Carmen Aristegui, crisis en Michoacan (Parte 3/3)






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Fox y Zelaya, ¿como dos gotas de agua?
Sombrero, botas, bigote y con porte ranchero, ambas descripciones corresponden al ex presidente de México y el mandatario depuesto de Honduras












Fox y Zelaya, ¿como dos gotas de agua?


COMO DOS GOTAS DE AGUA. Sombrero, botas, bigote y rancheros, ambas descripciones corresponden a dos personas, por quienes desde hace un tiempo empezaron las comparaciones (Foto: Especial )
Fuente: El Universal
Ciudad de México Sábado 25 de julio de 2009

Sombrero, botas, bigote y rancheros, ambas descripciones corresponden a dos personas, por quienes desde hace un tiempo empezaron las comparaciones: Manuel Zelaya y Vicente Fox.

Más allá de la apariencia física, ambos políticos llegaron al poder con la simpatía de gran parte del pueblo a quien gobernaron, aunque por situaciones muy diferentes, se fue desgastando.

Vicente Fox llegó al poder en México en el 2000, luego de más de 70 años de gobierno del Partido Revolucionario Institucional.

Ataviado de sus botas Fox, el guanajuatense siempre lucía con su aspecto de ranchero, fueran reuniones internacionales o nacionales, formales o informales.

Manuel Zelaya, el dupuesto presidente de Honduras, quien en enero de 2006 asumió la presidencia de su país. Proveniente del gremio ganadero y de la mano del partido Liberal, Zelaya fue ganando enemistades internas, al punto que reventaron el 7 julio pasado.

En pijama y sin sus botas, Zelaya fue enviado fuera de su país por los militares hondureños. Hoy pretende regresar a su mandato, entre un tumulto de protestas a favor y en contra.

El llamado Fox Mexicano se las ve duras.

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