Pasaron 10 años para que México ganara a EU
Agencias
Ciudad de México / Domingo 26 de julio de 2009
Tuvieron que pasar más de diez años para que la selección de México "exorcizara los demonios" que más lo atormentaban, luego de derrotar sin objeción alguna 5-0 a Estados Unidos, en lo que fue la final de la Copa Oro 2009.
El 13 de marzo de 1999 había sido el último triunfo del "Tri" sobre Estados Unidos fuera de México, ya que de los subsecuentes 12 partidos, diez fueron triunfos norteamericanos, a cambio de sólo dos empates.
La hegemonía que rompió el equipo que dirige Javier Aguirre inició el 11 de junio de 2000, con una triunfo inobjetable de 3-0 en un duelo amistoso.
De ahí siguieron cuatro victorias estadounidenses en fila, dos en amistosos, una más de eliminatoria mundialista y la otra en octavos de final de la Copa del Mundo Cora-Japón 2002.
El 8 de marzo de 2005 se vieron nuevamente las caras en un duelo de preparación que terminó empatado sin goles. Sin embargo, tras este resultado, el cuadro de las "barras y las estrellas" cosechó otras cuatro victorias en casa.
La última ocasión que estas dos escuadras se habían visto las caras fue el pasado 11 de febrero, en el inicio del hexagonal final de la Concacaf rumbo a la Copa del Mundo Sudáfrica 2010, con saldo favorable a Estados Unidos 2-0.
En estos 10 años, México únicamente había sido capaz de ganar dos encuentros, ambos en el estadio Azteca y de eliminatoria para Corea-Japón 2002 y Alemania 2006.
Además, este resultado de 5-0 es el segundo más abultado que la selección mexicana ha conseguido en suelo norteamericano, ya que su mejor cosecha de goles se dio el 28 de marzo de 1957, en partido eliminatoria rumbo a Suecia 58, con victoria de 7-2, duelo disputado en Los Angeles.
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Editoriales: El Universal
México 2009. El país con más violencia por el narcotráfico, con más ejecutados, con más secuestros, con más muertos derivados de la influenza, la nación más perjudicada en América Latina por la crisis económica. Parece mentira que en medio de tantos problemas una victoria en un partido de futbol tenga alguna importancia. Pero la tiene, porque para millones de personas no fueron once paisanos los que ganaron una final de un torneo contra once estadounidenses, sino un país capaz de demostrar lo imposible. México triunfante sobre su poderoso vecino del norte.
El logro deportivo brinda una alegría en medio de un cúmulo de desgracias y reestablece la esperanza de la población, al menos sobre ese grupo de jugadores de futbol. Una lección de confianza de los jugadores hacia su entrenador y de su entrenador hacia sus jugadores. Un ejemplo de lo que podría ocurrir si en otros terrenos nos atreviéramos a cooperar más entre nosotros.
Nos encontramos en una época donde la solidaridad entre los mexicanos se encuentra en franco proceso de corrosión. Según la Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas ocho de cada diez mexicanos no cree en sus vecinos, ni en sus compatriotas. Igual número no lo hace en los partidos políticos y sólo 11% supone que los legisladores toman en cuenta a la población a la hora de proponer y votar sus leyes. En efecto, no hay confianza entre los ciudadanos, ni tampoco de estos hacia quienes ejercen el liderazgo político.
¿Qué ocurrió ayer en Nueva Jersey para que tanto los jugadores como su director técnico olvidaran este rasgo del carácter nacional por noventa minutos?
Deberíamos hacer hasta lo imposible por averiguarlo el resto de los mexicanos. Cabe la posibilidad de que ahí encontremos la pócima que andamos buscando.
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