Visas, visados y refugiados
Jorge Durand / Fuente La Jornada
Julio 20, 2009
Canadá es uno de los pocos países del mundo que está abierto al turismo mundial y la inmigración permanente, tiene además un sistema eficiente y ordenado de visas de trabajadores temporales y es generoso en cuanto a otorgar refugio a personas perseguidas. A diferencia del sistema migratorio estadunidense que está quebrado y requiere de una urgente reforma, el canadiense es un sistema bastante eficiente, democrático y generoso.
Su política migratoria abierta y liberal se definió de manera acorde con su política interna de país multicultural y multilingüe, que integra tanto a anglófonos, francófonos y poblaciones nativas.
En los años 60 Canadá abrió sus puertas a la inmigración mundial, sin discriminación de razas, género o credo. No obstante pone condiciones y establece un sistema selectivo que intenta facilitar el ingreso de profesionales de acuerdo con las necesidades del mercado laboral.
Para ello se creó un mecanismo de puntos en el que se toma en cuenta el manejo del idioma (inglés o francés), estudios, habilidades profesionales, experiencia profesional, edad, competencia profesional del cónyuge y contactos familiares con ciudadanos canadienses.
Para poder calificar se requieren de 67 puntos. Por ejemplo, por ser joven (entre 21 y 49) se obtienen 10 puntos y por tener un doctorado 25 puntos.
Por otra parte, Canadá tiene una política amplia y generosa de refugio. En efecto, la ley otorga plenos derechos a cualquier persona que llegue a suelo canadiense y solicite o aspire a la condición de refugiado, lo que le permite moverse libremente por el territorio de Canadá hasta que se verifique su situación.
Es más, los solicitantes de asilo tienen ciertos privilegios y apoyos para poder instalarse y encontrar trabajo. En 2006 los refugiados provenían principalmente de 10 países: Afganistán, Colombia, Etiopía, Birmania, Sudán, Congo, Somalia, Irán, Eritrea e Irak. Sin conocer todos los casos a fondo, el lector podrá coincidir en que es entendible que los ciudadanos de estos países soliciten refugio.
Sin embargo, en 2007, México empieza a aparecer en los primeros lugares. De 3 mil solicitudes en 2005 se pasó a 10 mil en 2008 y la tendencia sigue incrementándose en 2009. Ciertamente la violencia se ha incrementado en México de manera proporcional, si se considera el número de muertes que ha dejado la violencia y la guerra contra el narcotráfico. Sin duda, muchas familias se han visto afectadas por la violencia, de manera directa o indirecta, pero éstas no son precisamente las que demandan refugio. Las autoridades canadienses constataron que sólo el 10 por ciento de los solicitantes de asilo tenían razones justificables para demandar refugio. La gran mayoría, 90 por ciento, lo que quería era obtener la visa de residente y el apoyo del gobierno.
Pero el asunto es más complejo, el incremento en las peticiones de refugio y el detonador de todo este conflicto diplomático, tiene que ver con peticiones de migrantes indocumentados, en Estados Unidos, que llegaron a Windsor, Ontario, vía Detroit. En septiembre de 2007 la prensa local de Windsor se quejaba de que 45 familias y 31 individuos, en total 200 personas habían solicitado refugio y el condado les tenía que financiar el hotel, la alimentación y otros gastos. La mayoría de los casos son una migración de rebote que proviene de Estados Unidos. Este recurso ya lo habían utilizado los salvadoreños en 1986, cuando se percataron que no podían calificar para la reforma migratoria (IRCA), que les exigía demostrar una estancia de cinco años y optaron por irse a Canadá y solicitar refugio, dada la condición de guerra en inseguridad en su país.
Por otra parte, se ha incrementado el número de solicitantes de refugio de sectores medios mexicanos que buscan mayores oportunidades y seguridades en Canadá. Una de las quejas del gobierno Canadiense es que muchos mexicanos que solicitaron refugio en los pasados tres años hubieran podido calificar con inmigrantes si hubieran hecho los trámites correspondientes, pero prefirieron entrar por la puerta falsa. En la práctica operan dos tipos de intermediarios en este proceso, los típicos coyotes que transportan a la gente y los instruyen para que demanden refugio, ni bien pasan la frontera y los abogados que conocen de leyes y asesoran, previo pago, a aquellos que quieren emigrar a Canadá por esta vía.
El requerimiento de visa para los ciudadanos mexicanos puede frenar las demandas de refugio de migrantes que llegan por tierra a Canadá y que al ser devueltos a Estados Unidos, serán deportados inmediatamente. También puede frenar a los sectores medios que demandan refugio sin verdadera justificación y llegan por avión. Lo preocupante es que hace 3 años que se levantaron las señales de alarma y México no tomó medidas para prevenir esta situación. No hay soluciones fáciles, ni mágicas. Pero, al parecer, hay posturas fáciles e inútiles, como la de solicitar visa a los diplomáticos canadienses.
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Asilo político y visas
Matteo Dean
En 2006, según los informes del Alto Comisionado de Naciones Unidas para Refugiados (ACNUR), 4 mil 913 mexicanos pidieron asilo político o refugio a la oficina de inmigración canadiense (Office of Immigration and Refugee, IRB).
Este dato colocaba en ese año a los mexicanos como el primer grupo nacional en pedir protección al gobierno canadiense. Esa cifra representaba el 21 por ciento del total de peticiones que el gobierno de Ottawa recibió ese año y, además, correspondía al 73 por ciento de las demandas de protección realizadas por mexicanos en el mundo (la mayoría de las restantes al gobierno de Estados Unidos).
El dato, sin embargo, va aún más allá y revela que los mexicanos en 2006 eran el undécimo grupo nacional en pedir protección en el extranjero a escala mundial, detrás de iraquíes, chinos, rusos, iraníes, somalíes, pero delante de los colombianos (que se colocaban en el lugar 15 de la clasificación mundial de la trágica carrera "ayúdenme, porque mi gobierno no lo hace").
La reciente decisión del gobierno canadiense de imponer visa a los visitantes mexicanos a su país, con el argumento de que estaríamos "exagerando" en el utilizar el status de refugiado, habla claro de la visión que el gobierno canadiense está ofreciendo de los mexicanos: "ustedes están haciendo trampa", por decirlo con palabras suaves. Esta visión, muy propia de los gobiernos del norte, es desgraciadamente común.
Porque si bien es cierto que se han registrado casos –no pocos– de abuso de este instituto jurídico internacional que han levantado tanto protestas, como advertencias, y discusiones entre los gobiernos; que han provocado discusiones sobre todo entre los afectados directos, es decir los migrantes, que en foros o espacios públicos señalan la existencia "de organizaciones criminales dedicadas al tráfico de seudo-refugiados", mismas que –dicho sea de paso– involucrarían a funcionarios de ambos gobiernos; si bien es cierto todo lo anterior, el argumento sigue siendo una peligrosa arma en las manos de los gobiernos tentados por el deseo de cerrar sus propias fronteras.
Es este definitivamente un tema sumamente delicado. El peligro concreto es que ahora –como ya está sucediendo en las fronteras europeas, por ejemplo– los cientos de mexicanos que quisiéramos pedir refugio en Canadá ya no lo podemos hacer de la forma en que se debería, ya que para pedir dicha protección la persona interesada tiene que pisar territorio canadiense. ¿Qué sucederá ahora? ¿Estaremos obligados todos a recorrer las vías ilegales –y sumamente peligrosas– para llegar a Canadá? Quizás así será.
Porque por desgracia, aunque esto no se menciona, en Canadá refugiados mexicanos existen. Y tienen todo el derecho a la protección que se les otorga. Es el caso de decenas de ciudadanos mexicanos a los cuales el IRB les reconoció la situación de persecución por su preferencia sexual. Y quién sabe cuantos casos más por razones politicas.
Por el otro lado es también cierto que muchos mexicanos –y me consta, pues fui a Canadá en algunas ocasiones– aprovechan las ventajas del proceso de otorgamiento del refugio para pasar meses, en ocasiones años, a expensas del gobierno canadiense. Ya que el proceso de petición se demora un tiempo, ya que mientras el gobierno anfitrión tiene que solventar los gastos de quienes pusieron petición, no es difícil sobrevivir.
¿Es esta una buena razón para cerrar las puertas a todos? Un buen gobierno –y en el caso canadiense además con una amplia tradición de acogida de los perseguidos de todo el mundo– debería privilegiar a los menos protegidos. En este caso, otorgar el beneficio de la duda y sí, revisar caso por caso, uno a uno, aunque las oficinas y el personal no alcancen para tantas demandas.
He aquí al problema de fondo de toda la cuestión. El chovinismo y el llamado patrio en estos casos no sirven, no aplican. Sirve para quienes buscan a un enemigo externo –otro más– para que nos olvidemos de las responsabilidades de cada quien. Lo que sirve, al contrario, es una seria reflexión en torno al status de refugiado y del asilo político, hoy, cada vez más, puesto en entredicho por la realidad del mundo en que vivimos.
Una reflexión obligada para la comunidad internacional –la misma que instituyó el status del asilo político hace casi 60 años– que tendría que ampliar al concepto mismo del refugio.
Quizás solamente así, reconociendo por ejemplo que el derecho al refugio no es solamente para los perseguidos políticos, sino también para los que son perseguidos por el hambre, por la pobreza, por las guerras, por las injusticias, por la violencia, por la corrupción, por las epidemias, por el racismo, por la discriminación, por ser diferentes, por pensar distinto, por luchar o simplemente son perseguidos por el deseo de una vida más digna y justa, tendríamos muchos menos casos "falsos".
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Que pasaria si mas de 50, 000 mexicanos cancelaran sus vuelos a Canada en los proximos 6 meses?
Cancela viaje a Canadá en protesta por imposición de visa
Escribo este correo a los diarios nacionales, dada mi indignación ante la decisión del gobierno de Canadá de imponer visas a los ciudadanos mexicanos, aun con motivos turísticos.
Aunque las relaciones México-Canadá han sido medianamente buenas y la popularidad de ese país ha crecido considerablemente, creo que esta medida causará que muchos mexicanos se alejen de este buen concepto. No sólo hay que comprar un boleto de avión, que puede costar entre 5 mil y 8 mil pesos, además se deben pagar los 836 pesos de la visa, que en muchos casos no será concedida, ya que los requisitos no están planteados claramente.
Es claro que el gobierno de Canadá enfrenta un problema migratorio; sin embargo, esta decisión sólo dañará las relaciones entre ambos países, afectando principalmente la industria turística y de educación superior de Canadá en un momento en que la recesión azota a todo el mundo. No son las visas las que en mi opinión deberían ser revisadas, sino las políticas de asilo de Canadá. Tanto mi esposo, ciudadano británico, como yo, siendo académicos, en protesta hemos decidido cancelar nuestros viajes a Canadá, ya sea por razones académicas, de negocios y/o placer; en cambio visitar los países de la Unión Europea, que plantean una situación mucho más amable para el turista/inmigrante mexicano.
Nota. Copia de este mensaje fue enviada también a la embajada de Canadá en México.
Alejandra Flores
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La guerra de los pasteles
Jean Meyer
Domingo 19 de julio de 2009
El encabezado alude a un episodio de la historia de las relaciones franco-mexicanas en el siglo XIX. Varias veces esa historia ha sufrido tensiones provocadas por incidentes de poca monta, como un altercado entre mozos bañando unos caballos, algunos de los cuales pertenecían al ministro de Francia; el robo de un códex en la Biblioteca Nacional de París complicó inútilmente durante varios años las relaciones culturales entre los dos países; ahora es de desear que el caso de la mujer francesa que está en la cárcel en nuestro país, por haber participado en varios secuestros, no vaya a perturbar la antigua cordialidad que es la regla entre México y París.
“Quiero que Florence Cassez cumpla su pena de prisión en Francia”, dijo por tercera vez el presidente Nicolas Sarkozy a su homólogo mexicano. Eso acaba de pasar en L’Aquila, Italia, en el marco de la cumbre del G-8. No parece poner en duda la culpabilidad de la mujer y afirma que está dispuesto a proporcionar a las autoridades mexicanas todas las garantías de cumplimiento de la condena. La condena fue pronunciada por dos instancias de la justicia mexicana: 60 años de cárcel. El presidente francés había manifestado ya este deseo al presidente Calderón en mayo, durante su visita oficial a México, y otra vez en junio. Una comisión binacional formada para examinar la solicitud no cambió nada la situación: el presidente Calderón, ante la opinión unánime de todos los partidos, dice que Florence Cassez no será entregada a Francia y cumplirá su condena en México.
Uno puede preguntarse por qué el presidente Sarkozy vuelve una tercera vez a la carga. Un amigo francés, que ha votado por él en las elecciones presidenciales, me dice, más o menos, lo siguiente: “Para nuestro presidente el asunto Cassez no tiene importancia y por lo mismo está insistiendo; no le ve ningún costo y eso le evita tener problemas con su esposa, Carla Bruni, su cuñada y las revistas femeninas tipo Elle que echan toda la carne al asador para lograr la repatriación de Florence. Detrás de esta mujer hay un lobby muy activo, muy bien organizado y muy influyente, algo que compensa el poco interés de los franceses por el asunto. Obviamente Florence Cassez no es el capitán Alfred Dreyfus y un reciente sondeo del diario Le Figaro dio 70% de contestaciones negativas a la pregunta: ‘¿Piensa usted que Florence Cassez debe ser repatriada a Francia?’.
“¿Estará Sarkozy sensible a las consecuencias duraderas que el asunto pueda tener para las relaciones franco-mexicanas? Como me temo que no vea más lejos que el día de mañana, me sorprendería mucho que lo fuese. Lo que es cierto es que recibió, hace unos días, en el Palacio del Elíseo, a la familia Cassez. La petición que reiteró en L’Aquila es la prolongación lógica de tal encuentro. Lo más preocupante es que Francia está de vacaciones estivales en julio y agosto, periodo durante el cual los periodistas no tienen muchos temas interesantes: lo que hace China con sus uigures en Xinjiang no interesa a nadie y el tema de la seguridad en las playas y de los incendios forestales en verano no puede servir durante dos meses. Por lo tanto me temo que la telenovela Cassez vaya a durar y durar”.
Señala que para muchos en Francia una condena de 60 años, sin reducción de pena, es algo escandaloso. Él no está de acuerdo y señala algo mucho peor:
“Ayer el inmundo Fofana —jefe de una pandilla que secuestró y torturó hasta la muerte, durante 24 días, a un joven cuyo único crimen era ser judío— fue condenado a la pena máxima, 22 años, lo que significa que dentro de cuatro o cinco años, tomando en cuenta las reducciones de pena, la madre del infeliz Halimi, podrá encontrarse en las calles con el tal Fofana y sus cómplices. A veces da vergüenza vivir en un mundo así. Sin embargo, la prensa y la radio y la televisión felicitan a una justicia que castiga con 22 años de cárcel —cuando todos saben que los 22 serán cinco — al autor de un crimen abominable. Y les parece odioso que la justicia mexicana haya dado 60 años a una mujer que presentan como la inocente víctima de un novio manipulador y de un sistema judicial incompetente y corrupto”. Hasta aquí la reacción de un francés que, como muchos, quiere a México y se solidariza con él. “En una palabra —concluye—, espero que el presidente Calderón no cederá”.
PD. Se pierden los usos diplomáticos. ¿Quién hubiera dicho que el ejemplar Canadá, sin decir agua va, exigiría sin previo aviso una visa para los turistas mexicanos?
jean.meyer@cide.edu
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