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Saturday, September 20, 2008

Detrás de la Noticia
Ricardo Rocha
Fuente: El Universal

Jueves 18 de septiembre de 2008



Así se llamaba una película de Clooney en la que un grupo de pescadores se hace a la mar en calma. A los pocos días el capitán y sus marineros deben rendirse ante su destino: aunque el sol todavía alumbra, todas las señales visuales y de la radio presagian tragedia; están en el centro de una tormenta perfecta; atrapados tan inexorablemente que incluso sus rostros y sus palabras reflejan su admiración ante la infalibilidad de la naturaleza.

Hoy, por desgracia para el país, todos los signos son así. Avisos de truenos y mares encrespados. Tiempo de oscuridades.

En la ruta económica, las quiebras de los gigantes financieros del norte comienzan a resentirse entre los chaparros del sur. No es verdad, como han dicho el Presidente y el secretario de Hacienda, que nuestra fortaleza económica es tal que puede resistir cualquier embate. Ahora resulta que el mundo está al revés: que a pesar de la pulmonía de arriba, acá abajo no nos dará ni catarro. Y eso que lo peor está por venir: seguirá el reventadero de bancos, hipotecarias y aseguradoras; continuarán perdiéndose millones de empleos y seguirá una recesión galopante. Aquí los efectos ya están no sólo en la Bolsa, sino en una contracción económica acompañada de inflación creciente. Todavía más: están disminuyendo incesantemente los flujos de remesas. Y el taponamiento de la frontera efervescerá la olla express interna. En paralelo, siguen deteriorándose el salario y el poder adquisitivo, aprieta el desempleo y muerde la tensión social interna.

Más aún, este clima de zozobra e incertidumbre es llevado al extremo por la interminable cadena de violencia e inseguridad que agobia al país. Y la irrupción de un elemento que viene a marcar una nueva y sangrienta etapa: el terrorismo.

Y es que, aunque la versión oficial no lo quiera, los hechos de la noche del grito en Morelia son incuestionables: estamos frente al uso indiscriminado y criminal de las armas contra la población civil e indefensa. Una fase que creíamos lejana y ajena y que ahora se nos restriega en la cara con todos sus muertos, sus mutilados y sus heridos. Las esquirlas de las granadas estalladas en la plaza moreliana llegaron hasta el Zócalo y el Palacio Nacional esa misma noche y han estremecido todo el andamiaje institucional de la nación.

Se ha cruzado la delgada línea roja. Y aun así hay todavía quienes se niegan a aceptar la realidad. Así que a la fallida estrategia gubernamental en su guerra contra el crimen organizado y cuyos resultados están a la vista, el gobierno está a punto de añadir otro yerro fundamental: el autismo.

Por eso vale la insistencia en el diagnóstico: los cuerpos policiacos y de seguridad en todos los niveles de gobierno están infiltrados por criminales; 60 de cada 100 municipios en todo el territorio están bajo control del narcotráfico; el crimen organizado quiere colocar diputados y gobernadores a sueldo en 2009; sobrevivimos en un estado débil que además lo parece; las narcomantas, los descabezados de Yucatán y los tirados en La Marquesa no son hechos aislados, todos forman parte de un mismo mensaje que culmina en Morelia: “Somos tan o más poderosos que el gobierno”.

Por eso urge una reestructuración a fondo de todos los organismos policiales, de seguridad y de justicia.

Para ello, sin embargo, requeriríamos de un gran pacto nacional amplio e incluyente.

Con todas las fuerzas políticas y económicas del país. Un pacto que hasta ahora nadie ha convocado. Y que podría ser la única salida climática antes de que entremos al ámbito sin retorno de una tormenta perfecta.

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Serpientes y Escaleras
Salvador García Soto
Editoriales: El Universal

Jueves 18 de septiembre de 2008



Por encima de las versiones que atribuyeron a Porfirio Muñoz Ledo y al grupo de López Obrador un plan de derrocamiento de Felipe Calderón, tras los atentados terroristas de Morelia afloró claramente un movimiento real para deponer al Presidente y desestabilizar al país. Los conspiradores, todo apunta, serían grupos del narcotráfico que se han propuesto dinamitar a la administración de Calderón, exhibir la ineficacia del Estado y sembrar el terror entre los mexicanos.

A esos grupos —que según las líneas de investigación de la PGR apuntan al cártel del Golfo y a su derivación local de La Familia michoacana— no les importa ya atentar contra la población civil y el 15 de septiembre confirmaron que, como medio de presión y desestabilización, están dispuestos a matar a ciudadanos inocentes para obligar a Calderón a doblegarse y aceptar sus propuestas de negociación.

Ningún funcionario federal, empezando por el Presidente, ha usado el término “terrorismo”, pero ya se definió en el gobierno que la acepción a utilizar será “actos terroristas” de grupos que no entran en la clasificación de terrorismo, sino más bien de crimen organizado.

Aun cuando escogieron Morelia para estos atentados —con los mensajes que se quieran interpretar de esa elección—, el grupo que los perpetró pudo haberlo hecho en cualquier otra ciudad del país. De hecho, está confirmado que en varios estados, Jalisco, Veracruz, Guerrero o Guanajuato, se registraron llamadas, algunas a gobiernos estatales y otras en ayuntamientos, con amenazas de bombas en las celebraciones patrias, al grado de que hubo poblaciones donde se suspendió o se desalentó la asistencia de la gente al grito y al desfile del 16 de septiembre.

La amenaza terrorista entonces no es sólo en Michoacán, y la táctica de atentar contra civiles podría repetirse en otros estados si esos grupos deciden seguir con la estrategia que estrenaron, fría y deliberadamente, en el festejo nacional por excelencia.

Funcionarios de alto nivel de este gobierno confirman que han sido varias las vías por las que el cártel del Golfo ha hecho “invitaciones” al presidente Calderón a negociar con ellos. Lo mismo con enviados directos a Los Pinos que a través de mensajeros que buscaron al procurador Eduardo Medina Mora, el grupo del que son parte los sanguinarios Zetas y la mencionada Familia michoacana ha pedido a la administración calderonista un “pacto” que los deje operar su actividad ilícita.

También son varias las veces que, en discursos públicos o comentarios privados, el Presidente ha dicho que no negociará con los delincuentes y mantendrá el combate frontal al crimen organizado. Eso le ha valido una respuesta agresiva y airada de cárteles como el del Golfo que, ya sea con enormes mantas en lugares públicos —que aparecieron en plazas dominadas por ellos—, ejecuciones masivas, decapitaciones y ahora atentados terroristas, buscan desestabilizar al gobierno.

El mensaje detrás del terrorismo practicado en Morelia es muy claro: “Si no negocias con nosotros, te vamos a tirar y no nos importa ir contra los civiles”. De ese tamaño es el reto de esos grupos criminales no sólo al Presidente, sino a todo el país. ¿Y cómo respondió Calderón? Con un discurso en el que llama a la unidad para enfrentar a estos “enemigos de México”.

La convocatoria a la unión por encima de las diferencias políticas es, sin duda, correcta y debemos apoyarla todos. Pero hay en el discurso presidencial del 16 de septiembre visos de confusión que preocupan. Porque al mismo tiempo que llama a la unión y condena a “los traidores y enemigos de México”, desliza críticas “a quienes quieren dividir al país”, “a quienes quieren debilitar a las instituciones”, “a los que quieren dividir y enconar”.

Se equivoca el Presidente al confundir a sus adversarios políticos con los enemigos del país; no son lo mismo ni se les debe responder igual.

Todos estamos en contra del terrorismo y nadie en su sano juicio apoyaría una estrategia del crimen para derrocar al poder legalmente constituido; pero si Calderón quiere concitar a la unidad y equiparar la amenaza de terrorismo criminal a etapas históricas en que la división de los mexicanos facilitó invasiones y agresiones extranjeras, podría dar un primer paso de conciliación y aclarar sus mensajes en los que parece confundir las diferencias políticas o la crítica a su gobierno con las intenciones golpistas reales de criminales que sí quieren derrocarlo y desestabilizar al país.

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