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Sunday, September 07, 2008

Montreal te llevo en la boca

Fuente: El Universal / Domingo 07 de septiembre de 2008

Hay que saborearla toda. Es deliciosa tanto en su centro histórico –cocinado al estilo escocés, art decó, francés e inglés – como por fuera. A pie o en bici. Para romper con los itinerarios de siempre hay que rolar por las calles de alguno de sus 29 barrios

En la charcutérie

En el bulevar Saint-Laurent hay un local que cualquier montrealés orgullosamente lo recomienda para almorzar, no sin antes advertir que se trata de una pequeña charcutérie por la que nadie daría un quinto a simple vista: nada sofisticada, cual fonda mexicana, eso sí, muy limpia, con sus sillas tapizadas de rojo vinil y mesas para compartir.

Los cocineros de Schwartz’s preparan desde 1930 los mejores sándwiches de carne ahumada de la ciudad. En este local fundado por un inmigrante rumano de origen judío, se adivina el sabor especiado de la carne.

Se puede pedir seca o con grasa y, como los remordimientos se dejan en la entrada, se debe acompañar con un plato de papas fritas de la casa, más una cerveza local o una empalagosa cherry coke (un refresco de cereza para tomarse muy frío). Total: 9.5 dólares.

Desde el jueves Las tiendas de diseñadores locales, pequeños outlets y de ropa vintage, sacan a la calle trapos y zapatos con descuentos hasta de 70%. Hay puestos de comida; los bares y restaurantes abren sus terrazas a turistas y comensales jóvenes.

A desayunar al mercado

Little Burgundy, a 10 minutos en taxi del viejo Montreal, es un barrio de edificios bajos y arquitectura simple, de rentas económicas (350 dólares por un apartamento de una recámara), cafés y galerías de arte que se concentran en la calle de Notre Dame, misma por la que se llega al Atwater, el mercado de flores y plantas más grande de Norteamérica, con más de 10 mil variedades.

Antes de un vistazo a los puestos de petunias, magnolias y campanolas, de frutas y verduras –que día y noche permanecen abiertos aunque no haya nadie vigilando el “changarro” (porque, ¿a quién se le ocurriría robarse un tomate?)–, hay que seguir el desayuno tradicional montrealés: café con leche o un bowl de chocolate caliente con un croissant esponjoso salpicado de chispas de chocolate o una rebanada de pan de grano con embarradas de creton, paté de cerdo y ternera con especias.

Aquí, en la panadería Première Moison se hornean más de 40 tipos de pan: con o sin levadura, de queso, con especias o de grano. Los aparadores son una tentación: galletas, tartas y pasteles de chocolate apetitosamente decorados como para sesión fotográfica. Los amantes de lo dulce se vuelven locos.

En Atwater se puede conseguir la miel de arce (o maple) más económica que en las tiendas de souvenirs de la ciudad y los más de 200 quesos elaborados artesanalmente en la provincia de Québec, sin pasteurizar, como el curd cheese. Claro, los precios en estos productos son algo elevados.

Cena de altura

Es momento de usar lo mejor que uno haya guardado en la maleta. Me reservo lo más elegante para la noche: una cena en Nuances, el restaurante de cocina gourmet más exclusivo de Montreal y también el más oneroso, ubicado en el piso número cinco del casino de la ciudad.

Las fachas no van con el estilo minimalista de este restaurante, casi todo decorado en blanco y con grandes ventanales por los que se alcanza a ver una panorámica de la ciudad.

El servicio, el ambiente, el sabor de los platillos y los vinos justifican los precios. Todo está perfectamente cuidado: la vajilla, las copas, el candil estilizado que pende del techo y hasta la apariencia atractiva de los hostess.

La sugerencia para probar su cocina moderna y tradicional francesa es el menú Découverte, de cinco tiempos, que incluye pequeñas porciones de langosta con gazpacho, foie gras, bacalao y cordero, cada uno maridado con un vino distinto. Precio del menú: 115 dólares, más 55 por la selección de vinos.

El bagel con salmón

Le Plateau es un vecindario de boutiques, de tiendas de productos gourmet y restaurantes a los que últimamente se les define como trendy, de mucha vida cultural y casas victorianas donde la renta oscila los mil dólares por un departamento de una recámara.

Sobre la avenida Mont-Royal se instaló el St. Viateur Bagel é Café, un restaurante de poca luz y ambiente informal, decorado con paredes de ladrillo quemado, especializado en sándwiches de bagels horneados ahí mismo y servidos al instante.

Mi elección fue el plato traditionnel, de salmón ahumado, con queso crema, alcaparras y jitomate. Va con ensalada.

De tomar: cerveza local, cafés de diferentes tipos y sidra (la provincia de Québec es experta en la elaboración de la cidre du pomme, por algo aquí se cultivan 300 variedades de manzana). Precio del plato: 8.95 dólares.

http://www.nationalmuseumofmexicanart.org/enewsletter/images/sugarskulls.gif

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