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Friday, May 23, 2008

Ejecuciones sin fin
Jorge Luis Sierra
Fuente: El Universal / Viernes 23 de mayo de 2008



Los sicarios del narcotráfico han demostrado ser una de las fuerzas criminales con mayor capacidad de matar en la historia de la violencia en México, pero su poder de fuego parece insignificante si se le compara con el resultante de la fuerza combinada de la Armada de México, el Ejército, la Fuerza Aérea y los sectores confiables de la policía local, estatal y federal.

Pero si esta fuerza combinada ha propinado golpes sistemáticos a los cárteles, ¿por qué entonces el gobierno no ha logrado reducir la actividad de los diferentes grupos de sicarios?

Estamos ante una ola de ejecuciones cometidas por organizaciones clandestinas, ágiles, flexibles, que cuentan con armamento liviano, tecnología moderna de comunicaciones y han desarrollado sus propios sistemas de inteligencia y contrainteligencia criminal. La capacidad de movilización de los sicarios ha incluido el acceso a una flotilla de helicópteros y aviones, además de sus flotas de vehículos terrestres.

Las unidades del Ejército y la Armada de México han logrado asestar golpes importantes a diferentes cárteles del narcotráfico. Sin embargo, hasta ahora, los delincuentes parecen capaces de resarcir rápidamente sus pérdidas materiales y humanas, mantener su arsenal y contratar a más sicarios, con las ganancias estimadas en decenas de miles de millones de dólares al año.

El reclutamiento de militares desertores ha permitido a los grupos del narcotráfico fortalecer sus campañas por medio de la aplicación de los conocimientos aprendidos en las filas del Ejército en contextos criminales. Una vez que el ex soldado terminó de adaptarse a su nuevo ambiente, reemplaza los objetivos nacionales por los de la organización criminal y comienza a utilizar los conocimientos militares aprendidos, entre ellos la guerra sicológica.

Parece evidente que la ola de ejecuciones recientes va más allá de la simple acumulación de violencia y forma parte de una campaña de operaciones sicológicas que tiene por objetivo la degradación funcional de las capacidades del enemigo, que en este caso lo constituyen las bandas rivales del narcotráfico, las partes no corrompidas del gobierno, las organizaciones sociales que rechazan la violencia y cooperan con las autoridades y los periodistas que reportan las actividades de la delincuencia organizada.

Parte de estas operaciones está cumpliendo su objetivo: el terror infundido abarca a la mayoría de los medios de comunicación locales en zonas afectadas por el narcotráfico que han empezado a elegir el silencio como una manera, precaria, de sobrevivir. La propia sociedad está afectada pues las ejecuciones ocurren a la vista de todos, frente a familias, en las mismas calles donde la gente transita hacia el trabajo o la escuela.

Cuerpos enteros de la policía local, que apenas sobreviven entre la inanición presupuestaria, la infiltración del narcotráfico, los salarios miserables, así como la falta de capacitación y entrenamiento, han renunciado en masa. Al mismo tiempo, jefes de la policía amenazados de muerte por los cárteles están internándose en Estados Unidos para pedir asilo y protección.

Los narcotraficantes también intentan desorientar, desmoralizar y confundir a las policías federales haciéndoles sentir que el arsenal y capacidad de fuego de los sicarios es superior y que nadie en la cadena de mando está a salvo de la corrupción o el asesinato.

Los mensajes incitando a la incorporación de los militares a las fuerzas especiales del narcotráfico también pretenden aprovechar al máximo la vulnerabilidad del Ejército ocasionada por el fenómeno de la deserción de soldados.

No hay indicios de que la violencia vaya a disminuir en el corto plazo. La recomposición de fuerzas que los cárteles están experimentando permite prever que el reclutamiento y empleo de asesinos asalariados será una de las actividades más intensas en los próximos meses. Los efectos sicológicos en la población y en las filas de la policía podrían ser alicientes mayores para que esa violencia sea más intensa y grave aún.

El gobierno, a la defensiva en el plano de las operaciones sicológicas, explica que la violencia que se observa a diario en el país es resultado del éxito de los operativos contra el narcotráfico. El argumento implicaría que la violencia se ha convertido para el gobierno en una suerte de indicador del desempeño en la lucha contra el narcotráfico. Pareciera como si el gobierno pretendiera sacar ventaja de que los narcotraficantes estén matándose entre sí y ejecutando a oficiales de la policía que tratan de combatirlos.

Es posible, por razones tácticas, que el gobierno prefiera mantenerse como espectador ante la ola de ejecuciones y atacar después a los cárteles del narco cuando éstos hayan entrado en mayores condiciones de debilidad. Sin embargo, hasta ahora el desequilibro en el costo-beneficio de una estrategia semejante está siendo intolerable para la sociedad.

De poco sirve entonces que las Fuerzas Armadas tengan más poder de fuego que el narcotráfico, si el gobierno federal adopta una actitud pasiva frente a las operaciones sicológicas de la delincuencia organizada. La mayor parte de las ejecuciones de narcotraficantes, mandos policiacos y periodistas cometidas en los últimos ocho años ha permanecido sin esclarecimiento. Esa aparente negligencia gubernamental ha facilitado el éxito sicológico de las operaciones del narcotráfico y su evolución paulatina hacia el terrorismo.

Y claro, ahí están las Fuerzas Armadas, que son el último recurso del gobierno federal. Pero confiar en que a final de cuentas ahí tenemos a las Fuerzas Armadas equivale a dejar al país en manos de los profesionales de la violencia, tanto de los que la utilizan con propósitos criminales como de los que la aplican para defender la integridad de la nación. Eso no le conviene ni a la sociedad ni al gobierno ni a las Fuerzas Armadas.

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Salma saca las uñas por su raza

La actriz mexicana Salma Hayek demostró que tiene la sangre caliente cuando ve a alguien que menosprecia a sus hermanos latinos en Estados Unidos


Fuente: El Gráfico


La semana pasada, la propia actriz defendió a una fan que entró a la tienda Bottega Veneta cuando estaba de compras, solamente para saludarla y pedirle un autógrafo.

Al parecer la gerente de la tienda trató de impedirle el paso a la mujer, pero Hayek se estresó ante tal situación de racismo.

Según un testigo la actriz dijo: “Sólo me quería saludar, ¿qué te pasa? ¿Te he pedido algo?”, reclamó la actriz a la representante de la tienda.

Dicen que la mamá de Valetina dejó el lugar indignada y sin llevarse las ropas que se estaba comprando y además pidió disculpas a la fan, que por cierto, era una señora mexicana de poco más de 60 años, detalló una publicación en Estados Unidos.

“La señora entró a la tienda hablando en español: ‘te vi chiquita en Teresa, mija’. Estaba muy emocionada de conocerla personalmente y Salma en ningún momento se mostró antipática, y la recibió con una sonrisa”.

Por lo pronto Salma Hayek se da el lujo de perder un millón de dólares en el póker en Cannes, todo esto con fines altruistas y disfruta de la fiesta que brinda cada noche el festival más importante de cine en el mundo.

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