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Saturday, May 10, 2008

Los curanderos llegan a California
Source: KEVIN SACK • THE NEW YORK TIMES

Sábado 10 de mayo de 2008

Los migrantes indocumentados se atienden sus achaques con remedios caseros y métodos de sanación tradicionales

MADERA, California.— La curandera tiene mucho trabajo. Tres, cuatro, cinco veces al día, trabajadores agrícolas indocumentados tocan a la puerta de su departamento rogándole que cure sus malestares.

Se quejan de indigestión, salpullido, ataques de pánico postraumáticos... También están los llamados a domicilio, que la obligan a empacar sus pociones y hierbas para llevarlas hasta la otra orilla del pueblo, a menudo pasada la media noche, al cobijo de la oscuridad, para escapar a la vista de la policía migratoria.

“He hecho tantas curas que estoy cansada; no me da tiempo de descansar”, dice Herminia L. Arenas, de 55 años, la curandera, o sanadora tradicional, que ha puesto en práctica sus conocimientos en este poblado del Valle Central desde que emigró del estado mexicano de Oaxaca hace 14 años. “Me quiero retirar, pero siento que fui enviada aquí para ayudar a esta gente”.

La gente necesita ayuda porque está ilegamente en EU y porque es pobre. Algunos tienen seguro de salud, pero la naturaleza agotadora de su trabajo, así como la toxicidad de la pobreza estadounidense, hace que muchos estén enfermos.

Podrían visitar una clínica u hospital si están muy enfermos. Pero muchos indocumentados prefieren poner su salud en manos de un sistema paralelo de curanderos espirituales, remedios caseros y automedicación. Aquí abundan las historias sobre gente que ha muerto —de cáncer, diabetes, incluso gangrena— porque llegó demasiado tarde a una sala de emergencias.

Los funcionarios están preocupados de que la falta de acceso a los cuidados convencionales de salud contribuyan a que las enfermedades se extiendan. Temen que el rampante uso de antibióticos, muchas veces sin receta, acelere el desarrollo de bacterias resistentes a los tratamientos.

Aunque reconocen que algunos tratamientos tradicionales pueden complementar a la medicina moderna, advierten que otros hacen un daño considerable.

Por ejemplo, se ha descubierto que los polvos que se usan para calmar los cólicos de los bebés contienen severas dosis de plomo. Carentes de estatus legal, los inmigrantes tienen poca protección contra prácticas peligrosas o fraudulentas.

Migrantes entrevistados en los viñedos de Madera y los campos de melón de Mendota dijeron que han enfrentado muchos obstáculos para recibir atención médica convencional. El principal problema, el costo. Pero también están el temor a la deportación, las largas esperas para recibir tratamiento en zonas adonde la atención médica no llega y barreras de cultura y lenguaje.

Algunos aseguraron que se atienden médicamente cuando van a México o Centroamérica.

Con especialidad

Los curanderos, como sus contrapartes estadounidenses, tienden a especializarse. Están los sobadores, que masajean los músculos adoloridos, y los hueseros. Los curanderos usan hierbas y encantamientos para regresar el espíritu a un estado de equilibrio.

Los trabajadores agrícolas, líderes comunitarios e investigadores de salud, dijeron que muchos inmigrantes elaboran sus propios antídotos. Se preparan tés de hierbas exóticas y silvestres. Enlistan a vecinos para inyectarles vitaminas y antibióticos importados de México. Algunas medicinas se venden en mercados de pulgas y botánicos, donde los amuletos e inciensos comparten espacios con los medicamentos Advil y Afrin.

No es inusual para los migrantes alternar entre la sanación tradicional y la medicina clínica. Cerca de la tercera parte de los trabajadores agrícolas de California encuestados en 1999 por el Instituto de Estudios Rurales de California, dijo haber usado remedios caseros y uno de cada 10 admitió haber visitado a un curandero.

En una reciente visita a su departamento, Herminia Arenas estaba haciendo una limpia de ocho días a María de Jesús, una indocumentada de 28 años que dijo estar incapacitada por el miedo y los dolores de cabeza desde que sufrió un accidente de auto, hacía tres meses.

“Siento que mi corazón se va a salir; late tan rápido”, dijo. En visitas a clínicas y salas de emergencia ha sido tratada por hipertensión y le han dado pastillas que han tenido pocos resultados. “Tengo fe en la curandera, por eso estoy aquí”, precisó María.

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