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Sunday, June 15, 2008

Atleta nacido en Arabia Saudita buscara representar a Mexico en los proximos juegos Olimpicos!

Por el gran salto

Fuente: El Universal


Habla poco español y apenas conoce las tradiciones de nuestro país. Sin embargo, el saltador con garrocha Robinson Pratt se siente tan mexicano como cualquiera.

El atleta, quien nació en Arabia Saudita hace 28 años, buscará hoy alcanzar la marca requerida para participar en los Juegos Olímpicos de Beijing durante un encuentro atlético que se llevará a cabo en la pista del Cdom.

“Voy a hacer todo lo posible para dar la marca (5.70m), me he acercado y parece que tendré dos oportunidades para acceder a la justa, aquí este sábado (hoy) y en el Nacional de Monterrey, la próxima semana”, destacó el espigado atleta, quien mide 2 metros de estatura.

Robinson se mudó a Chihuahua con su familia cuando apenas tenía tres años. Y aunque pasó más de una década viviendo en Estados Unidos, prefiere representar a nuestro país en China.

“No es cosa del otro mundo, sólo es cuestión de prepararse para cumplir con la marca”, dijo Pratt, quien se coronó campeón centroamericano en 2006 e impuso marca de la competencia.

El tricolor tiene confianza en superar la barrera de los 5.70 metros para poder asistir a Beijing a pesar de que hace poco superó una lesión en la rodilla derecha.

“Las cosas han ido bien. Creo que las condiciones están dadas para hacer registros cercanos a la marca solicitada”.

Robinson mencionó que se ha acercado de manera paulatina a la marca en varios eventos en Estados Unidos, por lo que tiene la tranquilidad y la certeza de obtener la clasificación a los Juegos Olímpicos de China de agosto venidero.

Destacó que el año pasado consiguió saltar 5.60, por lo que está a un paso de la meta.

Pratt añadió que en el salto con garrocha todo puede suceder al ser una especialidad en donde el único rival es uno mismo. El atleta añadió que su máximo sueño es representar a México en Beijing y está a un paso de poder cumplirlo porque se ha preparado de la mejor manera en la Universidad de California.

“Soy una persona muy afortunada porque tengo un corazón dividido en tres. En Arabia donde di mis primeros pasos, en México donde están mis mejores amigos y en Estados Unidos donde he conseguido prepararme al máximo”.

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1968 una revolución bajo los reflectores
Juan Solís
Fuente: El Universal


Los estudiantes fueron protagonistas y a la vez realizadores de documentales que dieron una ‘sacudida’ al cine de esa época

Metido en la cajuela del carro, al que le habían abierto un boquete en la calavera, mientras el otro manejaba, los estudiantes Leobardo López y Roberto Sánchez registran con una cámara Arriflex la toma de CU por el Ejército. Corte.

Ante el inminente cateo policiaco, el estudiante Federico Weingartshofer envuelve en plástico el material filmado y lo esconde en el tinaco de la casa. El registro se salva. Corte.

La pedacería documental toma forma en el montaje clandestino, adquiere sentido en la exhibición subterránea, retoma importancia con el tiempo. Es un parteaguas. La irrupción total de la política en la pantalla, el arte como praxis y no como teoría, tal es la herencia que dejó el movimiento estudiantil de 1968 al cine nacional.

El investigador Álvaro Vázquez Mantecón, curador del Memorial del 68, dice que el cine del 68 surgió de la asamblea, en donde se discutían los temas, los encuadres, los emplazamientos y los objetivos, donde se gesta el cine combativo y militante de la década de los años 70.

“El 68 implica para los artistas una especie de undécima tesis de Marx sobre Feuerbach: no quedarte al margen de la realidad interpretando al mundo, sino interviniendo artísticamente para mejorarlo”, comenta.

1968 es el año de La noche de los muertos vivientes, de El planeta de los simios y también de El grito, obra marginal, independiente y emblemática de autoría colectiva, orquestada por Leobardo López Aretche.

La sacudidota

En el proceso de grabaciones de testimonios para el Memorial del 68, Álvaro Vázquez Mantecón le preguntó al cineasta Federico Weingartshoffer (uno de los realizadores de El grito), si el 68 también había sido un parteaguas en la historia del cine nacional. “Me contestó que el 68 había sido una sacudidota. Estoy de acuerdo. Es una sacudida que hace que se replanteen las actitudes cinematográficas.”

El Centro Universitario de Estudios Cinematográficos, la única escuela de cine en la época, había abierto en 1963. En sus aulas se hacía un cine existencialista, inscrito en la exploración del cine de autor emulando a la nueva ola francesa.

Los estudiantes abrevan en varias fuentes. En 1968, los cine-clubes estaban en su apogeo, tanto en CU como en el IFAL. Los cinéfilos veían a Godard, quien los influenció tanto en lo narrativo como en temas. También los marca el último Buñuel y el neorrealismo italiano.

“El movimiento provoca que esta generación cambie su idea de lo que es el cine y para lo que puede servir.”

Inconformidad y praxis

Entre los maestros estaba el fotógrafo Héctor García, quien daba la clase de documental. Vázquez señala que como parte de ejercicios, los alumnos ya habían comenzado a captar el descontento entre la juventud poco antes del inicio. “En mayo de 68, Alfredo Joskowickz y Leobardo López Aretche realizaban un documental, con base en hacer una pregunta a estudiantes de CU. ¿En qué momento el estudiante debe pasar de la respuesta pacífica a la violenta? Se puede ver que ya hay una preocupación previa.”

Ya en el movimiento, cada escuela representada en el Consejo Nacional de Huelga participaba de manera distinta. El CUEC se encargó de brigadear cámara en mano, para romper el cerco informativo.

“Los comunicados del CNH eran filmados por distintas cámaras, pero editados en secreto por Paul Leduc y Rafael Castanedo, quienes en esa época trabajaban con Alberto Isaac en la filmación del documental oficial de la olimpiada.”

El material que integró El grito fue editado por Ramón Aupart en 1969, y proyectado el mismo año en una función privada en Ciudad Universitaria. Los estudiantes no son los únicos en filmar el movimiento. Óscar Menéndez, que ya tenía una trayectoria, hace los primeros documentales.

Vázquez Mantecón, en el ensayo “El 68 en el cine mexicano”, concluye que sin lugar a dudas “el 68 se convirtió (al lado de la Revolución) en uno de los eventos más registrados por el cine en la historia del país.”



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