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Sunday, June 01, 2008

A los Republicanos les asusta una alianza de Latinos y Afroamericanos, trabajemos por alianzas y todos a votar por Obama en Puerto Rico y en los demas

Los (me)xicanos con Obama
Jean Meyer
El Universal

Domingo 01 de junio de 2008



Los (me)xicanos con Obama

¿Escucharon, vieron ustedes el corrido de Obama en YouTube? Vale la pena. Hace unos meses un mariachi lo compuso y lo tocó para proclamar en el suroeste de Estados Unidos que Obama es el candidato de “nuestra nación”. Una nación (me)xicana, una nación “mexamericana” que hace 50, 60 años, sufría todavía en Texas la discriminación racial, o social si ustedes prefieren llamarla así, bajo la forma del anuncio No mexicans admitted a la entrada de cafés, restaurantes, albercas. Por eso el gobierno mexicano, a la hora del programa de los braceros que fue el apoyo de México al esfuerzo de guerra estadounidense, excluyó al estado de Texas. Anuncios a la entrada de los baños rezaban: For coloured and mexicans.

Resulta que en las elecciones presidenciales de 2008, el ticket del Partido Demócrata podría ser coloured and mexican, si uno piensa que el padre de Obama es negro y que la madre y la abuela de su eventual vicepresidenciable eran mexicanas. Así es, Bill Richardson, posible segundo de a bordo de Obama, es hispano, aunque muchos “hispanos” no lo sepan, confundidos por el apellido paterno anglosajón. Por cierto, los Richardson tienen abolengo, puesto que son lejanos descendientes de uno de los padres fundadores, de los que vinieron en el Mayflower.

Bill Richardson nació en California pero vivió en México hasta los 13 años; su madre mexicana se llamaba Luisa López-Collada Márquez y su padre nació en Nicaragua de madre mexicana: Rosaura Ojeda.

Sus padres mandaron al joven Bill a estudiar en Massachussets donde, además de ser un buen alumno, estuvo a punto de convertirse en beisbolista profesional en 1966. Empezó a trabajar en su especialidad, derecho y diplomacia, en el Departamento de Estado, pero en 1980 entró en la vida política del estado de Nuevo México: diputado por primera vez en 1982, ha pasado más de 14 años en el Congreso, manifestando siempre interés y capacidad para las relaciones exteriores, lo que lo llevó a ser el representante de Estados Unidos en las Naciones Unidas a partir de 1997, en tiempos del presidente Clinton, de quien fue el apreciado asesor. Se ganó la fama de ser el hombre de las misiones imposibles cuando logró en varias ocasiones la liberación de presos estadounidenses en Corea del Norte, en Sudán y en Irak en tiempos de Saddam Hussein.

En 1993 había sido nombrado presidente del Comité del Congreso para los Asuntos Indígenas (Native American Affairs), que bajo su presidencia pasó una serie de leyes muy importantes y favorables para los “primeros americanos”. En 1998 el presidente Clinton lo nombró secretario de Energía y sus experiencias explican el título del libro que publicó hace unos meses: Dirigir por el ejemplo: cómo podemos inspirar una revolución en el campo de la energía y de la seguridad. Creó entonces la Dirección para los Asuntos Indígenas y logró en enero del 2000 la devolución de 340 kilómetros cuadrados a la tribu Ute del Norte (Utah), la más grande realizada en los últimos 100 años.

Como gobernador del estado de Nuevo México desde enero de 2003 ha demostrado sus talentos de administrador, si uno piensa que ha logrado bajar los impuestos y restablecer el equilibrio presupuestal, subir los sueldos de los maestros e innovar en cuestiones ambientales y energéticas. Desde luego condena la construcción del muro fronterizo entre México y EU: “Si construyes una barda de 12 pies de altura, la gente conseguirá una escalera de 13”. En 2006 la agencia Forbes calificó la ciudad de Albuquerque como la mejor de todo el país para los negocios y las carreras individuales, y el Instituto Cato no deja de señalar a Richardson como el más responsable, fiscalmente hablando, de todos los gobernadores demócratas. Por cierto, es el presidente de la asociación de dichos gobernadores, y como si todo eso no fuese suficiente, ha sido nombrado en diciembre de 2006 “enviado especial para los asuntos hemisféricos” a la OEA “para promover el diálogo sobre temas regionales importantes como la inmigración y el libre comercio”. En 2007 negoció una tregua en el Darfur (Sudán), después de haber negociado dos veces en los dos años anteriores con Corea del Norte el espinoso asunto de la bomba nuclear.

Tal es el hombre que podría acompañar al senador Obama en la campaña presidencial que viene. Su trayectoria es impresionante, ¿no les parece? Hasta uno podría decir que está sobrecalificado. Tiene una experiencia diplomática que no tienen ni Hillary Clinton ni Obama ni el candidato republicano McCain; tiene una larga experiencia en el Congreso, en una grande burocracia federal, en el gobierno de un Estado, algo que los precandidatos no pueden presumir. No le falta credibilidad y sus partidarios creen que será algún día el primer presidente (me)xicano de Estados Unidos. ¿Por qué no?

Por lo pronto este hombre podría aportar al senador Obama las voces de los latinos: 14 millones de electores que George W. Bush supo seducir en gran parte, cuando tradicionalmente votaban demócratas. Como los republicanos sabotearon el proyecto favorable a los inmigrantes que deseaba el presidente Bush, se puede esperar que los latinos regresen con los demócratas; manifestaban una preferencia por Hillary Clinton, ciertamente por no muy buenas razones: el antagonismo que existe entre latinos y negros, pero si el senador presenta a Richardson como su candidato a la vicepresidencia, y si los latinos descubren que el tal Bill es (me)xicano… todo es posible.

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