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Tuesday, August 19, 2008

La semilla no puede saber que va a suceder...!

La Semilla

La semilla no puede saber qué va a suceder, la semilla nunca ha conocido la flor. Y la semilla no puede siquiera creer que tiene el potencial de convertirse en una hermosa flor. El camino es largo, y siempre es más seguro no recorrer ese camino porque el trayecto es desconocido, nada está garantizado.

Nada puede ser garantizado. Mil y uno son los riesgos del camino, son muchos los escollos – y la semilla está segura, escondida dentro de una dura coraza. Pero la semilla lo intenta, hace un esfuerzo, tira la dura concha que es su propia seguridad y comienza a moverse. Inmediatamente la lucha comienza: la lucha con la tierra, con las piedras, con las rocas. Y la semilla era muy dura y el brote será muy, muy suave y los peligros serán muchos.

No había peligro para la semilla, la semilla podía haber sobrevivido por milenios, pero para el brote los peligros son muchos. Pero el retoño emprende hacia lo desconocido, hacia el sol, hacia la fuente de luz, sin saber dónde, sin saber por qué. Enorme es la cruz que ha de cargarse, pero la semilla posee un sueño y la semilla se mueve.

El mismo camino es para el hombre.
Es arduo. Mucho valor se necesitará.


Osho

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"Para todos los niños que se fueron a dormir con hambre…."
Por: Edgar Valero Berrospe en Beijing |

Figura. Henry Cejudo compitió contra el japonés Tomohiro Matsunaga.
Más dramática dedicatoria tras su victoria en la lucha olímpica estilo libre, no podía haber hecho el norteamericano de origen mexicano Henry Cejudo. “Para aquellos pequeños cuya vida se ve en la desesperanza, para los que se fueron a dormir con hambre, para los que sus padres no pudieron comprarles comida o la cena de Navidad…” Y se hizo el silencio y luego un aplauso.
Cejudo, un joven hijo de padres mexicanos que compitió en la lucha libre en la división de los 55 kilogramos, no había ganado ninguna competencia de nivel libre antes de llegar a los Juegos Olímpicos, donde no figuraba entre los favoritos, pero demostró que con dedicación se puede hacer lo que sea, incluso convertirse en una figura central de la delegación norteamericana, al convertirse a los 21 años en el luchador más joven en ganar una medalla de oro para ese país.
DRAMA… Las lágrimas derramadas tras ganar en el desempate al japonés Tomohiro Matsunaga estaban justificadas. Cejudo viene de una familia con serios problemas económicos, muchas veces rayando en la miseria, y con la tristeza de no haber visto a su padre desde que los abandonó a él, a su madre y a cinco hermanos cuando Henry tenía 4 años, hasta que se enteró hace poco que había muerto en la cárcel de un ataque cardiaco.

Su madre ha deambulado, por años, de trabajo en trabajo, y junto con sus hermanos ha ido de apartamento en apartamento muchas veces escapando de los caseros por no tener dinero para pagar la renta, siempre en los peores rumbos de Los Ángeles, California, pero escapando también de las drogas y las tentaciones de terminar como muchos chicanos en la cárcel, con cualquier tipo de problemas de delincuencia.

Sin embargo, asegura que nunca perdió la fe en que algún día alguien le tendería la mano. Junto con su hermano Ángel solía jugar a las luchas y trataban de emular a las glorias del boxeo mexicano que veía en televisión como Julio Cesar Chávez u Oscar de la Hoya. Fue entonces cuando empezaron a practicar la lucha en Phoenix en un programa de ayuda a jóvenes. Muy pronto destacaron. Tanto Ángel como Henry ganaron cuatro títulos estatales y optaron por el deporte, ya que no eran buenos para el estudio.

TRIUNFADOR… A sus 21 años, Cejudo no había ganado ninguna competencia importante de nivel senior antes de venir a los Juegos Olímpicos, pero hace dos años el entrenador del equipo norteamericano, Kevin Jackson, lo había señalado diciendo que era el futuro de la lucha en ese país, un futuro que se convirtió en presente tras ganar sus cuatro combates en Beijing de manera contundente.
Su primera víctima fue el campeón de Europa, el búlgaro Radoslav Velikov, lo que constituyó su primer triunfo en competencias de alto nivel. Luego fue Besarion Gochashvili, de Georgia, y finalmente Namig Sevdimov de Azerbaiján, antes de llegar a enfrentar a Matsunaga en la final.

En los pasados Juegos Olímpicos en Atenas, sólo Cael Sanderson ganó la medalla de oro, pero no lo hizo con el nivel de improvisación de Cejudo, si no al contrario, fue producto de un largo programa de trabajo que lo llevó a ganar cuatro veces consecutivas de manera invicta el título de la NCAA.

HERENCIA… Cejudo dice estar orgulloso de ser hijo de mexicanos, “pero soy americano, es el mejor país del mundo, por eso le dicen la tierra de las oportunidades, por eso es que pienso que si hay niños que vieron lo que pude hacer, podría ser fuente de inspiración para que ellos hagan lo mismo, ser deportistas y algún día, ser campeones olímpicos…”

Cejudo dio a Estados Unidos la medalla de oro número 50 en lucha libre, toda una tradición que sólo es superada con un mayor número de medallas olímpicas de oro por la natación y el atletismo.

Su madre lo vio ganar por televisión la medalla que no fue parte de una promesa como lo hizo el boxeador Oscar de la Hoya, sino parte de un compromiso que él mismo se fijó pero que dijo dedica a su madre, “por su infatigable ánimo que siempre ha visto por nuestro bienestar” y a su hermano Ángel, quien lo vio ganar desde la tribuna. “Estoy aquí gracias a él, esta medalla de oro la ganamos juntos, ha sido la razón más importante para triunfar, me hizo fuerte y me ha apoyado más que nadie…”.

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