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Tuesday, March 25, 2008

La opinion publica cobra conciencia y cada vez esta mas despierta, no lo olviden!

AMLO, el PRD y los osos chinos
Francisco Báez Rodríguez del diario La Cronica
25 de Marzo de 2008

Quien conoce a Pablo Gómez sabe que entre sus virtudes está su capacidad para decir frases tan chuscas como precisas. Como cuando, parafraseando a Marx, dijo que “los taxistas son una clase en sí y para sí”, que en todos lados busca lo mismo, que no es otra cosa que “la dictadura del ruletereado”.


En el reciente proceso interno del PRD se acaba de aventar dos de antología, según señala la prensa. Una dice: “las irregularidades son para nosotros regularidades”; la otra, “en todos los partidos políticos hay escoria, la diferencia es que la del PRD es burda”.

Desgraciadamente, Gómez tiene toda la razón. Y hay que leer sus frases con toda su implicación política.

¿Cómo se puede limpiar una elección en la que las irregularidades fueron la norma, y no la excepción? No se puede, porque habría que anular la mayoría de los votos, y eso la inutilizaría automáticamente. Éste es el problema de fondo, que Arturo Núñez se quiso tardar en ver, pero no pudo negar la evidencia —y con ello tuvo que tirar la toalla como árbitro, aunque siga manoteando.

Los dos principales contendientes a la presidencia del PRD se niegan a que la elección se anule. ¿Lo hacen porque suponen que es susceptible de limpieza? No. Lo hacen porque así perderían ambos, y los dos se aferran a la posibilidad, sin importar qué tan legítimo sea su triunfo. En otras palabras, no les importan el proceso ni la imagen del partido o las dificultades que tendrían al encabezar una organización política escindida hasta el encono, sino el puesto, al que se aferran como a un clavo ardiente.

La semana pasada habíamos escrito que en las elecciones perredistas “ganó el que mejor movilizó”, que “si un recuento revirtiera los resultados, Izquierda Unida no los aceptaría, insistiría en que hubo fraude y que la encuesta de salida es la buena” y que el grupo más intransigente había demostrado su talante en declaraciones de Alejandra Barrales (“no toleraremos más a los perredistas vestidos de azul”), que apostaban a que “los de Nueva Izquierda doblen la cerviz para continuar en el partido”. Suponíamos erróneamente que, a pesar de los pataleos de los chuchos, se asentaría una tendencia electoral favorable a Encinas.

Hemos visto que no ha sido así; entre otras razones porque las irregularidades son tantas (es decir, son “regularidades”) que los dos bandos tienen cantidades abundantes de lodo para aventarse. Y ninguno va a poder probar que ganó, porque ni modo de contar voto por voto con tanto tiradero (y una que otra quemazón).
¿Cómo es que fue imposible avanzar en un recuento razonable? Porque se pegaron políticamente hasta con la cubeta. O, en palabras mejor puestas, porque la escoria perredista es más burda que la priista y la panista —y no lo digo yo.

Varios analistas hablan de una “salida política” al conflicto postelectoral. Detrás del concepto de “salida política” hay otro, que se le atribuye a Lombardo Toledano y su justificación de la existencia subsidiada del PPS: lo que importa no son los votos, sino la fuerza política. La expresión de las bases a través de las urnas se sustituye por la expresión de los grupos de interés a través del cabildeo y del chantaje mutuo. Y esto sucede porque los grupos de interés, a través de los múltiples fraudes, distorsionaron la expresión de las bases.

La idea de “salida política”, pues, es una expresión descarnada de lo que está sucediendo. Que en el PRD no hay democracia, sino un simulacro. Como decía Giorgio Gaber (y no es albur): “Quien tiene la silla se la tiene, y si dice ‘siéntese, por favor’ a quien no la tiene, es sólo una manera de decir, señorial y democrática, para hacer notar las diferencias, pero con gentileza. Mejor sería sustituirlo con ‘le ruego que permanezca de pie’, igualmente gentil pero más honesto”. En el PRD a la militancia le ofrecieron la silla, pero, a la hora de la hora, se la quitan.

Para que lo descarnado quede en el hueso, sólo hay que agregar que la clave de la famosa “salida política” tiene nombres y apellidos y es conocida por cuatro siglas: AMLO. Y que, si se da, se dará “cuando López Obrador decida quién” (Rascón dixit).

Esto nos deja con tres escenarios posibles. El primero es que la elección se anule, se establezca una dirigencia temporal y el proceso se repita (quizá para caer en lo mismo). El segundo es que las cuatro siglas fuercen una negociación y los chuchos, como de costumbre, se doblen ante su peso. El tercero es la continuación ad infinitum de una pugna feroz por las vías legales, las políticas y las de los hechos consumados (al cabo que Andrés Manuel sigue mandando en el CEN).

El más razonable para el PRD es el primero, que es lo que propuso Cuauhtémoc Cárdenas. La capitulación de Nueva Izquierda ya no se ve tan segura y probablemente será parcial (es decir, el partido sufriría fugas). El último escenario terminaría con el alma del PRD, pero no con su registro y su jugoso subsidio, que es lo que más importa a las corrientes (y al “gobierno legítimo”).

Contaba Pablo Gómez que una vez en China le sirvieron oso en una cena y sus anfitriones le explicaron que los cazaban en invierno. “¡Claro, es que los agarraron dormidos!”, respondió, jocoso, el invitado mexicano a los camaradas chinos, que no entendieron, porque estaban por superar la fase pequeña burguesa del humor.
Esta vez el cochinero del PRD no agarró dormida a la opinión pública.

Tampoco a su militancia. Le costará en las urnas.

fabaez@gmail.com

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