¡Aquí hay puro mexicano! |
Wilbert Torre / El Universal |
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WASHINGTON.— Nicolo Galenti hizo un receso en su misión de seminarista llegado de Colonia y se colocó frente a un pelotón de hombres armados con guitarras y mujeres que hacían sonar los panderos en sus caderas. ¡Caramba!, dijo Galenti, un italiano de 24 años que desea ordenarse sacerdote. “¡Pero si aquí hay puro mexicano! ¡Vamos a ver qué tan buenos son para cantar en alemán!”. Alzó la mano derecha, la meció con suavidad en el aire y comenzó a dirigir un improvisado coro. Junto a Galenti se alzaba en las puntas de sus viejos zapatos Gregorio Fierro, un hombre de 62 años nacido en Chihuahua y establecido en Santa Ana, California, hace tanto tiempo que ya ni recuerda cuándo llegó. Sobre sus hombros levantaba un cuaderno con unas anotaciones que los miembros del coro seguían con gran atención: “Fil Glic unt fil Zegen a uf al daynem vegen/Gesundjait unt froid e zai auj mit dabai”. “Oye compadre, ¿qué quiere decir eso?”, le preguntó un hombre que rascaba las cuerdas de una guitarra. “¡Son Las Mañanitas en alemán!”, dijo Fierro, que parecía muy concentrado en su misión de hacer leer las frases para que un grupo de mexicanos y estadounidenses de origen mexicano llegado de California pudiera cantar las mañanitas a Benedicto XVI, a primera hora de hoy miércoles. El grupo ensayaba justo enfrente de la sede de la Nunciatura del Vaticano en la capital de Estados Unidos, a donde el Papa llegó a las 4 de la tarde con 53 minutos. Lo recibieron coros, gritos, porras y leyendas en español. El Pontífice llegaba en su primera visita a EU, pero la escena parecía corresponder a otro lugar geográfico, como si una improbable ciudad latina se hubiese asentado de pronto sobre la avenida Massachusetts de Washington DC: salvo algunas niñas y jóvenes estadounidenses, el resto —un improvisado comité de recepción formado por unas 600 personas— eran mexicanos, argentinos, peruanos, colombianos y salvadoreños que llegaron unas horas antes en avión, automóviles rentados y camionetas atestadas hasta el techo con pancartas y equipajes. Los peregrinos llegados de California, Oklahoma, Texas y Arizona no se agüitaron por no poder ver al Papa en un vehículo descubierto. Esbeide Pérez llegó con un grupo de mexicanos de Santa Clara, en Dallas, Texas: Son 45, se vinieron por carretera en coches rentados y prestados y hasta ayer por la tarde no tenían ni idea de dónde pasarían la noche. “Lo importante es estar aquí, ¿no?”, sonrió Esbeide, cuya voz apenas se escuchaba. |
Wednesday, April 16, 2008
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