Translate to another language

Sunday, April 13, 2008

En esta batalla el real ganador ha sido el PRI, comenta Jorge Zepeda Patterson, economista y sociologo!, el muerto resucita!

Reforma, ganadores y perdedores
Jorge Zepeda Patterson
13 de abril de 2008

Nos hemos convertido en un país de fobias. Son tantos los ascos, las manías, las alergias y las repulsas del organismo social que la única reforma energética asimilable resultó una versión light, descremada, deslactosada y pasteurizada que sigue siendo leche pero sabe a agua. Los cuerpos y anticuerpos se neutralizaron de tal forma que la dichosa reforma energética habrá de limitarse al tema de Pemex (y no al sector energético) y tiene que ver más con reglamentos internos que con una solución de largo plazo.

Con todo, ha sido tal la intensidad de la confrontación entre programas contrapuestos y actores políticos rivales, que el recuento de daños y beneficios que dejará el saldo de las batallas libradas merece ser anotado. Aun cuando no ha terminado del todo, es evidente que la minirreforma será aprobada en periodo extraordinario, tan pronto los legisladores encuentren la forma de burlar el ultimátum presentado por el PRD y sus brigadas. Pero sin duda lo conseguirán de la misma forma que consiguieron que Calderón tomara posesión o rindiera su primer informe de gobierno, pese a la amenaza de los perredistas de impedirlo.

El mayor “ganón” de toda esta gesta es el PRI, sin duda. Una vez más logró convertirse en el fiel de la balanza en materia de los votos decisivos para la aprobación en las cámaras (de la misma forma en que lo ha sido en las reformas anteriores). Consiguió además presentarse ante la opinión pública como la fuerza “moderada y sensata”, ajena a la confrontación entre los “rijosos” del PAN y el PRD. Cuan trastocadas estarán las cosas que personajes siniestros como Emilio Gamboa y Manlio Fabio Beltrones terminan convertidos en supuestos paladines de la democracia.

La mayor ganancia del PRI todavía está por lograrse, pero es una victoria segura. A cambio de darle la mayoría a Calderón conseguirán introducir un cambio significativo: un aumento de la tajada petrolera para los gobiernos estatales, particularmente en las regiones involucradas. No hay que olvidar que toda la cuenca petrolera del golfo de México, desde Tamaulipas hasta Yucatán (pasando por Veracruz, Campeche y Tabasco), es una amplia franja gobernada por el PRI. Por sí misma no es mala noticia que una porción mayor de los beneficios se quede en las regiones afectadas por la explotación petrolera. El problema es que tales recursos terminarán en manos de gobernadores que se han convertido en verdaderos señores feudales, por encima de jueces y congresos locales, gracias a la autonomía de sus presupuestos y a la debilidad del centro.

El PRD en su conjunto será uno de los principales perdedores, aunque Andrés Manuel López Obrador saldrá fortalecido de todo el zipizape. El PRD pierde porque una vez más dio muestras de su ineficacia política: al final no habrá detenido la reforma, pero habrá cargado con el costo político de haber intentado boicotear al Congreso de manera unilateral e “irresponsable”, en versión de los medios de comunicación.

El caso de López Obrador es distinto. Si bien es cierto que su abanderamiento de la contrarreforma y los discursos ante las brigadas sacarán roncha entre los sectores medios y altos de la sociedad mexicana, también es cierto que se ha reposicionado luego de casi año y medio de “exilio” interno. Los que no lo querían tendrán mayores motivos para odiarlo; pero los que lo admiran lo tendrán ahora más cerca de su corazón. Nada perjudicaba tanto a AMLO como el hecho de ser ignorado. Las movilizaciones en contra de lo que él ha llamado la privatización de Pemex y las muy probables confrontaciones con los contratistas lo mantendrán en el centro de la escena en los meses por venir. Quizá sus seguidores ya no equivalgan a un tercio de la población, pero los que quedan son más que suficientes para convertirlo en un factor decisivo de la escena pública.

Los saldos para el gobierno son inciertos. El mayor perdedor es Camilo Mouriño, secretario de Gobernación y hombre de confianza del Presidente. Obtuvo la reforma y conservó el puesto simplemente porque así lo quiso el PRI, pero la factura que habrá de pagar Calderón será muy alta. De hecho, el Presidente prefirió debilitar el contenido de la reforma a cambio de conservar a su delfín. Es algo que los panistas y empresarios saben, y tarde o temprano se lo habrán de cobrar. Lo más grave para el gobierno es que la lucha por esta reforma mostró la falta de oficio político de ese kinder que es el gabinete de Calderón y la codependencia política que este gobierno ha desarrollado con relación al PRI.

Los efectos para Pemex son aún más dudosos. Las cláusulas que habrán de incorporarse dan lo mismo para un barrido que para un regado. Ciertamente pueden abrir las puertas a una privatización disfrazada o pueden dar lugar a un mero maquillaje para que todo siga como en el pasado. Dependerá de la correlación de fuerzas interna entre el sindicato, los intereses de la burocracia y los contratistas y el monitoreo e intervención del Poder Legislativo. Hoy por hoy, la mejor noticia para la paraestatal no reside en los esfuerzos que se han hecho para modificarla, sino en los altos precios del barril de petróleo. Una triste moraleja considerando todo el tiempo y la energía que hemos gastado en discutir la dichosa reforma.

www.jorgezepeda.net

No comments: