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Friday, April 18, 2008

Lucia en el juicio de Juan Pueblo, unos a favor otros en contra, y usted que opina?

Mexicanos con las FARC ¿Ángeles o demonios?
Por Salvador Garcia Soto


La presencia de jóvenes mexicanos en las FARC pone sensibles a todos y polariza las opiniones. Unos los tachan de “aprendices de guerrilleros”, “revoltosos”, “terroristas”; otros los defienden como “estudiantes en viaje académico”, “jóvenes con inquietudes sociales”. Pero de uno y otro lado, de los que acusan y los que defienden a cuatro jóvenes muertos y a la sobreviviente Lucía Morett, lo que faltan son pruebas.

Parece que las declaraciones del presidente de Colombia, Álvaro Uribe, en territorio mexicano sólo fueron para provocar. Uribe no vino por interés de participar en el deslucido Foro Económico Global de Cancún; vino en realidad a decir su versión del ataque extraterritorial que realizó el ejército colombiano en una zona del Ecuador para aniquilar al número dos de las FARC, Raúl Reyes, en donde murieron los jóvenes mexicanos.

Engallado y sin importarle las formas diplomáticas, el mandatario de Colombia lanzó, en tono de juicio sumario y como si él fuera Ministerio Público, su acusación de que los estudiantes mexicanos que estaban en el campamento de las FARC eran terroristas, secuestradores, narcotraficantes y, en la más suave de sus acusaciones, “cómplices de crímenes de lesa humanidad”.

Además de la imprudencia y el exceso de Uribe en territorio nacional, sus denuncias deberían en todo caso venir acompañadas de pruebas y de una denuncia formal. Si tiene los elementos para hacer esas declaraciones y hacer señalamientos tan directos a los jóvenes mexicanos, ¿por qué el gobierno de Colombia no ha hecho una acusación formal contra Lucía Morett?

Porque en la larga entrevista que tuvo con el periodista Carlos Loret de Mola, el presidente colombiano aseguró que tenía pruebas de lo que decía, pero hasta ahora, que se sepa, su gobierno no ha solicitado la extradición de la única de las sobrevivientes del grupo de mexicanos que estaba en el campamento de las FARC en Ecuador.

Y mientras enjuiciaba y condenaba a los mexicanos en un juicio mediático sumario, al mandatario nunca se le vio siquiera ruborizarse o mostrar arrepentimiento alguno ante la violación del territorio ecuatoriano que cometió con su ejército.

Por el contrario, en la entrevista que vimos por televisión, presumió la tecnología satelital de la que hizo uso para detectar el campamento que bombardearon y, con un discurso casi idéntico al de George W. Bush, justificó la acción extraterritorial de las fuerzas colombianas con la lucha contra el terrorismo. Pero vale preguntarse ¿por qué esa misma tecnología y la impresionante “bomba inteligente” con la que atacaron en territorio ecuatoriano, no la utilizan para ubicar y destruir las múltiples células y campamentos que las FARC tienen en territorio de Colombia?

Del otro lado de esta historia está la joven sobreviviente Lucía Morett. Con un historial que la ubica como simpatizante de causas sociales y con nexos con grupos subversivos en México, la estudiante de Filosofía o está mal asesorada o tiene muy mala memoria. Sus versiones sobre los motivos de su presencia y la de los otros estudiantes muertos en el campamento de las FARC han sido varias y cae en contradicciones. Una de las primeras declaraciones que hizo fue que se encontraba realizando un trabajo de investigación, estrictamente académica, sobre las expresiones culturales dentro de los campamentos.

Pero ayer, también en televisión escuchamos a la joven Morett negar todas las acusaciones que le hizo el presidente colombiano, pero también cambió la versión de lo que estaba haciendo en la selva ecuatoriana con el número dos de las FARC, Raúl Reyes. Lucía dijo ahora que fueron a estudiar el intercambio humanitario y el proceso de paz en Colombia.

En otra posición que compromete su versión de “visitante académica”, Morett se niega a reconocer como secuestros los que comenten las FARC y no acepta que esa guerrilla se identifica más ahora con actividades criminales. Tan mala ha sido su defensa, que cada vez que habla, Lucía deja más dudas sobre las relaciones que tienen las células universitarias mexicanas con organizaciones como las FARC.

De las múltiples reacciones que se generaron ante los dichos de Uribe, vale la pena comentar dos. La del presidente Felipe Calderón, que ayer mismo, ante el mandatario colombiano intentó frenar sus acusaciones con una posición oportuna pero que pareció insuficiente.

Calderón se tardó para tomar una posición clara y enérgica sobre el tema de los jóvenes mexicanos muertos en Ecuador. La primera vez que lo hizo fue, precisamente, con la reciente visita del presidente ecuatoriano, Rafael Correa. Luego, cuando el presidente intentó atajar los comentarios de Álvaro Uribe, su reclamo fue un poco más suave del tono que había utilizado con Correa. Pero en todo caso, concediendo que la reacción ante Uribe fue oportuna, si el presidente mexicano consideró “prejuiciosas” y “anticipadas” las declaraciones de su homólogo colombiano ¿por qué la Cancillería no emitió una nota diplomática o alguna acción que manifestara, por los cauces formales, el desacuerdo con la imprudencia de Uribe?

Mucho más enérgico fue el reclamo que hizo la UNAM. Primero con un comunicado y luego con declaraciones del rector José Narro Robles, quien reclamó al presidente Álvaro Uribe pruebas de sus dichos. Sin embargo, también puede afirmarse que hubo algo de sobrerreacción en el posicionamiento de la Universidad, puesto que Uribe nunca aludió directamente a la institución; además el rector debiera tomar en cuenta que en sus campus sí hay expresiones radicales de algunos estudiantes, como hay muchas otras expresiones de todos los signos, y que sin fomentarlas en ningún sentido, la rectoría tampoco se ha deslindado y hay incluso cierta tolerancia a grupos que violentan los principios de universalidad, pluralidad y democracia que deben regir a la máxima casa de estudios.

Así como hay simpatizantes de las FARC, que en un momento hasta cubículos tenían en la Facultad de Filosofía, es común ver por los campus universitarios, cabezas rapadas, o grupos que promueven movilizaciones de rechazo a la invasión de Estados Unidos a Irak, o de apoyo al EZLN. Eso es parte de una universalidad natural en una casa de estudios. Pero si sus instalaciones son utilizadas por grupos que operan más como organizaciones criminales para establecer células operativas, la rectoría debería hacer algo al respecto.

Así que volvamos al principio. ¿Dónde están las pruebas? ¿Por qué si el gobierno de Colombia dice tenerlas no las presenta en una denuncia formal? ¿Cómo es posible que sobre la presencia de mexicanos con las FARC otros gobiernos y países sepan todo mientras en México la PGR y el CISEN dicen no tener mayores elementos sobre la forma en que llegaron a Ecuador los estudiantes y el motivo de su presencia con el grupo armado? ¿Quién tiene la razón? ¿Los que ven en los cinco mexicanos involucrados con las FARC a terribles demonios juveniles y guerrilleros terroristas? ¿O los que dicen que eran inocentes angelitos movidos por la curiosidad académica y social?

El debate está en la mesa. Ustedes tienen la palabra.

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Comentario: No soy Amuelson. Y tampoco estoy obsesionada con quen tú me refieres. Además dejé claro que explico lo sucedido y que no lo justifico. Y también dije "Ésto no significa que los mexicanos cometieran los crímenes, pero sí significa que al apoyar a las farc, te conviertes en cómplice de esos criminales que siembran el terror en Colombia".

Aquí te dejo las ligas de los videos por si te interesa verlos.

Este video trata de la entrevista que Reforma le hace a Juan González y él explica que pertenece al Núcleo Mexicano de apoyo a las FARC.

R. Lo cual no lo hace culpable de ningun delito

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