Ricardo Alemán Lea este articulo en El Universal |
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Las ambiciones de AMLO pueden destruir al partido que nació para la revolución democrática Los Chuchos recurrieron al Tribunal Electoral para que resuelva la crisis que vive el organismo Divididos por la feroz disputa del aparato partidista —elección que los exhibió a los ojos de todos como tramposos y nada demócratas—, los grupos que cohabitan bajo las siglas del PRD y de la izquierda mexicana finalmente quedaron fracturados por completo, al llegar el momento de la definición frente a la reforma petrolera. Y a la luz de esa fractura, no sólo quedó de-mostrado públicamente el uso faccioso que pretendía darle al control del partido uno de los grupos en disputa, sino que se confirmó con toda nitidez que las ambiciones de poder personalísimas de Andrés Manuel López Obrador son capaces no sólo de demoler los pilares sobre los que se edifica la naciente democracia mexicana —confianza, credibilidad y respeto institucional—, sino de llegar al extremo de dinamitar al partido político que —paradójicamente— nació para eso, para la revolución democrática. Y son de tal magnitud la pelea y el desprestigio que han generado tanto la disputa por el control del aparato partidista, como la ‘rebatinga’ por el dinero público de las prerrogativas y el diferendo por la “privatización de la defensa de Pemex”, que los dos grandes grupos en disputa —Chuchos y lopezobradoristas— ya olvidaron guardar las formas que por más de una década los hizo ver como “felices compadres”. Y al final de cuenta dieron un paso determinante en el futuro de los amarillos. Es decir, que en los dos bandos ya dicen lo que piensan cada uno del otro. Ya se sabe que en la lucha por el control del CEN del PRD, los grupos que impulsaron a Alejandro Encinas y, especialmente AMLO, promovieron una campaña de desprestigio hacia Los Chuchos, a los que calificaron de “traidores”, de “dejarse agarrar la pierna”, de “entregarse a Calderón” y de ser el brazo “del espurio” en el PRD. Y ya frente a la reforma petrolera, Los Chuchos fueron acusados de promover la privatización de Pemex. Y en el otro bando, el de Los Chuchos, debieron tragar sapos y serpientes durante años y meses, hasta que hace unos cuantos días —una vez inminente la anulación del proceso para renovar a la dirigencia del partido, triunfo que reclaman Los Chuchos— decidieron romper con el legítimo en el terreno declarativo. AMLO y los suyos fueron señalados por distintos voceros de Los Chuchos como “buscapleitos de taberna”, como “promotor del fraude” en el PRD, como “farsante” y “golpista” al que nada le importa la democracia, y hasta de hacer lo mismo que Fox en la elección federal; meter las manos a favor de Alejandro Encinas en la elección del PRD. Esas críticas sorprendieron a propios y extraños porque todos recuerdan que entre 2003 y 2006 eran muchos en el PRD los que decían en corto que AMLO era autoritario, conservador, golpista y un político nada democrático. Pero todos los que pensaban eso preferían el silencio porque el tabasqueño era no sólo el seguro candidato presidencial, sino el casi seguro presidente. En corto muchos hablaban pestes de AMLO, pero en público hacían mutis, por temor a ser desheredados. Esa cultura del sometimiento y del autoritarismo convirtió en dueño absoluto del PRD al tabasqueño, cuya soberbia lo hizo perder la elección de julio de 2006. Pero luego de esa elección, cuando el reparto de centros de poder benefició a Los Chuchos, cambiaron las cosas y ese grupo hasta se atrevió a retar a AMLO en la elección por el control del partido. Luego vino el cochinero de la elección interna del PRD, la grosera intromisión de AMLO a favor de un candidato y, lo que tarde o temprano llegaría: se rompieron las amarras del PRD sometido y asaltado por un proyecto vinculado con el viejo PRI. Apenas el pasado domingo, Los Chuchos se desmarcaron de la estrategia “golpista” de AMLO, rechazaron los bloqueos al Congreso y la rebelión callejera y reivindicaron la lucha institucional como único camino viable hacia la democracia. Pero no se quedaron en eso, sino que, en tono de un fuerte tufo burlón, acusaron “los intentos de privatizar la defensa de Pemex”, en alusión a que el señor legítimo se dice dueño único de la defensa de Pemex. Con ello, dijeron Los Chuchos le dejan las manos libres al PRI y al PAN para hacer lo que les plazca con Pemex, porque la defensa de Pemex no está en las calles, mediante gritos y lances demenciales, sino a través de alternativas. La defensa del petróleo no se hace en la calle, a gritos y sombrerazos, sino en el Congreso, concluyeron Los Chuchos, quienes dominan la bancada perredista en el Congreso. Pero tampoco esa ruptura, ese claro deslinde fueron suficientes. En un lance que lleva un fuerte contenido político, pero sobre todo un mensaje simbólico que deslegitima por completo al señor legítimo, Los Chuchos se salieron del círculo perverso del fraude electoral operado por AMLO contra su propio partido y, con todo lo que significa, decidieron recurrir al Tribunal Electoral federal para reclamar la intervención de las instituciones del Estado mexicano a fin de que resuelva la crisis que vive el PRD. ¿Qué significa que Los Chuchos rompan con la estrategia de AMLO en torno a Pemex y que recurran al Tribunal Electoral Federal —la instancia que declaró derrotado a AMLO—, para impedir que el tabasqueño imponga a su preferido como dirigente del PRD? Pues esas decisiones políticas sólo tienen un nombre: ruptura. Y sí, el PRD se partió en dos y una eventual reconciliación será imposible. Es como un matrimonio fracturado por engaños mutuos. La separación ya se dio y ya ni hace falta el divorcio. Por lo pronto, hoy se presentará la propuesta del PAN sobre Pemex, y veremos muchos gritos y muchos sombrerazos, pero al final, los tres grandes la aprobarán. Y si no, al tiempo. aleman2@prodigy.net.mx |
Tuesday, April 08, 2008
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